El ruiseñor y la alondra
La pasión nos puede llevar a exageraciones como que el régimen actual es peor que la dictadura
Cuenta Shakespeare en Romeo y Julieta que la única noche que los amantes estuvieron juntos escucharon el canto de un ave. Romeo dijo que era la alondra porque ya estaba amaneciendo. A su vez, Julieta dijo que no se trataba de la alondra, sino del ruiseñor que canta de noche, y que por tanto aún tenían tiempo para estar juntos. Fue el colombiano William Ospina quien me hizo reparar en este detalle, no menor, de la obra del dramaturgo inglés.
Es posible que dos personas vean un mismo fenómeno pero que sus interpretaciones sean diametralmente opuestas; y ambas creen que están en lo cierto. Si asumimos que la diferencia es riqueza, lo sensato sería escuchar al otro. Luego, hay dos caminos: aceptar los argumentos de él como importantes y valiosos y modificar nuestro punto de vista, o mantenernos en nuestra posición pero respetando el derecho de los demás a pensar de manera diferente. Esa es la esencia de la democracia.
Y ya sabemos que en comunicación el silencio también construye significaciones. Lo democrático también es respetar el silencio de los demás. Sin embargo, con demasiada frecuencia enrostramos al que no piensa igual que nosotros, considerando que es un “delito” no estar de acuerdo. Nace, entonces, el autoritarismo, que no debe ser visto como una práctica solamente política, sino inherente a todos los seres humanos. Hay un pequeño dictador dentro de cada uno y a veces éste sale incluso en defensa de la democracia y la libertad. ¿Acaso Stalin no contó con el apoyo de la gran mayoría de los viejos bolcheviques que habían combatido contra el zarismo, y sufrido el exilio, prisión, torturas y residenciamientos en Siberia? Y luego el sepulturero de la revolución de octubre los mandó a matar.
La pasión nos puede llevar a exageraciones como que el régimen actual, votado y apoyado por la mayoría de los bolivianos, es peor que la dictadura. Esto por supuesto es un absurdo y lo sabemos los que vivimos y luchamos contra las dictaduras.
Lo propio ocurre con el enunciado de que reelegir a Evo Morales no es democrático. Pero, ¿y si la mayoría de los bolivianos sigue apoyando al primer mandatario indígena y quiere que siga gobernando? ¿Acaso la democracia no es el deseo de la mayoría resguardando el derecho de la minoría a luchar por convertirse en mayoría en algún momento? Porque ni Romeo, el hombre que escuchó a la alondra, ni Julieta, la mujer que oyó al ruiseñor, estaban equivocados. Era su corazón el que les dictaba sus impresiones. Lo grave sería que alguno de ellos se enoje porque el otro piensa diferente.