La nueva directiva de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP) se ha estrenado con fuerza… en la dirección equivocada. Cuando un joven periodista es acusado de espionaje y de revelación de secretos, y cuando los tribunales, contra su costumbre, aceleran todos los plazos y —fieles a sus usos— actúan sin la transparencia requerida, la flamante directiva elige hablar de una “cortina de humo” (Lupe Cajías).

La fórmula ganadora en abril pasado fue elegida con una representatividad que debería llevarlos a procurar (con más tino que la Procuraduría) recuperar su legitimidad, al día de hoy inexistente. Sin embargo, no están los tiempos para aperturas cuando la campaña ha dado inicio y, antes de solidarizarse con el compañero injustamente puesto en el cadalso, mejor dar rienda suelta a las más descabelladas hipótesis (así no se desentona con las psicotrópicas lecturas de las últimas encuestas).

Raúl Peñaranda piensa, es evidente, que la oposición, que la política en el país, que el mundo empezó a girar cuando publicó el libro Control Remoto. En su artículo “Juicio a La Razón, ¿genuino o tramoya?”, deja caer que el propio presidente Evo Morales, seguramente aterrado por la incorporación de Control Remoto a la currícula escolar, se sumó a la tramoya. En otro momento apunta que: “(…) no se puede descartar que esto no sea más que una tramoya, justamente para evitar que persista el descrédito de La Razón, debido a que es un diario que pertenece a la órbita del oficialismo”. La rigurosa manera que tiene Peñaranda de probar y descartar sus hipótesis está a la vista tanto en este artículo como en el reciente best seller en Amazon Control Remoto. Esta manera se inscribe, sin rubor y con prisa, en la escuela del prestigioso intelectual norteamericano Donald Rumsfeld, quien tenía como máxima que “la ausencia de prueba no prueba la ausencia”.  

En esa misma línea, apenas un mes después del origen del mundo (para quien no se haya enterado aún, todos nacimos con la presentación de Control Remoto), Raúl Peñaranda ya sabe a ciencia cierta que las ventas de La Razón cayeron estrepitosamente. Fuente, Carl Sagan. Hipótesis: “(…) en el oficialismo considerarían viable un cambio en los cargos directivos de La Razón para, de esa manera, intentar recuperar parte del prestigio (y las ventas) perdidas como consecuencia de ser un diario ligado al Gobierno”. Es decir, en lugar de hacer valer el supuesto control remoto y decidir cambiar a la dirección de La Razón sin demasiado trámite, se optaría por la alternativa b y, para despistar, se monta un juicio con luz tenue, se cuestionan garantías constitucionales, se pasa por encima de la Ley de Imprenta, se acusa duramente a unos cuantos periodistas (con quienes se acuerda previamente), etc., en fin, ya sabemos que muchas veces el MAS opta por el camino difícil.

Fue, no cabe duda, una vergüenza usar el lugar de nacimiento de Peñaranda para desacreditarlo. Hay que discutir su libro, no el lugar donde aprendió a leer. Sergio de la Zerda lo ha hecho de muy buena manera, sin tener que recurrir a calificativos como traidor y cobarde que vienen tan poco al caso como el lugar de nacimiento. Sin embargo, resulta igual de vergonzoso que, antes de apoyar a un periodista en una situación comprometida, quien también encabeza la nueva directiva se pregunte primero en qué medio trabaja y después decida no solo no defenderlo, sino poner en duda su situación. Ello da a pensar que la flamante directiva de la APLP ha decidido hacer campaña por su bloque antes que defender a uno de sus supuestos representados.