¡Transformar la ciudad!
Las transformaciones urbanas deben ir acompañadas del conocimiento y la experiencia del habitante
En las últimas semanas, la propuesta de transformar la ciudad fue reiteradamente utilizada en las ofertas electorales como pretensión y meta de los cambios que será objeto la urbe paceña. Este hecho ha despertado la atención en algunos ciudadanos por el significado profundo y complicado que tiene la palabra “transformación” y por la riqueza de su contenido. Si bien posiblemente fue utilizada para crear expectativa en la ciudadanía sobre los nuevos planes municipales, parece importante la valoración del sentido que conlleva. Un motivo suficiente para interesarnos en el nuevo destino de La Paz.
Para empezar, cuando se prometen nuevos caminos para esta urbe, sería bueno que, a medida que se conciban los proyectos y sean de gran magnitud, la población se entere de ellos. Asimismo, parece oportuno pensar en la inclusión de otra palabra en tales cambios: creatividad. Solo así se podrá evidenciar que La Paz se encaminará al futuro dentro del ideal de una “transformación con creación” concebida como respuesta a las necesidades y requerimientos de esta urbe y sus habitantes, una atención expresa del aprovechamiento de las cualidades y valores propios de una ciudad con identidad singular.
Si bien afirmar aquello pareciera tocar un mundo no solo complicado, sino esencialmente desconocido, su búsqueda es de vital importancia, porque nos asegura que La Paz encontrará en esa transformación una propuesta contemporánea resuelta creativamente, que podría surgir apoyada en el mundo de la cultura. No deja de ser interesante el comprender que todo cambio, toda ampliación, todo desarrollo y toda conversión forman parte de una transformación; y es por ello que en muchos casos ésta requiere ir acompañada del conocimiento y la experiencia del habitante para que se sienta parte del cambio. De este modo, ambas fuerzas caminarán de la mano, y el disfrute y apropiación de la ciudad transformada podría constituirse en una verdadera revelación.
Las copias foráneas han hecho mucho daño a las urbes. En anteriores artículos hemos realzado los valores conceptuales con los que nació la modernidad, útiles para acuñar y legitimar las obras de la nueva arquitectura de esos momentos y el arte moderno. Empero, si lo positivo que trajo ese periodo fue el nacimiento de las metrópolis, no sucedió lo mismo en el plano netamente urbano. El objetivo de querer generalizar ciertos criterios con la implementación de principios establecidos para todas las ciudades, especialmente en la primera etapa de la época moderna, lograron que esa “implantación” se mostrara como una perversidad en los procesos de construcción de las urbes. Sin embargo, esos cuerpos doctrinales fueron rechazados en la mayoría de los casos y abandonados sabiamente por la población.
Es así que toda imposición puede lograr resultados que fueron y seguirán siendo un fracaso para la vida privada y pública de las ciudades. Realidad que no está lejos de algunas experiencias recientes en ciertas urbes. Ello reafirma el hecho de que actualmente toda transformación no debe olvidar humanizar la ciudad.
No es posible pensar que las ciudades dejaran de cambiar, ya que el crecimiento poblacional y las migraciones permanentes lo exigen; empero, si las transformaciones son buenas y creativas, su legitimidad histórica, cultural y técnica será la fuerza para un éxito futuro.