Campaña en las plazas
Algunos partidos políticos prefieren ser amonestados antes que adecuarse a la norma.

Con la promulgación y puesta en vigencia, el lunes 1 de septiembre, de la Ley Municipal de Control de la Propaganda Electoral y su respectivo reglamento, ha quedado claro qué se puede y qué no respecto del uso del espacio público para fines de campaña electoral. Aún así, algunos partidos han preferido ser amonestados por la municipalidad antes de adecuarse a la norma.
En efecto, la Ley Municipal 092, que por sus disposiciones es complementaria a las normas emitidas por el Tribunal Supremo Electoral, en el marco de la jurisdicción de La Paz, dispone claramente cuáles son los límites en la utilización de calles, parques y plazas, además de los bienes inmuebles privados, para las actividades proselitistas en las que los cinco frentes políticos en competencia se hallan enfrascados.
Los dos primeros partidos en ser amonestados en el marco de la nueva ley han sido, irónicamente, el Movimiento Al Socialismo (MAS) y el Movimiento sin Miedo (MSM), que hasta ahora habían demostrado su superioridad en la ciudad sede de gobierno tomando prácticamente todas las plazas y parques, en una suerte de competencia por quién cubre más espacio público con sus banderas y símbolos partidarios, al extremo que en más de una ocasión se produjeron actos de violencia por el control territorial del espacio público. Al respecto, la ley limita el espacio de difusión de propaganda “a un tercio del total de la plaza, rotonda o parque, garantizando que no se perjudiquen los espacios aledaños de circulación, como paseos, juegos, aceras o áreas verdes”.
Precisamente porque es previsible que este tipo de restricciones, y otras similares, serán ignoradas al calor de la competencia por la atención del electorado, la comuna convocó a las organizaciones políticas habilitadas para los comicios electorales del 12 de octubre, para que suscriban un convenio para el cumplimiento de esta normativa y para la designación de espacios públicos en los cuales los partidos pueden instalar sus carteles, pasacalles, banderas y otras piezas de propaganda.
Bien mirado, este tipo de disposiciones no debieran ser necesarias si es que los partidos políticos, o los ejecutores de sus estrategias de campaña, fuesen mínimamente respetuosos de los principios que dicen observar, comenzando por el respeto a los bienes públicos y privados, tanto como a sus ocasionales adversarios. Pero es evidente que no sucede, y así como un día cubren una plaza con banderas y carteles, al otro organizan ruidosos actos que se prolongan hasta pasada la medianoche afectando el descanso de los vecinos.
Es deseable, pues, que este tipo de disposiciones ayuden a la población a disfrutar siquiera mínimamente del espacio público, mientras los militantes de los partidos en campaña hacen un esfuerzo por limitar su entusiasmo, evitando afectar los derechos que les corresponden a todas y todos.