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Wednesday 8 May 2024 | Actualizado a 16:08 PM

Desafíos de una América Latina en movimiento

La alternancia electoral ocupa un lugar preponderante en esta nueva etapa de América Latina.

/ 11 de enero de 2016 / 08:51

Las últimas semanas de 2015 implicaron cambios en la dinámica política de un continente hegemonizado en la última década por gobiernos progresistas. La alternancia electoral ocupa un lugar preponderante en esta nueva etapa de América Latina, que en menos de 30 años viró radicalmente de dictaduras brutales a democracias en proceso de consolidación. La llegada al Gobierno argentino de Mauricio Macri el 10 de diciembre; la derrota del oficialismo en las elecciones legislativas de Venezuela el 6 de diciembre, con la correspondiente pérdida de la mayoría parlamentaria; y el pedido de juicio político contra la presidenta brasileña Dilma Rousseff constituyen los hechos recientes más notorios que marcan la nueva coyuntura continental. En la cual la resolución político-negociada del conflicto colombiano aparece como una posibilidad cada vez más real luego de medio siglo de guerra interna.

Alternancia en Argentina. La nueva coyuntura argentina lacrada en las urnas el 22 de noviembre del año pasado e institucionalizada con la asunción del presidente Mauricio Macri, “aunque inesperada, puede darse en el marco de un sistema político basado en el recambio democrático”, explica el profesor en comunicación social Eduardo Seminara.

Exvicerrector de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y diputado nacional del ahora opositor Frente para la Victoria (FpV), Seminara considera que algunas de las primeras medidas tomadas por el nuevo Gobierno “ponen en riesgo la legitimidad democrática al imponer decretos ejecutivos”. Como pasó con la “designación presidencial de dos nuevos miembros en la Corte Suprema de Justicia sin contar con el aval del Senado”, medida que causó tantas resistencias que fue finalmente pospuesta. O los ataques, también a través de decretos ejecutivos, contra leyes que habían sido debidamente aprobadas por el poder legislativo, como la Ley de Medios.

En el caso de mantenerse esta metodología de acción ejecutiva sin “respetar los instrumentos parlamentario-constitucionales (…) es muy probable y casi inevitable que en 2016 se abra un ciclo de mucha conflictividad social”. Especialmente si esas decisiones “afectan derechos y logros sociales, instalados durante los últimos 12 años de los gobiernos kirchneristas”, que incluyó un periodo de Néstor Kirchner y los dos últimos de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. “La gente no va a aceptar una vuelta al ajuste neoliberal al tipo de lo que se vivió en los años 90”, enfatiza. Evaluando que en los últimos 12 años se consolidó “un modelo de producción y crecimiento con inclusión y soberanía tanto en materia económica como en la ampliación de los derechos civiles y sociales”.

Para asegurar la dinámica futura argentina, “muy emparentada a la de Brasil y a la de otros países de la región dado el intenso esfuerzo integrador regional que se dio en la última década, dependerá de la gobernabilidad”, es fundamental que el nuevo Gobierno no cargue contra el andamiaje social existente. “Desmantelarlo provocaría resistencia social con métodos novedosos y con el aporte de las redes y medios sociales”, augura el diputado opositor. Quien insiste en el alto nivel de movilización ciudadana en su país, tal como se expresó en diciembre con múltiples manifestaciones de “aguante”, es decir, de resistencia contra medidas antipopulares.

Gobernabilidad amenazada en Brasil. La solicitud de un juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, promovido en el Congreso en la primera semana de diciembre de 2015, “constituye el termómetro de una crisis institucional significativa” en Brasil, señala Beat Wehrle, teólogo suizo que vive desde hace años en Sao Paulo y se desempeña como Coordinador de Tierra de Hombres /Alemania para el Cono Sur.

Dos mil dieciséis va a comenzar marcado por la disputa política en torno a este juicio (pospuesto para principio de febrero) y con las tensiones legislativas producto de acusaciones contra dirigentes de la oposición por escándalos de corrupción, anticipa Wehrle: “Es muy difícil predecir cómo van a concluir estos procesos. Aunque considerando el fracaso de las movilizaciones contra Dilma convocadas en diciembre y viendo la fuerte respuesta de los movimientos sociales en actos masivos en las calles en el mismo mes en contra de un posible golpe ‘a la paraguaya’, es posible que la Presidenta supere esta fase infernal de su gobierno; aun a pesar de tener que consensuar con un Parlamento en el cual su partido es minoritario, y que es el más conservador que haya existido desde la última dictadura militar”.

Incluso si el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) supera esta crisis, será un año “políticamente difícil, ya que la oposición tratará de convertir las elecciones municipales de octubre de 2016 en un verdadero plebiscito contra el Gobierno en un momento de agotamiento económico” que sacude las bases mismas de la primera potencia latinoamericana y la séptima mundial. Con el agravante que dada la compleja situación económica actual del país “los avances sociales logrados por los sucesivos gobiernos del PT se están debilitando aceleradamente. Propició un fuerte ajuste presupuestario que redujo la capacidad de inversión del Estado en áreas sensibles como salud y educación. El desempleo volvió a crecer; la inflación supera el 10% y los sectores beneficiados por los programa sociales se ven amenazados con caer de nuevo en la pobreza o incluso a la miseria”, enfatiza Wehrle.

Si observamos el marco de lo que se vive en Brasil y los cambios institucionales recientes en Argentina y Venezuela, concluye Wehrle que se percibe un “proceso de regresión política; cierto agotamiento de algunas formas tradicionales de lucha social y un cierto debilitamiento de lo que denominábamos primavera latinoamericana”.

La paz en Colombia al alcance de la mano. Con una dinámica propia, en la cual no parecen incidir directamente los cambios políticos regionales, las negociaciones de paz que se llevan adelante en La Habana parecen anticipar que en 2016 podría darse la firma de acuerdos entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), subraya Jean-Pierre Gontard, exprofesor universitario y experto en Colombia.

Gontard, quien fungiera como facilitador entre los mismos actores en las negociaciones anteriores realizadas en El Caguán (1999 a 2002), reconoce que quedan “puntos difíciles a resolver”. Entre ellos qué va a pasar con las armas y municiones de la guerrilla; cuál va a ser la actitud del Gobierno con relación a la otra organización guerrillera, el Ejército de Liberación Nacional (ELN); qué va a suceder con los grupos paramilitares y también cuál va a ser la reacción de otras bandas armadas implicadas en los diversos tráficos (cocaína, combustible, esmeraldas). Sin embargo, hasta ahora, este proceso “es ya ejemplar” dada la magnitud que alcanzó el conflicto, subraya, con el corolario de 220.000 muertos, más de 6,5 millones de desplazados y cerca de 7,5 millones de víctimas de todo tipo. Tanto los diplomáticos, los políticos, los militares y en el futuro los historiadores deberán estudiarlo de muy cerca, enfatiza el profesor suizo.

Entre las particularidades de este conflicto armado se inscriben: negociaciones largas y secretas de una agenda precisa antes del anuncio público del proceso; la inexistencia de una hoja de ruta rígida como quieren en general los diplomáticos extranjeros cuando se trata de un conflicto interno; facilitación discreta e inteligente de un pequeño número de gobiernos y organizaciones internacionales; y equipos de negociadores que integran representantes de los actores del conflicto (combatientes, víctimas, Policía, Gobierno, Iglesia, empresarios), enumera Gontard.
Analizando la nueva realidad continental, Gontard, quien se define como “un ser profundamente optimista”, no piensa que los cambios internos en países como Venezuela o Argentina puedan incidir en el proceso de diálogo y negociación colombiana. Y reivindica, para concluir, “la alternancia como un pilar fundamental de la democracia”; y por lo tanto, un aporte al reforzamiento de la vida democrática en el continente latinoamericano.

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La tumba mediterránea

En solo siete años (2014 a 2021), 29.000 inmigrantes indocumentados murieron en su intento de entrar a Europa.

/ 27 de noviembre de 2022 / 06:23

DIBUJO LIBRE

En todo el mundo se levantan muros cada vez más altos. Uno de ellos, natural, pero militarizado, el del Mediterráneo, está entre los más mortíferos. Europa, en crisis mercantilcapitalista profunda, reprime en sus fronteras. En solo siete años, desde 2014 hasta fines de 2021, se calcula que 29.000 inmigrantes indocumentados murieron en su intento de entrar en el acorazado europeo. Cifras que podrían ser mucho más altas, ya que centenares (incluso miles) de todas las edades perecen en embarcaciones improvisadas sin que nadie los contabilice. Y muchos otros tampoco aparecen en los cálculos oficiales debido a que sus muertes se relacionan con deportaciones obligadas, en general forzadas y muy a menudo violentas.

La Organización Internacional para las Migraciones, OIM (https://www.iom.int/es) logró documentar 5.684 muertes en las rutas migratorias hacia Europa y dentro del continente en el último año.

Julia Black, una de las autoras de un informe elaborado por el Proyecto Migrantes Desaparecidos (https://missingmigrants.iom.int/es) de dicha organización, publicado la última semana de octubre, señala que “esta continuidad de muertes constituye otro sombrío recordatorio de que se necesitan, desesperadamente, más vías legales y seguras para la migración”.

Según dicho informe, en ese mismo periodo, se registraron 2.836 muertes y desapariciones en la ruta del Mediterráneo Central, un aumento significativo en comparación con los 2.262 casos entre 2019 y 2020. Son particularmente alarmantes las 1.532 muertes en la ruta desde África Occidental hacia las Islas Canarias (España): el número más alto desde 2014, cuando la OIM inició el registro.

Los investigadores que elaboraron el informe señalan que, muy probablemente, los datos sobre estas rutas mediterráneas son incompletos debido a las complicaciones para verificar los denominados “naufragios invisibles”, es decir, de embarcaciones que se pierden en el mar sin que nadie se entere y, en consecuencia, sin ninguna búsqueda ni rescate.

El Proyecto Migrantes Desaparecidos documenta casos de personas —incluso refugiados y solicitantes de asilo—, que han fallecido en zonas de frontera o en su trayecto hacia un destino fuera de sus respectivos países de origen. Este proyecto se puso en marcha para dar respuesta a conteos discrepantes sobre el número de fallecidos (o desaparecidos) en las más variadas rutas migratorias de todo el mundo y, particularmente, después del naufragio ocurrido en octubre de 2013, cuando 368 personas perecieron cerca de la isla italiana de Lampedusa.

El Proyecto es, actualmente, autoridad indiscutida en su género, ya que cuenta con la única base de datos de libre acceso sobre personas fallecidas a nivel internacional en trayectos migratorios. Además, publica reportes, resúmenes e infografías que analizan en cada región geográfica los riesgos en las rutas de migración irregular, cuestiones vinculadas a la identificación de migrantes desaparecidos, información sobre los mecanismos de asistencia para las familias de los migrantes desaparecidos y la metodología para la recopilación de datos. Se propone convertirse en un punto de referencia y consulta en aquellos casos en que se busca a migrantes de los que no se tiene ninguna información actualizada.

Desde 2014, casi 50.000 personas han muerto durante viajes migratorios inseguros. Como señala su sitio web, “los datos recopilados por el Proyecto son testimonio de uno de los fracasos políticos más estrepitosos de los tiempos actuales. La OIM reclama que inmediatamente se provean rutas para la migración seguras, humanas y legales”.

Los responsables del Proyecto sostienen que, de contarse con mejores datos, sería posible formular políticas que pongan fin a esta tragedia.

Además de la ya dramática ruta del Mediterráneo, otras regiones del continente europeo también vieron crecer el número de inmigrantes fallecidos durante 2021 en relación con años anteriores.

Algo no menos alarmante, según el Proyecto, es el hecho de que “el índice de identificación de las personas fallecidas en las rutas migratorias hacia Europa y dentro de ella es más bajo que en otras regiones del mundo”. Más de 17.000 personas fallecidas en esas rutas entre 2014 y 2021 figuran en los registros sin ninguna información sobre su país de origen, lo cual explica la desesperación de innumerables familias que buscan, sin resultado, a parientes desaparecidos en esos trayectos migratorios hacia Europa.

La magnitud de este problema, así como su impacto en las familias y las comunidades que lidian con pérdidas, significa que no hay solución de fondo a esta problemática sin una activa participación de los Estados, reflexiona Julia Black.

Pero esta tragedia no se limita a las rutas migratorias hacia Europa. En efecto, según el Portal de Datos sobre Inmigración (https://www.migrationdataportal.org/es/themes/m uertes-y-desapariciones-de-migrantes), durante 2014 y hasta junio de este año se han registrado más de 4.000 muertes anuales en rutas migratorias en todo el mundo.

Al igual que el estudio de la OIM, el Portal subraya que todos estos números representan solamente una estimación mínima, y precisa que desde 1996 hasta la fecha se han registrado más de 75.000 muertes de migrantes a nivel mundial.

El debate global se intensifica: aun cuando en su gran mayoría actores de la sociedad civil apoyan la recomendación de la OIM de asegurar urgentemente las rutas migratorias —y otros las critican por tibias y condescendientes— las fuerzas políticas de derecha y ultraderecha no se cansan de diabolizar a los inmigrantes indocumentados.

Ejemplo de esta demonización es la reacción en Francia ante el brutal asesinato de Lola, una adolescente de 12 años, a mediados de octubre. Las autoridades le atribuyeron el crimen a una joven de origen argelino de 24 años con problemas mentales y una visa vencida. En agosto le habían notificado que debía abandonar el país.

Montándose en este caso, la Agrupación Nacional (ex Frente Nacional de Le Pen) promovió debates parlamentarios con el único fin de desacreditar a los inmigrantes ilegales, responsabilizándoles de todos los males que atraviesa el país.

“Francia se quedó helada de dolor y horror ante la noticia del calvario de la pequeña Lola. Una vez más, la sospechosa de este acto de barbarie no debería haber estado en Francia. ¿Qué esperan para actuar para que se detenga de una vez esta inmigración ilegal descontrolada?”, se preguntaba el 18 de octubre Marine Le Pen, principal dirigente de esa agrupación, en un tuit dirigido al Gobierno.

(*) Artículo publicado en www.otromundoesposible.net

(*)Sergio Ferrari es periodista, argentino (*)

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