Retroceso climático
Esta decisión es una nueva muestra del desprecio de Trump por el bien común
La salida de Estados Unidos del Acuerdo de París constituye un grave retroceso en la lucha contra el cambio climático. Esta decisión es una nueva muestra del desprecio del presidente Trump por el diálogo multilateral y la responsabilidad compartida entre todas las naciones, grandes y pequeñas, a la hora de resolver los graves problemas que aquejan a la humanidad.
Tradicionalmente los republicanos se han opuesto a que la potencia del norte se comprometa en la lucha contra el cambio climático con el argumento de que perjudicaría su economía. Esto a pesar de las evidencias científicas y empíricas de este fenómeno en todo el mundo, como el incremento en el número e intensidad de los incendios; las lluvias torrenciales, inundaciones, heladas y sequías cada vez más extremas; el retroceso de los glaciares o los tornados y huracanes que cada nuevo año causan daños históricos. Sin ir muy lejos, el deterioro de los grandes glaciares andinos o el aumento de la temperatura en el altiplano boliviano están mermando la disponibilidad de agua para el consumo en las ciudades o la sobrevivencia de la pequeña agricultura campesina.
El cambio climático es un problema que afecta a todos los seres vivos y no puede resolverse sin un compromiso que involucre a todos los países. Después de muchos años de infructuosas negociaciones, el Acuerdo de París, suscrito en 2015, fue el primer convenio que comprometió a la mayoría de los Estados miembros de la ONU a “reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, en el contexto del desarrollo sostenible”; incluyendo a las dos naciones que más contribuyen al calentamiento global: Estados Unidos y China. Pero ahora la decisión de Trump pone en riesgo la frágil esperanza que generó este esfuerzo.
Esta es además una señal inquietante sobre la decisión de los actuales gobernantes de EEUU, la mayor potencia económica y militar del globo, de relegar los mecanismos de diálogo multilateral a un segundo plano en el tratamiento de los problemas ambientales, socioeconómicos y de seguridad que aquejan a la humanidad. Bajo una visión mezquina y egoísta, Trump está reivindicando abiertamente la primacía de los intereses de Estados Unidos, así como una evidente predilección por actuaciones unilaterales en las que no se consideran las interdependencias y complejidades propias de los problemas contemporáneos.
Un mundo en el que cada país se ocupa de defender únicamente sus intereses no solo es menos predecible y más peligroso, sino también y sobre todo más injusto con las naciones menos poderosas. Bolivia, como otros países pequeños, tiene el gran reto de buscar nuevas alianzas que refuercen el multilateralismo y la cooperación internacional, en particular en una cuestión vital como el cambio climático.