Descentralización
Insistimos en concentrar burócratas, edificios mamotréticos y automóviles en el centro paceño
La descentralización urbana es motivo de múltiples estudios, pero, sobre todo, de esperanzas e ilusiones de mujeres y hombres que sufren, día a día, la despiadada concentración de la ciudad contemporánea. Mencioné en otras entregas que las ciudades atraen migraciones e inversiones por un afán especulativo y depredador, muy propio de las sociedades capitalistas dependientes que promueven “progreso y modernidad”. Dicho en lenguaje popular: las ciudades crecen porque siguen un modelo derechista y neoliberal.
Y así es. Vivimos un desarrollo urbano que en nada se parece a nuevos paradigmas del llamado Socialismo del siglo XXI. Diría más, invertimos montoneras de plata para agudizar ese proceso especulativo y concentrador que posterga el equilibrio entre el campo y la ciudad y la ocupación sabia del territorio nacional.
A estas alturas de capitulaciones ideológicas me pregunto si aún podemos concebir un proceso descentralizador. Si así fuera, ¿cómo se encararía el reto? Este planteamiento tendría que considerar dos niveles: uno externo y otro interno. El primero es la formulación de un desarrollo territorial e integral con planificación sistémica de temas como la metropolización, el fortalecimiento de poblaciones intermedias y la creación de nuevas ciudades. Esta última tarea está claramente manifestada en la nueva Constitución con carácter obligatorio, que el actual Gobierno no está cumpliendo.
La descentralización interna es impostergable, antes que nos volvamos locos y desquiciados en este maremágnum urbano que se ha convertido La Paz. Deben desconcentrarse las actividades en nuevas centralidades (La Portada, Obrajes, Villa Fátima, etc.) tal como está planteado en un proyecto municipal que debe implementarse cuanto antes. Pero, como ahora se desprecia a la planificación, insistimos en concentrar burócratas, edificios mamotréticos y automóviles en el centro paceño. Una bobería inexplicable en este nuevo tiempo.
Algunas reflexiones ideológicas para matizar el tema. Aunque duela, debo recordar que la política de Estado que más ha contribuido a un real proceso descentralizador en las últimas décadas es la Ley de Participación Popular, promulgada por un gobierno neoliberal. Fue una decisión visionaria que, todavía, no tiene parangón.
Como dicen los pensadores sensatos, emprender la descentralización es fortalecer la democracia y la equidad con eficiencia, transparencia y movilización; por el contrario, promover la concentración en nuestras ciudades (con una alharaca millonaria en la Tv) es postergar la construcción del sentido social, desaprovechar esta oportunidad histórica y nublar para siempre el horizonte revolucionario.