Son sorprendentes los elogios sobredimensionados de mi amigo Jimmy Iturri al avance publicitario sexista de Corimexo, que utilizando el cuerpo de una joven como objeto sexual pretende vender sillones. En su artículo del pasado viernes, la denominada “estrategia inteligente” es definida hasta como un teorema por el director de contenidos de la red televisiva ATB. Tanta fue la emoción que causó el recurso simplista y sexista a Iturri, que incluso se olvidó de redactar correctamente: “Si no fue una estrategia inteligentemente montada, merecería serlo”. ¿Qué habrá querido decir?, tal vez que si no fue diseñada intencionalmente se debe seguir la genialidad de sus “estrategas de carambola”.   

Y continúa destacando los “atributos” del famoso video que al parecer le provoca una impresión casi orgásmica: “El video causó furor (…) Se había posesionado a la modelo, a la marca y a la publicidad”. Nos cuenta que el 95% de sus alumnas y alumnos universitarios constataron cómo se difundió estrepitosamente por las redes y algunos medios de comunicación irresponsables que también son cómplices de vulnerar la Ley 348 y su reglamento.

Al parecer el docente Iturri es fan del periodismo sensacionalista que se basa en el escándalo, falsea la información, resalta el morbo, incentiva la violencia y banaliza la vida social. El mismo utiliza en su triste artículo recursos de manipulación comunicacional de convencimiento recurriendo a falsos argumentos. Conociendo que la primera tarea del periodista es informar, tergiversa los hechos de manera tendenciosa y conduce a las y los lectores a que compartan su posición. Violando las máximas de la comunicación y haciendo caso omiso al marco normativo internacional y nacional de los derechos humanos de las mujeres, en especial a los relacionados con la violencia simbólica y mediática, deforma la información y la desprende del contexto. Esto lo hace al banalizar el contenido de la Ley 348 relacionada con la violencia simbólica y mediática que para él es “pura subjetividad”. Y se atreve a relacionar la cosificación de las mujeres en la publicidad como un avance democrático, calificándolo como el derecho a mostrar el cuerpo. Para que nos sumemos a su posición, descontextualiza las luchas feministas sufragistas y las compara con el increíble sueño de una niña de salir desnuda en un anuncio publicitario, que vio seguramente por la falta de cumplimiento del horario de protección y la poca supervisión familiar.

El argumento de Iturri está tan fuera de foco que hasta se atreve a comparar la obra de arte de la Maja desnuda de Goya con el vulgar y mediocre anuncio sexista de la empresa de sillones que se caracteriza por la falta supina de creatividad y de estética.

También es admirador de la publicidad sexista que se caracteriza por utilizar a las mujeres como objetos sexuales que sirven para vender. La cosificación es una de las peores formas de denigrar a las mujeres, tratándolas como objetos o cosas que se pueden comprar. Los productos que se anuncian utilizando a las mujeres como meros objetos sexuales están dirigidos a hombres que entienden la sexualidad solo como disfrute individual unilateral y limitándola a la genitalidad. Por ello, los anuncios sexistas tienen recursos cercanos a la pornografía o la prostitución.

Y por último su brillante tesis: “lo que escandaliza, vende”. Con esa lógica seguro que sus alumnas(os) ya no necesitan estudiar ni ir a clases, ya conocen la panacea: con el sensacionalismo, el sexismo y el escándalo llegarán al éxito. Desde ahora éstas son las nuevas tendencias para las y los futuros comunicadores.

Se trata del nuevo periodismo maquiavélico: el fin de vender, exonera a los medios y la publicidad del cumplimiento de las leyes porque son subjetivas y provienen de los enemigos de las libertades ilimitadas.