¿Expropiación de la ‘ch’illkha’?
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Hace unos días escuché la noticia de la aparición de un producto llamado Chillkaflam, aunque su escritura correcta sería Ch’illkhaflam, pero son las arbitrariedades de gente que no se preocupa por escribir correctamente. Se dice que es resultado de un convenio de “investigación científica” suscrito entre la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y la Empresa de Laboratorios Farmacéuticos (Lafar) de Bolivia hace varios años. El corolario es una crema de ch’illkha, un producto natural elaborado a partir del extracto de la planta medicinal andina (hasta ahora usada por los pueblos aymara, quechua y uru) con propiedades antiinflamatorias y analgésicas.
Investigando un poco encontré que se trata de un trabajo desarrollado por un equipo multidisciplinario de investigadores de la UMSA cuyos resultados están en el libro De la planta al medicamento. Sin embargo, éste se comercializa en internet por $us 96 en Amazon y sus similares. En la sinopsis de la presentación del texto figuran como autores Giovanna Rocío Almanza Vega y Lily Salcedo Ortiz, y se dice que es un “producto de varios años de investigación para conseguir el desarrollo de un producto fitoterapéutico (crema antiinflamatoria de Baccharis latifolia Chilca) con el respaldo científico-clínico necesario para asegurar su calidad, inocuidad, eficacia y desarrollo sostenible”. En su contenido se enfatiza la importancia del “conocimiento tradicional”, la identificación morfo-anatómica, el estudio químico, farmacológico y toxicológico a nivel preclínico y clínico, para el desarrollo de un producto fitoterapéutico; además de investigaciones sobre el hábitat y reproducción de la especie vegetal, necesaria para garantizar “el desarrollo sostenible del producto”.
Es loable el esfuerzo de los institutos de investigación de la Facultad de Ciencias Puras y Naturales y de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Bioquímicas de la UMSA, seguramente con biólogos, botánicos, agrónomos, físicos, químicos, bioquímicos, farmacéuticos, médicos y ¿antropólogos, sociólogos? de varios institutos científicos de la UMSA, con el apoyo de instituciones extranjeras como la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) de España, la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ASDI), la Organización de los Estados Americanos (OEA) y Lafar.
Lo que no se menciona en la información es el grado de participación de las comunidades andinas (aymaras, quechuas y urus), específicamente ¿qué comunidades participaron? o ¿a qué municipios pertenecen las comunidades que apoyaron al estudio? Esto, teniendo en cuenta que es parte del “conocimiento tradicional” de los pueblos citados. Además, ¿no participó el Viceministerio de Medicina Tradicional en la investigación? En fin, preguntas básicas que quedan sin aclarar.
Lo que me extraña es la política de comercialización adoptada por la UMSA, y específicamente de las facultades aludidas. ¿Por qué entregaron la comercialización se ese producto a una empresa como Lafar, sabiendo que es una compañía privada capitalista con afanes de lucro como cualquier firma de esta naturaleza?, ¿por qué ayudó en la investigación? En su página web, Lafar dice que es una “sociedad anónima comercial y de producción”, que cuenta con oficinas comerciales en casi todos los departamentos del país, además de exportar sus productos al Perú. ¿En manos de quién queda la propiedad intelectual de la ch’illkha? ¿Pasó a manos de la UMSA o de Lafar? Para mí es errónea la política de comercialización adoptada por las facultades mencionadas. Pues un servicio a nuestro pueblo sería que después de investigar, la misma UMSA comercialice el producto medicinal a un precio accesible. Lafar no hará eso, le interesa sacar utilidades a su inversión en la investigación. Ch’illkha laphixa, yaqhan amparunakaruwa puri. Jupanakax qullqi juk’uchañakiw amtapxi.