He leído con atención el artículo Los Jurásicos publicado el 6 de junio en La Razón, y por estar en desacuerdo, quisiera rebatirlo con algunas ideas.

Comparar la masacre de Stalin con la dureza del liberalismo de hace 200 años es una apreciación incompleta en el tiempo. Los gulag no existían hace 200 años, ni el estilo del Pot Pot es comparable con la sumisión liberal hacia los países “conquistados”. Tampoco es válido igualar a Popper con Oppenheimer, quien además se refirió erróneamente al “racismo en Bolivia” como equivalente al apartheid de Sudáfrica, lo que demuestra que este segundo “filósofo” no siempre conoce la realidad de nuestra región.  

Olvidándonos de lo que aconteció hace 200 años, al hablar de lo que ocurre hoy en día (siglo XXI) con el “socialismo totalitario” a partir del cuento de la mayor participación ciudadana según el “nuevo modelo”, no se puede evitar referirse a la economía “liberal” versus la “socialista”, sea comunitaria o andina, en términos de desarrollo humano; y para ello no hace falta comparar lo que ocurre (sin “apaleadores”) en Chile, Perú y Colombia frente a Cuba, Argentina y Venezuela.

La pregunta es ¿por qué los países asiáticos han experimentado un desarrollo económico sostenible en los últimos 50 años mucho mayor que las naciones latinoamericanas? Una posible respuesta podría ser que la teoría Cepalina de la dependencia y de la sustitución de importaciones no fue publicada en inglés, y por tanto no fueron leídas por los asiáticos; es decir que en el Asia las teorías de Prebisch no fueron estudiadas ni mucho menos internalizadas. ¿Se imaginan cómo estaría el Asia, China incluida, si en ese continente se hubiese aplicado esta doctrina que llevó al estancamiento a los latinoamericanos en los 90, hasta que “algunos” países de la región decidieron globalizarse y así emprender un desarrollo sostenible?

En Bolivia la disminución de la pobreza viene dándose desde la Revolución del 52, implementada por un gobierno que no era socialista, sino nacionalista, no alineado a corriente internacional alguna. El modelo socialista latinoamericano, cuyo fracaso se puede apreciar en las calles, se encuentra alineado ya sea a Cuba, o a otros países de la región, entre éstos Venezuela.

En resumen, no hay que comparar únicamente los modelos desde el punto de vista de las libertades, sino también desde la economía y sus resultados. Si se produjo el derrumbe del comunismo fue precisamente porque al sector estatal se le agotaron las fuerzas por su ineficiencia. ¿El cambio de posición de Eduardo Galeano significa algo para los neomarxistas? El acceso a la tecnología y la interconectividad no están garantizados en los regímenes estatistas. El último libro de Peter Diamantis sobre la abundancia confirma que el liberalismo económico ha aportado más al mundo (tecnológicamente) que el socialismo estatizante. Hoy en día el más pobre hace uso de las tecnologías “liberales”, y el palo de hace 200 años ya no está permitido en los países democráticos, pero sí en los totalitarios, que no tienen la capacidad de crear nada. De los más de 130 países que conforman el G77+China, el 95% sigue el liberalismo económico, a los que no deberían atacarse siendo anfitriones de este evento lleno de “jurásicos”, despreciados por el autor del referido artículo.