Sobre la democracia pactada
En su último libro, Exeni indaga sobre uno de los periodos más fértiles de nuestra democracia.
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Tras los episodios políticos que el país vivió en 2003, en los que el presidente de entonces terminó marchándose de Bolivia en helicóptero, quedaba atrás un periodo de democracia pactada al que solo se podía retornar para defenestrarlo o para defenderlo. Con ello estábamos condenando al juego de las etiquetas a uno de los periodos más fértiles de nuestra democracia o, peor aún, a las habitaciones del olvido.
A estas alturas, en pleno 2016 se nos presenta la posibilidad de escapar de ese juego o de salir de esas habitaciones a través de la publicación del libro Democracia (Im)pactada. Coaliciones políticas en Bolivia 1985-2003, elaborado por el investigador José Luis Exeni Rodríguez y que ha sido presentado recientemente en tres ciudades del país. En la primera parte de este documento (“Modelos de coalición”) se puede encontrar aquella vieja discusión entre formas de gobierno (presidencialismo y parlamentarismo) atravesadas por las nociones teóricas que giran en torno a las coaliciones políticas. La segunda parte (“Lógicas de coalición”) presenta un nutrido relato histórico, en clave de crónica, acerca del periodo abarcado en la investigación (1985-2003), en el que se narran las razones que llevaron a la construcción de coaliciones políticas, sus antecedentes y desenlaces, alcanzando a la vez a explorar sus características, entre ellas: la condición legislativa en la que tienen lugar, su tamaño, la importancia que tuvieron los partidos en estas coaliciones, cómo se distribuían las cuotas de poder, cuáles eran sus principales instancias de coordinación, los rasgos del liderazgo presidencial de turno, la disciplina partidaria que se ejercía dentro de cada tienda política, la situación en la que se encontraba la oposición en torno a la coalición, la motivación principal y su durabilidad, entre otras. Finalmente en una tercera, titulada “Estrategias de coalición”, se analiza a profundidad la negociación postelectoral que se produjo en los comicios generales de 2002.
Pero, ¿cuál es la principal motivación para indagar las páginas de este libro y, por tanto, de lo que fue nuestra historia política más reciente? Aunque la respuesta la propone el mismo autor en el libro, creo importante añadir otra motivación quizás más sencilla y que tiene que ver con el ejercicio crítico-reflexivo (y también con/por ello altamente democrático) de recuperar algunas palabras que hacen a nuestra gramática política y que podrían ser rescatadas del baúl del olvido, a fin de remozar incluso nuestras propias prácticas democráticas. Estoy pensando en el vasto catálogo que uno/a se encuentra en esta obra y que termina dibujando una sonrisa en la memoria: coalición, pacto, acuerdo, diálogo, concertación, pluralidad, alianza.
Se sabe que está en constante discusión filosófica-semántica la idea de que solo existe aquello que se nomina, que se nombra, que se convoca a la realidad. En esa línea, los recorridos literarios estarían llamados de alguna forma a ello, debieran permitirnos no olvidar que, aunque posterguemos el lenguaje, existen palabras que tuvieron “carne” y que, por qué no, pueden ser convocadas y deben ocasionalmente ser reinventadas incluso para la construcción de una/su nueva realidad.