El triunfo del miedo
Trump venció en las elecciones de EEUU porque supo responder al miedo de millones de electores.
No hay secreto. Donald Trump venció en las elecciones de EEUU porque supo responder al miedo de millones de electores: miedo al desempleo construido por el neoliberalismo que llevó el trabajo hacia países donde la mano de obra es más barata; miedo a los trabajadores inmigrantes dispuestos a hacer cualquier trabajo con tal de lograr su sueño americano; miedo a que las mujeres tomen el control, etc.
Lo curioso es que el miedo está concentrado en los más pobres: entre los obreros y los campesinos. En el segundo caso es comprensible y sigue la tendencia histórica, los trabajadores del agro norteamericano son protestantes y conservadores, y muchos de ellos viven de los subsidios estatales. Ellos no quieren cambios violentos.
No pasa lo mismo con los operarios, que en las últimas décadas han visto cómo los trabajos manuales que requieren menor formación han sido cerrados y las fábricas llevadas allende los mares o hacia las fronteras del sur. Ahí es donde Trump logró los votos que le faltaban, en esos estratos desesperados que buscan trabajo y les importa poco si Donald fue o no un manoseador de mujeres.
Y parece que el tema tampoco les importa mucho a las féminas, pues una buena parte de ellas votaron por el misógino Trump y no por la candidata de su sexo. Tampoco hubo el fantasma latino. Ellos votaron, como es tradición, por los demócratas, pero ni siquiera con la fuerza como lo hicieron por Barack Obama.
Ahora la presión la tiene Donald Trump. Debe convencer a su partido que lo que ha hecho hasta ahora está mal. Particularmente en el campo del libre comercio, pues fueron los republicanos los que impulsaron el acuerdo con México y Canadá. El votante del presidente electo quiere proteccionismo, pero ofrecérselo sería muy difícil para la economía más consumidora del planeta, pues encarecería los productos creando mayor inflación. La mano de obra barata de China y otros países hace que las manufacturas sean más baratas y todas las grandes firmas yanquis contratan trabajadores más baratos que los norteamericanos. Tiempos de crisis asusta a los pobladores y de verdad que no se vivía una temporada de miedo tan grande desde los años 30 del siglo pasado, cuando ascendió el nazismo.
Sigo pensando que si Bernie Sanders hubiese sido el candidato demócrata, otro gallo hubiera cantado en las elecciones del país tecnológicamente más poderoso del mundo. Pero claro, eso ya es llorar sobre la leche derramada.