Un muro infame
Décadas de esfuerzo por mejorar la imagen abusiva de EEUU se han desmoronado.
La construcción de un muro a lo largo de la frontera mexicano-estadounidense es una decisión que tendrá funestas consecuencias para las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Es una señal política que indica el escaso interés del gobierno de Donald Trump por promover una relación equilibrada y cooperativa con las sociedades del sur del continente americano.
En los últimos días se ha producido una secuencia de eventos que han desencadenado la más grave crisis diplomática y política entre México y Estados Unidos en un siglo. El presidente Trump ha anunciado la construcción de un muro a lo largo de su frontera con México y draconianas medidas contra los migrantes. Ha exigido que sea su vecino el que pague el costo de ese absurdo artefacto y ha amenazado con retaliaciones comerciales si México no se somete a sus pretensiones.
Los contenidos de esta nueva política son cuestionables en su eficacia y demuestran ignorancia acerca de las interdependencias comerciales, migratorias, medioambientales o de seguridad que existen entre ambas partes del continente. Confrontar los intereses e intentar un juego de suma cero, donde todo lo que gana el país más poderoso se obtiene a expensas de los más débiles, es un retroceso en los intentos de normalizar las históricamente complejas y desiguales relaciones de EEUU con el sur americano. Se está debilitando la responsabilidad compartida en cuestiones que exigen un trabajo mancomunado.
Si lo anterior ya es alarmante, la manera en que este giro fue anunciado y escenificado fue todavía más inaceptable, pues evidenció una prepotencia y desprecio por las reglas diplomáticas básicas que ordenan las relaciones entre países. Décadas de esfuerzo por limar la imagen de Estados Unidos como una potencia bravucona y abusadora se han desmoronado. Las élites políticas e intelectuales de ese país deberían estar preocupadas por lo que esto significa para el futuro de su influencia en la región.
El muro es, además, una acción infame contra poblaciones vulnerables de la región que no migran por un deseo de hacer daño a EEUU, sino escapando de condiciones de vida difíciles, para luego aportar al engrandecimiento del país del norte con su trabajo y esperanzas. Al contrario de lo que predica el ideario del Sr. Trump, esa migración es una demostración de la potencia de su país en su faceta más generosa y atractiva, lo que aumenta su influencia intelectual, económica y política en toda la región.
Se vienen tiempos difíciles. Por lo pronto se esperaría que todos los países latinoamericanos acompañemos a nuestros hermanos mexicanos y centroamericanos en los difíciles días que vendrán. En el mediano plazo, es un aviso de que la defensa de nuestros intereses comunes pasa por una voz común y una sólida integración entre los países de este lado del Río Grande.