El mundo bajo ataque
Las noticias de atentados terroristas tienen en vilo a gran parte del mundo.
Las noticias de atentados terroristas, cometidos por individuos sin más motivación que sus trastornos o por células que actúan bajo el influjo de organizaciones criminales que se dicen yihadistas, tienen a parte del mundo en vilo. Solo en los últimos 30 días casi una decena de ataques muy letales ocupó espacio en los medios, profundizando la sensación de peligro global.
En efecto, hace exactamente un mes, en Mogadiscio, Somalia, una explosión en un hotel causó 25 muertos y dejó cerca de 60 heridos; la organización islámica Al-Shabab, vinculada con Al-Qaeda, se atribuyó el ataque. Días después, el 28 de junio, se produjo el triple ataque al aeropuerto de Estambul, Turquía, dejando 43 muertos y 239 heridos. La responsabilidad fue atribuida al Estado Islámico (EI), que sin embargo no confirmó ni negó la acusación.
Dos días después, el 30 de junio, los talibanes perpetraron un doble atentado suicida contra varios autobuses policiales en las afueras de Kabul, Afganistán, dejando muertas a 38 personas, en su mayoría cadetes de la Policía, además de 40 heridos.
El 3 de julio, yihadistas del EI perpetraron un atentado suicida en una zona comercial del centro de Bagdad, causando al menos 300 muertos y cientos de heridos, la cifra más elevada de víctimas mortales en un solo ataque registrada este año. Cuatro días después, un ataque contra un mausoleo chiita al norte de Bagdad sumó 30 muertos y 50 heridos.
El 14 de julio, un atentado en Niza, Francia, en medio de los desfiles por el aniversario patrio francés, dejó 84 muertos y más de 120 heridos. Si bien fue un individuo quien arrolló a las víctimas con un camión de carga, el EI reivindicó como suyo el ataque. Una semana después, la organización islámica volvió a amenazar a Francia señalando que el silencio del pueblo galo respecto a la política de su gobierno en Irak y Siria está matando a sus ciudadanos.
Una semana después, el 21 de julio, la Policía de Brasil arrestó a una célula “absolutamente amateur” de ciudadanos brasileños que planificaba ataques terroristas durante los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro. Los participantes del grupo tenían juramento de lealtad a EI sin haber tenido contacto con la organización yihadista.
Al día siguiente, nueve muertos y 16 heridos, tres muy graves, dejó un tiroteo en un gran centro comercial de Múnich, Alemania, acto cometido por un joven germano-iraní de 18 años que se suicidó. Y, finalmente, ayer, EI reivindicó un ataque suicida que provocó este sábado en Kabul, Afganistán, 80 muertos y 231 heridos.
La pedagogía perversa que deja esta lista de actos de terror deja en el público global la sensación de creciente inseguridad y, sobre todo, que no importa cuán celosa sea la vigilancia de los Estados, siempre se está en peligro. Habrá que comenzar a preguntarse quiénes son, en verdad, los beneficiados de este estado de zozobra global.