Vivos y útiles
La normativa en favor de los ancianos debe ser asumida y ejecutada por las familias e instituciones.
Llegar a viejo es como recibirse en una carrera, la carrera de la vida”, decía un representante de la Asociación Nacional del Adulto Mayor de Bolivia (Anambo); pero a diferencia del joven que acaba de terminar sus estudios, al adulto mayor, a causa de su edad, suele esperarle el menosprecio y la falta de valoración de sus conocimientos y experiencia. En esta sociedad amañada en la banalidad y lo superfluo, la vejez es un estorbo. Los niños, al igual que los viejos, también demandan mucho cuidado, tiempo y dedicación, pero los pequeños llegan acompañados de la esperanza, no es así en las personas mayores, que cargan con el desgaste de sus huesos, la sequedad de sus carnes, las nubes que cubren sus ojos y el tremendo peso de los recuerdos queles quitan el sueño.
A escala mundial, cada segundo dos personas cumplen 60 años, es decir, el total anual es de casi 58 millones de personas que llegan a esa edad. En el planeta una de cada nueve personas tiene 60 o más años de edad; para 2050 una de cada cinco personas llegará a los 60. Como bien señala un informe del Fondo de Población de Naciones Unidas, “el envejecimiento de la población es un fenómeno que ya no puede ser ignorado”. Se debe agregar el aumento en la expectativa de vida: la gente en la actualidad vive más tiempo.
En Bolivia cerca de 900.000 personas son de la tercera edad en la actualidad y para 2025 esa población será de 1.200.000 adultos mayores. El envejecimiento de la población es inevitable. ¿Cómo nos estamos preparando para este cambio? ¿Qué políticas públicas se están preparando desde el Gobierno central, desde los gobiernos departamentales, municipales, instituciones de la sociedad civil, desde las comunidades y desde las familias?
La falta de previsión nos lleva a la desesperación, el descontrol y la violencia; por tanto, la consecuencia se traduce en abandono, maltrato familiar o institucional, despojo de bienes y abuso, por lo que se estima que de cada 100 adultos mayores 30 son víctimas de algún tipo de violencia.
En Bolivia, en los últimos años se dieron avances significativos en políticas públicas para las personas adultas mayores: su reconocimiento en la Constitución Política del Estado en los artículos 67, 68 y 69, la Ley 1886 de Derechos y Privilegios, el Decreto Supremo 264 que declara el “Día de la Dignidad de las Personas Adultas Mayores”, la Renta Dignidad y el Seguro de Salud para el Adulto Mayor (SSPAM), entre otros. Pero mucha de esta normativa debe ser implementada y sobre todo debe ser asumida por las familias y las instituciones que aún no reconocen en los hechos el derecho que tienen los adultos mayores de ser tomados en cuenta en la toma de decisiones, en contar con una vida digna acompañada y —sobre todo— útil.