Nuevos escenarios
Es en estos momentos que la necesidad de una planificación a mediano y largo plazo se hace evidente.
Día a día los diferentes desastres naturales a los que nos enfrentamos, sean inundaciones, incendios o deslizamientos de tierras, demandan de nosotros la necesidad de contar con instrumentos de prevención, planificación y respuesta a las consecuencias sobre cómo usamos y vivimos en nuestros paisajes.
Mientras bajan los caudales de los ríos Madre de Dios, Beni y Acre; y se reportan nuevas crecidas del río Mamoré que amenazan al municipio de Guayaramerín, los datos preliminares sobre los daños provocados por las inundaciones son cada vez más alarmantes (más de 23.000 familias damnificadas en los departamentos de Beni y Pando, la pérdida de aproximadamente 200.000 bovinos en el Beni y cerca de 52.000 hectáreas bajo producción agrícola afectadas en todo el territorio nacional, según fuentes oficiales); y la población se cuestiona sobre las causas de estos fenómenos que han generado millonarias pérdidas económicas e infraestructuras dañadas, además de los impactos ecológicos que aún no se conocen.
El aumento en la frecuencia e intensidad de eventos extremos como las fuertes lluvias e inundaciones que estamos observando nos advierte que el cambio climático es una realidad que nos está afectando. Si bien la relación entre las inundaciones y la construcción de las represas hidroeléctricas en Brasil está en cuestión, no cabe duda de que este tipo de proyectos deben contar con estudios de impacto ambiental que contemplen estos escenarios de cambio climático, lo que nos hace pensar en la necesidad de complementar mucho más los instrumentos legales para evaluar el impacto socioambiental de todo proyecto de infraestructura.
Ante este panorama, nos queda sumar esfuerzos y articular acciones entre los tres niveles del Estado (nacional, departamental y municipal) y la sociedad civil, para atender la emergencia y empezar con las labores de reconstrucción. En adelante, esperemos que las lecciones aprendidas sirvan para fortalecer las políticas y acciones para una adecuada gestión de riesgos que nos permita convivir con estos nuevos escenarios.
Si bien la problemática del cambio climático siempre parece alejada de nuestra realidad, sin embargo es en estos momentos cuando la necesidad de una planificación a mediano y largo plazo, y no solo en respuesta a la emergencia, se hace evidente. Si a esto sumamos que sobre el efecto del cambio climático debemos tener en cuenta los efectos directos de las obras de infraestructura, estamos ante un panorama complejo de abordar.