La mala hora de Macri
Parece ser que la palabra ‘volveremos’ podría llegar más pronto de lo pensado en Argentina.
Hace como un año estaba en Argentina con mi hija Mishka cubriendo las elecciones y el triunfo de Mauricio Macri. Fui a comprar el periódico y pedí Página 12. La quiosquera me abrazó y me dijo “volveremos”. Claro, el periódico fue fundado por militantes guevaristas que pusieron el dinero para crear un medio amplio, de izquierda, demócrata y defensor de los derechos humanos. Al comprarlo, la vendedora pensó que me adhería a sus ideas. Cosa que era cierta, lo que no aclaré es que también quería Clarín, porque uno debe leer de todo.
Cuadras más allá, mientras llevaba a mi pequeña a que conociera el departamento que tenía mi familia en Palermo, entramos a un restaurant, fui a lavarme la manos y cuando volví la encontré charlando con el mesero que me felicitó. Sucede que había estado hablando con la Mish y el mozo le preguntó por quién había votado. Ella aclaró que al no ser ciudadana argentina no podía sufragar, pero si hubiera podido, nunca hubiera votado por la derecha. El hombre al despedirse se acercó a mi oído y dijo “volveremos”.
Y parece ser que esa palabra podría llegar más pronto de lo pensado. Tras casi un año de presidencia, Mauricio Macri ha logrado favorecer descaradamente a los ricos, quitándoles por ejemplo el impuesto a la exportación de soja y a los minerales, pero ha tenido solo éxitos relativos en cuanto a volver más pobres a los sectores más desfavorecidos. No le resultó el aumento a las tarifas de gas, y la Cámara de Diputados acaba de rechazar por amplísima mayoría su proyecto de cargar de impuestos a la ganancia de los sectores medios (una versión parecida al impuestazo que Gonzalo Sánchez de Lozada quería imponer a los bolivianos y que marcó el principio del fin).
Claro que queda todavía la opción de la Cámara Alta, donde el oficialismo tratará de atraer para sí los votos de los senadores leales a los gobernadores peronistas que transan cotidianamente con Macri. Seguramente les ofrecerá algunas canonjías; pero dado que hay elecciones legislativas el año que viene, no parece tan descabellado pensar que la mayoría en el Senado podría darle la espalda al presidente millonario.
Y a propósito me pregunto ¿qué pensarán Samuel Doria Medina y Rubén Costas que tan felices se veían en las fotos que se sacaron cuando Macri subió al poder?
Y una pequeña muestra más de la temperatura en este Buenos Aires de verano donde me encuentro: ayer un trabajador del metro subterráneo murió en un accidente. La respuesta de los empleados fue el paro total del servicio. La ciudad es un caos. Todos llegaban tarde. Ese es el estado de la cuestión.