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Friday 17 May 2024 | Actualizado a 13:00 PM

El niño de la maleta

Por debajo de esta grotesca aventura sigue circulando la estricta normativa de reagrupamiento familiar

/ 13 de junio de 2015 / 07:44

La peripecia de Adou para entrar en España y reunirse con sus padres regala un análisis esclarecedor sobre el funcionamiento de los gobiernos. Sería un poco pobre consolarse con la anécdota o la ya anunciada película con final feliz para la tele.

Mientras la valla fronteriza es cada vez más alta y las dificultades de alcanzar una migración legal cada día son más bajas, la sociedad es enmudecida con noticias que hablan de la presión de los norteafricanos para entrar en Europa. Su aventura dramática precisa de una pátina de humanidad cada vez que hay un naufragio masivo, pero también de apropiados pánicos para endurecer las leyes, la represión y la devolución urgente e internamiento por contrarios al derecho que sean. Por eso la aventura del niño que atravesó la frontera española embutido dentro de una maleta cobra tanto interés.

Esa imagen del escáner de vigilancia, ya icónica, con el niño plegado sobre sí mismo dentro de la maleta, es una variante de la ecografía preparto que todos los padres atesoran de foto fundacional del álbum centrado en sus hijos. Las autoridades no pudieron permitir, cuando el caso se personaliza, quedar como los malos en una película tan emotiva. Así que a un ritmo inusitado para nuestro funcionamiento legal, los padres fueron reunidos con el niño y los informativos nos propusieron una vida futura y plena en Fuerteventura para esta familia de Costa de Marfil. Estamos todos tan contentos que dan ganas de que el próximo telediario lo patrocine alguna marca de refrescos.

Y sin embargo, por debajo de esta aventura grotesca sigue circulando la estricta normativa de reagrupamiento familiar. Llevamos años viviendo muy de cerca la tragedia de emigrantes con tarjeta residencial en España que se ven incapaces de traer a sus hijos menores a vivir con ellos porque la ley les pone todo tipo de trabas, exigencias económicas y barreras normativas. Es habitual que sean las mafias, previo pago de cantidades pornográficas, como les sucedió a los padres de Adou, las que se encarguen de las gestiones burocráticas bajo cuerda o el cruce de fronteras furtivo. Los precios oscilan en varios miles de dólares, extraídos del salario de gente humilde con la connivencia de una autoridad que se tapa los oídos y los ojos, eso en el mejor de los casos. Pero en la peliculita urgente de las semanas pasadas todos querían jugar el papel de buenos.

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El mecanismo

Al transformar cada discusión en una pelea de trinchera política se destroza la calidad del debate

David Trueba

/ 30 de agosto de 2023 / 08:30

Conviene insistir en un detalle. Aunque parezca contradictorio, las sociedades avanzan gracias a la resistencia al cambio. Cuando hace mil años la iglesia consideraba pecaminoso comer con tenedor, pues el alimento había de ser llevado a la boca con la mano para no contaminarse de las nuevas tecnologías, fue seguramente lo grotesco de la argumentación lo que acabó por imponer la cubertería familiar. Y así, hasta el día de hoy, cuando un paso atrás es ejecutado sobre una argumentación errónea, banal o sencillamente reaccionaria, y aunque aparente lograr una victoria puntual, muy poco después asiste a su propia derrota por la maza pesada del sentido común. El reloj biológico solo sabe avanzar, por eso el progreso es siempre tan desasosegante para los que querrían que su paisaje personal permaneciera inmutable. Es inútil volver a repasar la polémica del presidente de la Federación Española de Fútbol tras el triunfo de las mujeres en la Copa del Mundo. Quizá tenga más interés analizar lo que ocurrió antes, cuando las jugadoras promovieron un plante para cambiar las cosas y el resultado fue un ejercicio perfecto de amedrentamiento, humillación y represalia. Los que aparentaron ganar puede que en estos días estén alcanzando la más honda de las derrotas. Ojalá.

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La comparecencia de Rubiales para anunciar que no dimitía, tan parecida a la de otros dirigentes políticos que decían eso de no me iré, no me vencerán, no surrender, etc., tenía un ribete económico nada desdeñable. El cargo le garantizaba la compra de aplausos y voluntades, fuera del cargo su presencia pasa a ser de una atronadora inanidad. Lo que se practicó como una lección presencial para la formación de sus hijas, y hasta de su madre, se transformó en otra lección de muy diferente cariz que han recibido todos los jóvenes españoles para conformar su hoja de ruta. La gente del pasado puede no comprender ni asimilar lo que ocurre, pero los del futuro no tienen otra posibilidad que hacerlo y aplicarlo a su propia vida. De todas maneras, y en aras de la pedagogía social hay un detalle del discurso del presidente de la FEF, esa institución híbrida entre el negocio privado y la explotación de la simbología nacional, que no deberíamos desaprovechar.

En un instante de su delirante discurso, apoyado por la polarización política del país, el culpable trató de ampararse en un falso victimato. No sé si hay falso feminismo, pero falso victimismo sobra a paladas. Allí señaló a varios líderes de los partidos de izquierda para simular que era preso de una cacería política. Se olvidó de añadir a todos los políticos de la derecha que también han aborrecido de él y han exigido su cese inmediato. Intentaba de ese modo convertir su penuria personal en una patraña ideológica, donde al asociarse a un bando contaría con la defensa automática del bando contrario. Esa miserable forma de manejar la responsabilidad es algo que también vemos constantemente emponzoñar el debate sobre la crisis climática, los avances en libertad sexual, la transición tecnológica, el precio de la vivienda y los servicios públicos. Al transformar cada discusión en una pelea de trinchera política se destroza la calidad del debate. Él lo intentó y falló estrepitosamente. Pero otros lo logran cada día y deberíamos aprender del ejemplo grosero de esta semana, para armarnos de valor ante esa vileza.

(*) David Trueba es columnista de The New York Times

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Sueñan los niños

Nadie se atreverá a contar la fuga de ‘El Chapo’ Guzmán con la grosera impostura en primer plano

/ 14 de agosto de 2015 / 04:01

La fuga de El Chapo Guzmán ha desatado ese plumaje del periodismo tan aficionado al espectáculo. Negada su extradición a Estados Unidos, era cuestión de tiempo que el capo encontrara una puerta de salida a la libertad o esas formas del privilegio carcelario que te garantizan manejar los hilos pero desde una oficina del delito salvaguardada por funcionarios del Estado.

La admiración general tiende siempre a postrarse ante la audacia. No faltaron los gráficos con detalles de la ingeniería del túnel, como no faltan ahora, sobre todo en México, las especulaciones y leyendas urbanas, que hablan de una liberación soterrada, de un enfrentamiento entre clanes, de suplantaciones de personalidad y de mitos en la tierra de los guerreros enmascarados y el patetismo sentimental, que tan bien retrata el cine de Arturo Ripstein.

Faltaba la adaptación de Ridley Scott, nueva apuesta por la fotogenia del crimen, que fascina a quienes llevamos esta vida mediocre respetando las normas. Nadie se detiene en esas películas en el semáforo en ámbar ni rellena el parquímetro ni se sienta a completar la declaración de la renta ni tan siquiera avisa en casa de que no irá a cenar.

Esta fascinación, no se me ocurre otra razón, explica que abunden tantas películas sobre Pablo Escobar, que va camino de ser un Napoleón del siglo XX si la historia del mundo se midiera al peso de las películas dedicadas a su personaje. Todos sabemos que la virtud no renta, pero confiábamos en que la ficción mantuviera algún tiempo más la esperanza de lo contrario.

El problema es que nadie se atreverá a contar la fuga de El Chapo con la grosera impostura en primer plano. Donde ven audacia lo que hay, sobre todo, es soborno. No quedaría bien para el relato de acción ver la pasmosa calma con la que el protagonista va a las duchas, se pasea, se cambia de chanclas y se pierde por el agujero, si antes lo que nos cuentan es cómo se paga una tras otra la mordida exigida, se engrasa el plan con los billetes que tuercen cualquier autoridad y se excava con una subcontrata mejor pagada que la del metro de la ciudad.

Es casi un relato funcionarial, una película gris de burócratas del crimen. Sería insoportable para el espectador que exige espectáculo, hoy también lector de prensa. Pero nadie la contará así, sino con ametralladoras recortadas y subfusiles sin límite de carga, para que sueñen los niños.

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¿Perderá Israel su momento?

Ciertamente la situación de Oriente Medio ha cambiado radicalmente, pero  en favor de Israel

/ 13 de junio de 2015 / 07:42

El nuevo gobierno de coalición de Israel, formado por la mayoría más pequeña posible en su parlamento, probablemente signifique que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, actuará aún con más cautela con la que ha procedido en el pasado. Esto es una tragedia, ya que Israel se encuentra frente a una extraordinaria oportunidad estratégica.

A primera vista parecería absurdo hablar con esperanzas acerca de las oportunidades para Israel. La región de Oriente Medio se encuentra en desorden, el radicalismo islam está invadiendo tierras que antes eran estables, Hezbolá y Hamas se encuentran activos y persiste el peligro nuclear iraní. Sumémosle a todo ello el repulsivo antisemitismo que aumenta cada vez más alrededor del mundo, tolerado y promovido en demasiadas comunidades musulmanas. Asimismo, parece un tiempo muy peligroso para el Estado judío. Esto mismo fue lo que Netanyahu insinuó al periodista de la cadena de televisión NBC Andrea Mitchell al explicarle, en medio de una entrevista, por qué había decidido dar marcha atrás en su apoyo para la consolidación de un Estado palestino. “Lo que ha cambiado”, dijo Netanyahu, “es la realidad”.

Ciertamente la realidad de Oriente Medio ha cambiado. Sin embargo, miremos más allá de los titulares. Si examinamos la situación más detenidamente, se puede observar que en realidad ha cambiado radicalmente en favor de Israel. En primer lugar, se puede apreciar la desaparición de la amenaza árabe. Desde su primer día de existencia, Israel ha enfrentado el peligro de extinción debido a los ejércitos árabes.

Ésta es la amenaza en contra de la cual el Estado judío se ha planificado, armado y entrenado durante la mayor parte de su vida nacional. No obstante, hoy en día esta amenaza ha desaparecido.

Los ejércitos de los principales adversarios estratégicos de Israel (Irak, Siria y Egipto) actualmente se encuentran desorganizados; mientras que las fuerzas armadas israelíes se han convertido en la superpotencia de la región, en una liga delante de todo el resto. Y más importante aún, Egipto, Arabia Saudita y los Estados más pequeños del Golfo se encuentran ahora en una alianza tácita con Israel en contra de Irán. Junto al general egipcio Abdel Fatah al-Sissi, Israel está interactuando con, probablemente, el presidente más anti-Hamas (y tácitamente pro-israelí) de la historia de Egipto.

Para comprender la profundidad de este cambio estratégico se debe tener en cuenta lo siguiente: se ha informado que los árabes están pensando crear una fuerza armada conjunta. Cuando eso ocurrió la última vez, en 1948 y en 1967, su propósito era borrar a Israel del mapa. Actualmente, su objetivo es luchar contra el mayor enemigo de Israel: Irán. Por esta razón, un comentarista del periódico israelí Haaretz observa: “Israel no solamente no está alarmada, sino que incluso se encuentra actualmente estática”.

En segundo lugar, los principales enemigos de Israel se encuentran presionados más que nunca. Irán y Hezbolá se han comprometido a defender al régimen de Bashar al-Assad en Siria, un desafío abrumador a largo plazo, dado que el Presidente sirio representa a los alautias, quienes conforman menos del 15% de la población de su país. Los informes varían dependiendo de cuán costoso ha sido este apoyo para Teherán.

El periódico The Economist estimó este apoyo en 15.000 millones de dólares, el equivalente al presupuesto total de defensa de Irán de cerca de un año. A su vez, Hezbolá se ha atascado en Siria, cientos de sus combatientes fallecieron allí. Es probable que el conflicto sirio continúe manteniendo ocupados y agotados a Irán y Hezbolá durante años. Es un problema muy severo, ya que el precio del petróleo ha disminuido, así como también los ingresos a Irán.

Al observar los conflictos en Siria, Irak, Yemen y Libia, es imposible no pensar que los principales enemigos de Israel, los chiitas y sunitas extremistas, se encuentran atareados matándose los unos a los otros. Por supuesto persiste el programa nuclear de Irán, a pesar de que actualmente se ha enlentecido significativamente. Sin importar los resultados de las negociaciones de Irán con Estados Unidos y las otras potencias occidentales, es grato recordar que Israel posee un poder nuclear disuasivo, que, según algunos, consta de aproximadamente 200 ojivas nucleares, muchas de ellas en submarinos. Por otro lado ha construido una muralla que redujo el impacto de los ataques terroristas contra Israel a prácticamente cero, y la Cúpula de hierro (sistema de defensa antimisiles) ha debilitado significativamente la amenaza de cohetes por parte de Hamas y de Hezbolá.

Además, la economía de Israel continúa avanzando en mayor proporción que la de los otros países de la región. Mientras sus ciclos de innovación y productividad tecnológica permanecen, el conocimiento de Israel es solicitado por países como China e India, que antes eran reacios a siquiera reconocer públicamente sus relaciones con Jerusalén. Así que, aunque enfrenta peligros reales, hoy en día Israel posee una política establecida para frustrar, impedir los problemas y defenderse con fuerza y efectividad.

Empero, el peligro para el cual no está protegido es el siguiente: continúa ejerciendo control sobre la franja de Gaza y la ribera occidental, tierras habitadas con aproximadamente 4,5 millones de personas que no poseen país ni voto. El sentimiento en Israel, que ahora gobierna el país, parece ser que si los problemas palestinos son ignorados, de alguna manera serán resueltos. Pero no lo serán, y resulta trágico que sea el momento, con tantos puntos a favor de Israel, en donde un liderazgo inteligente podría asegurar a Israel permanentemente como un Estado judío y democrático y hacer las paces con sus enemigos. Es una oportunidad de oro que se encuentra a la vista del primer ministro Netanyahu.

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Al alcance

Los discursos morales y preventivos se consumen como hielo al sol

/ 20 de diciembre de 2012 / 05:06

Los problemas son siempre los mismos. Las armas, sencillamente, proponen otra solución. El arreón compungido por la matanza en una guardería de Connecticut durará lo que duran los espasmos mediáticos. La estrategia tranquilizadora más habitual es rastrear la biografía del asesino. Casi siempre se cumple un rito. Pasamos de la imagen de normalidad total: un chico callado, un chico estudioso, un chico solitario, a la estampa más perturbadora: un sujeto rencoroso, un violento compulsivo, un marginal.

Finalmente llega la calma, porque el protagonista es reducido a una caricatura criminal, extraído de la normalidad y lo cotidiano para engrosar la lista de celebridad psicótica. Y entonces la sociedad respira porque se consuela al pensar que no era alguien de los suyos.

La más certera imagen de la soledad es la que te distancia de los otros. Aunque estén al lado, aunque sea el vecino de enfrente. En estos sucesos, las víctimas terminan por ser todas como tú o como tus hijos y los criminales pobladores de otro mundo, habitantes del lado oscuro. Sin saber que los dos lados son los nuestros. De ahí que las armas tengan tanto significado. Porque en realidad ofrecen una solución a los problemas de siempre. Rencor social, marginación, desequilibrio, instinto criminal, cualquiera de esas sensaciones es compartida. La gran diferencia es que en lugar de elegir la terapia, el alcohol, la euforia deportiva, el juego, la costura o la trascendencia filosófica, un tipo tiene cerca un arma, que se le propone como una solución.

Las armas entran en casa como afición deportiva, como apuesta por la seguridad frente al compartido miedo, como atracción fetichista, como pasatiempo o como gozosa práctica de fin de semana. Son un objeto glamurizado, que propone una ficción de libertad y autoprotección. En realidad son una solución al alcance de la mano. Una solución para los problemas de toda la vida.

La violencia real entra con estrépito entre las ingentes riadas de violencia de pega. Y los discursos morales y preventivos se consumen como hielo al sol. Porque una mayoría estable insiste en que las armas no son el problema. Y tienen toda la razón. Las armas no son el problema. Sencillamente proponen otra solución, que por desgracia, está al alcance de la mano.

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Histeria

Relacionar la llamada falsa de la Reina con el debate de control de la prensa es disparatado.

/ 17 de diciembre de 2012 / 09:00

Que la sociedad se mueve por arreones de histeria es algo que debería preocuparnos. Lo hemos visto con la desgraciada broma de una radio australiana que suplantó la voces de la Reina de Inglaterra y su hijo para sonsacar información sobre el estado de salud de Kate Middleton a unas enfermeras del hospital donde estaba ingresada.

El asunto no mereció más que el divertimento general, por lo tosco y eficaz de la estratagema, pero al día siguiente, el suicidio de la enfermera propició titulares candentes y la indignación popular, expresada con la retirada del programa y mensajes fieros de los oyentes contra los locutores. El error en establecer la gradación crítica sobre el acto nos muestra una cara ridícula de nosotros mismos. Si la broma nos resultó indiferente, la consecuencia dramática nos llevó a equiparar a sus autores con homicidas.

Por esa regla de tres valoramos los actos en función de su resultado final. No consideramos el acoso como un delito grave salvo cuando ocasiona una tragedia. Y la puesta en circulación de imágenes íntimas sin el consentimiento de sus protagonistas alimenta nuestra curiosidad morbosa, salvo si las consecuencias son dramáticas.

Estuvimos dos años sin una mísera corrección institucional de las leyes que amparan el desahucio y bastó un suicidio para que los políticos corrieran a apagar el fuego. Pero la indignación ya no duraba cuando la ley resultante aprobada de urgencia ni tan siquiera hubiera podido aplicarse en el caso concreto de la mujer que se suicidó. Pero hasta los medios ya habían dejado de pisar el acelerador.

Relacionar la llamada falsa de la Reina con el debate de control de la prensa británica es tan disparatado como esas legislaciones redactadas bajo el choque emocional de un caso reciente. De la prensa nos tienen que proteger las leyes generales y el último suceso en la BBC, con la equivocada acusación de pederastia a un político retirado, nos proporciona dos claves interesantes.

El medio actuó con presteza, acordó una compensación económica para la víctima y forzó la dimisión de su jefe de corporación. Al otro lado, los miles de tuiteros que revelaron el nombre y causaron un daño evidente, pretenden evadir su responsabilidad. Todo arreones, entre sístole y diástole, de la histeria a la indiferencia.

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