Años gloriosos
Conceptos como “redistribución de la riqueza” están dejando de ser verso para ser realidad.
Solo observando lo acontecido en los últimos 100 años, se puede aseverar que los últimos 15 son los más gloriosos de la historia de América Latina. Gloriosos, porque son años de redención, insumisión, de ampliación de espacios democráticos, de despegue de sueños de gran calibre, de caídas también, —por supuesto—, pero años fecundos al fin.
El pobre accedió a servicios básicos como el gas, el agua y la electricidad. Las clases medias mejoraron su nivel de vida y los ricos siguen azorados al observar hasta dónde se puede crecer cuando entran al cuadrilátero gobiernos soberanos.
En el pasado, para nada se hablaba de un modelo alternativo al capitalismo y si se lo hacía era en el marco de lo meramente anecdótico. Nunca como hoy levantamos tanto la cabeza para hablar en condiciones de legítimos propietarios de las tierras que habitamos y de utilizar soberanamente los recursos que tenemos.
Hay que decirlo en voz alta. Lo que están haciendo los gobiernos progresistas latinoamericanos alcanzó un punto de desarrollo que en algunas cuestiones ya se torna irreversible. En Argentina y Brasil los procesos están viviendo un reflujo, pero ese ensombrecimiento quién sabe qué otros cambios está incubando.
Lo decían quienes siempre iluminaron el camino: Quien abre los ojos una vez, ya no puede dormir tranquilo o dicho de otro modo: quien aprende a comer carne, no vuelve más al pasado.
Europeos, árabes y africanos que miran a América Latina se sorprenden al saber que en los palacios de gobierno de nuestros países, los embajadores de EEUU ya no pueden entrar si no es tocando la puerta, como siempre debió haber sido.
Los sectores progresistas de EEUU, con intelectuales, periodistas, artistas de cine y hasta empresarios celebran este levantamiento, porque intuyen que cuando se acentúan los desequilibrios, nadie está seguro en el planeta, ni siquiera en las mansiones más blindadas de Nueva York.
Son años gloriosos para América Latina porque en el pasado los periódicos solo difundían ideas liberales y excepcionalmente surgía un planteamiento contrario al individualismo. Hoy los medios son espacios de confrontación política e ideológica, lo que aviva la batalla de las ideas y permite establecer las luces y sombras de cada modelo político.
Los años que vivimos son años gloriosos, porque conceptos como “redistribución de la riqueza” —tan útil en el pasado como anzuelo electoral— hoy cuando menos están dejando de ser verso para ser una pequeña realidad.