El falso afán de ciertas encuestas
Esa encuesta se basa en nada; implica hacer ‘noticia’ de algo que no ocurrió.
En la última elección presidencial en Estados Unidos, al final de la campaña electoral, todas las encuestas auguraban una victoria de Hillary Clinton frente a Donald Trump. Es más, un curioso ejercicio de la BBC señaló que la candidata demócrata iba a imponerse ante su rival republicano con el 48% de los votos.
“El sondeo de encuestas de la BBC reseña las cinco encuestas más recientes en Estados Unidos a nivel nacional y toma el valor de la mediana. Es decir, el valor entre las dos cifras más altas y las dos más bajas”, justificaba la ficha técnica del ensayo.
¿Qué pasó? ¿Fue científicamente aceptable el sondeo? ¿Fue un ejercicio absurdo? Más lo último, creo.
No hay mucho que descubrir. Cinco encuestas en uno —hechas bajo parámetros totalmente dispares, en tiempos distinos, con variados universos y muestras, y susceptibles de todo riesgo— eran un complicado juego matemático, a sabiendas, además, del complejo sistema de elección estadounidense.
Vean cómo fue la cosa, ahora hablamos de Trump, presidente electo. Ya se habían fiado antes de la victoria del Sí en el referéndum por la paz en Colombia o del No de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, apuntaladas muy bien por las encuestas difundidas por los medios.
En el caso de Bolivia, hubo varios resultados pifiados. Aún así los medios de información y los periodistas se acogen a los números.
Si bien las encuestas son una herramienta necesaria para determinadas aplicaciones técnicas, pero trabajadas con el máximo rigor, su uso arbitrario atenta contra la fe, por más que puedan considerarse la “fotografía del momento”, como suelen justificarse cada vez que se publican.
Y en eso los medios de información debieran ser sensatos. Las encuestas tienen argumentos fácticos, se sustentan en insumos posibles de consumarse o elementos reales.
Sirven en las épocas electorales, con —por ejemplo— candidatos oficialmente en carrera. En la génesis de las elecciones presidenciales de 2014 disputaban los porcentajes nombres como el del expresidente Carlos Mesa, del ahora gobernador Félix Patzi o del alcalde Luis Revilla. ¿Qué fue de ellos? ¿De qué sirvió incluirlos? ¿Dónde recalaron?
El diario Página Siete acaba de publicar una encuesta en la que presume que el presidente Evo Morales y el expresidente Carlos Mesa disputarán la presidencia en los comicios de 2019. Supone una victoria en primera vuelta del líder del Movimiento Al Socialismo (MAS) con solo el 27% de los votos, resultado que obligaría a un balotaje, en el que saldría airoso Mesa con el 40%.
Así, en condicional. Es que Morales no tiene opción constitucional de repostularse, a la luz del referéndum del 21 de febrero que le dijo no a sus ímpetus, y Mesa niega (todavía) una eventual postulación, por más posibilidades que tenga de hacerlo.
Seguramente hay justificativos respecto de ese ejercicio legítimo de aquel diario. Sin embargo, lo cierto es que, ahora mismo, esa encuesta se basa en nada; implica hacer “noticia” de algo que no ocurrió.
Eso sí, siendo un falso afán, ese tipo de resultados marca tendencias de opinión con datos deleznables, por la suposición de candidaturas inexistentes aún.
Vaya a saber uno con qué fines reales más que informativos, quizás para desahuciar una gestión o catapultar una candidatura, o simplemente provocar un debate que también, por ahora, resulta falso. Libertad de prensa al fin.