Democracia (im)pactada revisitada para 2017
Sería deseable empezar a cranear un estudio similar al que Exeni hizo para el periodo 2017-2020
Ya muchos han alabado, con razón, el cuidadoso libro Democracia (im)pactada de José Luis Exeni, que, con tantos años de retraso por lo ocurrido después en el país, se publica por fin con ciertas actualizaciones en un ambiente totalmente distinto y enriquecido con los inefables “micro-pósters” cómico-políticos de Al-Azar.
La base de este texto es la tesis doctoral del autor en ciencias políticas en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de México concluida en 2003, sobre el período de la “democracia pactada” 1985-2003. Son clave los preludios con la UDP y Hernán Siles Zuazo, quien debió adelantar su salida del gobierno un año.
La presentación del libro en La Paz, hace ya más de un mes, fue un minitaller modélico, por la calidad y complementariedad de los comentarios de Alfonso Ferrufino (MBL), uno de los actores de aquella “democracia pactada”, quien se centró en la Ley de Partidos elaborada en el esplendor de Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni) y aprobada tres años después durante la presidencia de Hugo Banzer; junto a la disertación de Moira Zuazo, más académica; del propio autor; y —algo poco corriente— un resumen del editor, José Antonio Quiroga, de Plural.
Una y otra vez saltó la pregunta sobre la utilidad de ese estudio, en tiempos tan distintos. En ello me quiero centrar en el presente artículo, fijándome sobre todo en la tercera parte, que incluye un análisis, día a día, de las vicisitudes y sorpresas del último y truncado período final de ese estudio 2002-2003 (el primero con el MAS) y un “Epílogo de 2016”.
La primera sorpresa fue que no ganara la elección el NFR de Manfred Reyes Villa, como habían previsto las encuestas. En ello pienso que influyó también algo que Exeni no menciona, que es la empresa de marketing político contratada por Goni, la cual dirigió toda su metralla contra Manfred con el lema “the name is crisis” (el nombre [clave] es crisis), como se muestra en dos películas presentadas después por la misma empresa. Su éxito fue lograr bajar la intención de votos a favor del NFR.
La segunda y tardía sorpresa fue el ascenso vertiginoso del MAS, espoleado, como explica Exeni, por la advertencia inoportuna del entonces embajador de Estados Unidos en Bolivia, Manuel Rocha (de origen colombiano), de que si llegaba un cocalero a la presidencia, su gobierno retiraría su ayuda al país. Evo le llamó irónicamente su “jefe de campaña”. Exeni recuerda que al final Evo pasó delante de Manfred por el escaso margen de 721 votos (ver p. 747). Es oportuno aclarar que los votos que sellaron esa diferencia llegaron con varios días de retraso desde el incomunicado Sud Lípez, donde una fuerte nevada retrasó el traslado de actas al primer centro poblado bien comunicado. Todo un símbolo.
Exeni explica en detalle las negociaciones sobre todo entre los “operadores políticos” Carlos Sánchez Berzaín (MNR) y Óscar Eid (MIR), más lo que él llama las “estrategias de cerco” (p. 274-288), que van más allá de la política formal y que en este caso jugaron un rol fundamental.
Los cuadros en que Exeni va sistematizando y resumiendo su argumentación son una joya. Pero encuentro a faltar cabalmente un cuadro final (35) que sistematice esas “estrategias de cerco”, claves para entender el ascenso del MAS y los temores que ello causó en otros actores. Un desafío nuevo para el ya especialista Exeni. Muy en línea con lo que él mismo propone en su Epílogo 2016, sería empezar a cranear algo parecido a lo que él hizo en el período 2002-2003 para los próximos 2017-2020, incluyendo las “estrategias de cerco”.