Licorerías ilegales
Sería deseable que la Alcaldía de El Alto permita la apertura legal de las licorerías
Las licorerías que funcionan ilegalmente en El Alto gozan de muy buena salud, ello pese a que se encuentran instaladas a la vista y paciencia de las autoridades. De hecho, solamente 23 se encuentran registradas legalmente en la municipalidad, un número ínfimo en relación a la gran cantidad de negocios de este tipo que existen en la segunda urbe más poblada del país.
En efecto, La Razón pudo constatar que solamente en la Ceja existen al menos 90 establecimientos de esta naturaleza. Una de las razones de su proliferación de manera ilegal es que en 2007 la Alcaldía aprobó una ordenanza que prohíbe la apertura de negocios dedicados a la venta de licores, y solo los locales registrados antes de la promulgación de esta norma pudieron legalizar su situación.
Desde entonces cayó en manos de la Policía la responsabilidad de evitar la aparición de nuevas licorerías. Labor que, como es de suponer, no está siendo cumplida. Adicionalmente, estos locales evitan los controles municipales con argucias legales, argumentando, por ejemplo, que se dedican a la venta de todo tipo de productos.
Ahora bien, además de promover el consumo de alcohol, el mayor riesgo de estos negocios estriba en la venta de bebidas adulteradas y/o vencidas, que constituyen un grave peligro para la salud (las consecuencias del consumo de estos tragos van desde problemas intestinales, pasando por la pérdida parcial o definitiva de la vista, hasta la muerte).
Al ser clandestinas, el control que el Gobierno Municipal puede ejercer sobre las licorerías es prácticamente nulo, ya que desconoce no solo su ubicación, sino también las señas de los dueños que administran estos establecimientos. Y en muchos de estos locales, como bien pudo constatar un reportaje de La Razón publicado en marzo de 2012, se divide el contenido de las bebidas espirituosas en varios envases que posteriormente son rellenados con agua y/o alcohol para su comercialización.
Asimismo, tanto en la sede de gobierno como en El Alto, en reiteradas oportunidades se han allanado destilerías que operaban sin las mínimas condiciones de salubridad. De allí la importancia de tomar recaudos a la hora de ingerir bebidas alcohólicas, particularmente en feriados como el que acaba de finalizar, pues son aprovechadas por quienes se dedican a la comercialización de tragos adulterados.
Por todo lo señalado, sería deseable que la Alcaldía de El Alto permita la apertura legal de las licorerías, ya que, como antes se dijo en este mismo espacio, la prohibición de ciertas actividades económicas no logra sino promover un mayor descontrol y la aparición de organizaciones criminales que se dedican a administrar estos negocios de manera clandestina, tal como ocurre con la venta de droga o de alcohol, en este caso.