Cámaras de vigilancia
El uso de cámaras de vigilancia puede convertirse en una obsesión para algunos padres.
En los últimos años, algunas instituciones educativas del país han decidido instalar cámaras de seguridad, en parte para mejorar la seguridad dentro de sus instalaciones: aulas, pasillos y áreas de recreación; pero también con la intención de atraer nuevos estudiantes, poniendo a disposición de los padres esta tecnología para que puedan controlar a sus hijos.
No cabe duda de que estos mecanismos, bien empleados, pueden generar grandes ventajas para los padres de familia y las unidades educativas, pero también conllevan algunos riesgos.
En efecto, el monitoreo de los niños en la casa, guarderías, parvularios, centros deportivos y sitios de recreación infantil puede contribuir notablemente a mejorar su seguridad. De hecho, no pocos progenitores han logrado desenmascarar abusos que cuidadores y familiares cometían con sus hijos gracias a imágenes grabadas. Este tipo de mecanismos también pueden ser muy útiles para revisar el sueño de los lactantes que, por alguna condición médica o antecedente, requieren de cuidados constantes.
En los colegios, el monitoreo de los adolescentes contribuye a identificar y prevenir agresiones de parte de los estudiantes hacia sus compañeros o profesores, y a la inversa. De igual manera, con el uso de las cámaras, los chanchullos y las copias durante las pruebas prácticamente pasarían a la historia. En este sentido, constituye una útil herramienta para mejorar la disciplina y combatir el hostigamiento escolar.
En cuanto a los riesgos, el empleo de este tipo de vigilancia puede convertirse en una obsesión para algunos padres. Lo que podría mermar no solo su tranquilidad, sino también la creatividad y los vínculos de los niños con sus cuidadores, ya que ambos, sabiéndose observados permanentemente, no siempre actuarán de manera espontánea, sino como se supone que deberían actuar, según los criterios de quienes los observan.
En cuanto a los colegios, los estudiantes pueden interpretar la presencia de cámaras a disposición de sus padres o tutores como una invasión a su privacidad, y esta intromisión podría deteriorar la comunicación entre ellos, algo esencial para mantener una buena relación en el hogar.
Respecto a las universidades, se supone que quienes asisten a este tipo de establecimientos lo hacen sabiendo que están allí no para agradar a sus progenitores, sino por su propio bien, y que depende de ellos el ser buenos profesionales. De allí que, con el uso de cámaras de vigilancia, a los universitarios se les estaría dando el mensaje de que siguen siendo unos niños que necesitan ser controlados. Lo que puede afectar no solo su desarrollo emocional, sino también contribuir a que no asuman sus responsabilidades y sigan comportándose como adolescentes.