El Papa y la Justicia
En Palmasola, el Papa mencionará la profunda herida social que produce la injusticia carcelaria
El 8 de julio próximo, el papa Francisco seguirá rompiendo viejos esquemas al pisar la tierra de la Bolivia revolucionaria de Evo Morales, en una visita que promete ser histórica para una Iglesia que no siempre ha estado del lado de los pobres, de las víctimas, ni de los excluidos.
En el aeropuerto de El Alto de La Paz, Francisco dirá que llega con humildad y con la misión de promover un proceso de reencuentro que contenga el reconocimiento de las culpas, el acto de reparación, el perdón y la reconciliación. En el lugar donde fue asesinado el sacerdote Luis Espinal por haber denunciado los negociados y la represión de las dictaduras militares, Francisco bendecirá a todas las víctimas y descendientes de los torturados, perseguidos y asesinados. Pedirá perdón porque su clero en Bolivia, y la curia en el Vaticano, mantuvieron ante esos crímenes un silencio que en la ley de los hombres es un crimen de complicidad.
En el Palacio de Gobierno saldrá al balcón, y ante el pueblo aglomerado a sus pies para recibir su bendición, Francisco anunciará que, como acto de reparación, ha decidido ordenar antes de su partida que el Vaticano desclasifique sus archivos concernientes a las dictaduras bolivianas. Al ingresar al salón presidencial, le entregará en privado al presidente Morales una denuncia llegada al Vaticano en la que se establece que “la Justicia boliviana se ha convertido en un peligro para el mundo, ya que allí se falsifican instrumentos legales para delinquir, se compran jueces, testigos, notarios, abogados y fiscales, de modo que los juicios falsos llegan hasta el dictamen final del Tribunal Constitucional sin que las víctimas puedan siquiera enterarse”.
Al día siguiente, en Santa Cruz, durante la misa que celebrará en el Cristo Redentor, Francisco pedirá perdón por la participación de su iglesia desde los tiempos coloniales no solo en las masacres y la represión de indígenas, sino también en su aculturación, para incorporarlos como sirvientes en la cultura colonialista del blanco. Por sobre todo, pedirá perdón por la utilización de Dios para beneficio de las clases opresoras, ya que la enorme fe del pobre —dirá— nunca más debe ser utilizada como mecanismo conductor de ideología política represiva, ni de control social, para arrodillarlo en obediencia ante el abuso y la criminalidad que emana del poder.
Durante el II Encuentro Mundial de Movimientos Populares y Sociales, Francisco pronunciará un histórico discurso fundamentado en las bienaventuranzas de Mateo 5: 1-16, cuyo mensaje para los justos, hambrientos, y sedientos de justicia que claman por sociedades más justas es “vosotros sois la luz del mundo”. Pedirá a los presentes que conti-núen con fe su lucha, porque Dios no pudo habernos condenado a ser víctimas del abuso del poder en la tierra, con la promesa de justicia en el cielo.
Finalmente, en la cárcel de Palmasola mencionará la profunda herida social que produce la injusticia carcelaria, siendo además la punta del iceberg de la corrupción judicial que le mencionó al Presidente el día anterior.
Algo así dirá el Papa de los pueblos, con el fin de reivindicar el valor práctico de la fe para la vida del ser humano, resucitándole en el alma la certeza de la existencia de Justicia no solo en el Cielo, sino también en la tierra. Éste es, por supuesto, un sueño antes inimaginable, que ahora los actos del papa Francisco nos incitan a atrevernos a soñar.