Desazón bancaria
Se percibe desencanto y molestia en algunos ciudadanos frente a las expectativas que tenían.
Cuando para nadie son desconocidos hoy los créditos de vivienda de interés social que ofrecen los bancos (luego de tanta publicidad), tampoco son desconocidos los sinsabores con los que se tropieza antes de un desembolso. Y aunque las reglas no solo para éste, sino para los distintos tipos de crédito están dadas, es necesario reflejar aquellos bemoles entre banco y prestatario que de pronto matan o hacen decaer las ilusiones de la gente.
En principio, y a propósito del 15 o 20% de aporte propio que piden las instituciones bancarias a los solicitantes del crédito de vivienda mencionado, ocurre que cuando una persona o una pareja se esmera en ahorrar dicho porcentaje y luego va al banco para financiar el resto, se estrella con la frase: “con lo que usted gana, solo le podemos prestar X monto”, es decir una quinta, tercera parte, o la mitad de la cantidad requerida. ¿Y de dónde conseguirán el resto estos ciudadanos si con sacrificio lograron reunir ese 15 o 20%? Aquel detalle tan determinante debiera estar claro en la publicidad que se difunde.
Pareciera que solo aquellos que ganan sumas importantes pueden optar a este tipo de préstamo. Pero, ¿serán ellos las personas a las que se buscaba beneficiar? O como gran parte de la población no alcanza altos ingresos, ¿deberá buscar terrenos o casas ubicados en el “fin del mundo” para obtenerlos a un precio irrisorio y por tanto “accesible”?
En el caso de los documentos de un inmueble exigidos como requisitos por las entidades financieras, éstas no consideran lo engorroso o casi imposible que resulta obtener algunos de ellos, ya que existen, por ejemplo, zonas íntegras que no están saneadas o dueños sin papeles al día. A fin de no perder la oportunidad de compra, se debiera flexibilizar y considerar ciertas situaciones.
En el caso de los créditos de consumo, la barrera en algunos bancos es el garante. Hoy nadie quiere serlo porque como tal se le cierran las puertas para un préstamo o ya tiene uno, o es garante de otra persona, o gana un monto inferior. ¿Por qué depender de este escaso personaje y no analizar otras alternativas?
También en ciertas entidades financieras es notorio el poco valor que se le da a que ambos esposos trabajen, pues en lugar de ser un punto a favor para prestarles más dinero, predomina el criterio de que el cónyuge solo es un codeudor.
Así, se percibe desencanto y molestia en algunos ciudadanos por no sentirse dignos de confianza, pese a haber sido buenos pagadores. ¿Y los beneficios de la famosa lista azul?
No se busca desmerecer el hecho de que el Gobierno quiera facilitar vivienda a todos, pero los vericuetos y las exigencias bancarias antes de llegar al desembolso desgastan y desaniman a los beneficiarios.
Lo mejor será que la gente no se deje marear la cabeza con tantas ofertas llamativas y se informe primero muy bien, para tener claro desde el principio que habrá muchas murallas que rebasar.