Esfuerzo por Bolivia
El esfuerzo debe orientarse en pro de una economía sostenible, generadora de empleo.
La noticia de que el PIB del país creció en 4,43% hasta junio de este año, anunciada días atrás por el INE, desató diversas reacciones, pues se sitúa por debajo del porcentaje establecido para dar luz verde al pago del segundo aguinaldo: mientras unos expresaron alivio por no tener que cubrir este gasto adicional, otros lamentaron el hecho de no recibir este beneficio.
Sin embargo, la cifra vertida por el Instituto Nacional de Estadística (INE), ratificada posteriormente por las autoridades económicas del Ejecutivo, debe ser considerada más allá de su rol para ratificar o rechazar la bonificación anual denominada “Esfuerzo por Bolivia”. Cabe preguntarse por ejemplo sobre los motivos por los que no se cumplió la proyección anual de crecimiento estimada en 5% por el Gobierno Nacional y por el mismo Banco Central de Bolivia (BCB).
Este menor crecimiento sería consecuencia de la caída de los precios internacionales del petróleo y de los minerales, además de la sequía que afecta a gran parte del territorio nacional. Estos fenómenos, tanto de mercado como naturales, incidieron negativamente en los sectores más sensibles de la economía boliviana. Por un lado, afectaron los ingresos del Gobierno central, así como las transferencias en favor de los gobiernos subnacionales y de las universidades, que dependen de las regalías, los recursos de coparticipación tributaria y del Impuesto Directo a los Hidrocarburos. Por otra parte, se han visto afectados el empleo y la seguridad alimentaria, como consecuencia de los impactos generados por la sequía en el sector agrícola y pecuario del país.
Si bien el crecimiento de nuestra economía este 2016 resulta sobresaliente en comparación con otras naciones de la región, su composición debiera llamar la atención de los responsables de la política económica y planificación del desarrollo del país, puesto que expresa una estructura de generación de valor agregado que se ha mantenido inalterable desde hace más de 50 años, y tal parece que los esfuerzos por diversificar e industrializar la economía siguen siendo insuficientes.
La realidad muestra asimismo que los servicios financieros, la construcción y el sector público no son en sí mismos motores del crecimiento, sino un espejo, en este caso tardío, de lo que acontece en las áreas “duras” de la economía. De allí que la tasa estimada de crecimiento de 4,43% debería servir para tomar recaudos en áreas sensibles como los déficits fiscal y comercial, la reducción de ingresos por concepto de la renta petrolera y minera, o en la misma capacidad de autoabastecimiento alimentario para los próximos meses y años.
El esfuerzo por Bolivia debe orientarse no tanto a garantizar un bono adicional a fin de año, sino sobre todo a aprovechar efectivamente los recursos escasos del país en pro de una economía sostenible, formal y generadora de empleo.