Nobleza obliga
El pasado 3 de junio, en esta misma columna publiqué el artículo titulado Pastoreando gatos, y algunos de mis colegas me manifestaron su molestia por las opiniones expresadas en ese texto. Podría decir que no me entendieron bien, pero ello sería petulancia por parte mía, lo correcto es señalar que no fue mi intención, en ningún caso, agraviar a ninguno de mis colegas, por lo que si algunos se sintieron ofendidos, merecen mi sincera disculpa, nobleza obliga.
Retomando el tema, de acuerdo con la fábula de Ashanti, al caerse del árbol la olla donde la araña Anansi había recolectado de todos los rincones del mundo la sabiduría por pequeños pedazos, éstos quedaron esparcidos en la tierra mezclados con mitos, leyendas y supersticiones. Separar el trigo de la paja no es una tarea sencilla, pero gracias al legado del filósofo austriaco Karl Popper hoy contamos con un criterio de demarcación, el principio de falsabilidad. Con base en este principio y las bases del programa de investigación de Lakatos, podríamos decir, por lo menos hasta ahora (para no ir en contra del racionalismo crítico que sustentamos), que estamos en condiciones de separar lo que es ciencia de aquello que no lo es.
Pues bien, depurado el conocimiento con base en el criterio epistemológico de Popper, lo que queda es clasificar el mismo. Intentar clasificar las ciencias por su utilidad creo que no solamente sería un esfuerzo fútil, sino que además sería una tarea estéril. Intentar hacerlo con base en la metodología de investigación que supuestamente utiliza cada una de ellas sería también baladí, en tanto que la incorporación de hipótesis a las bases del conocimiento requieren sustentarse en el mismo principio.
De allí que considero que la clasificación de las ciencias debe descansar en el objeto de éstas; es decir, entre ciencias formales y fácticas, lo cual está en línea con la tradición establecida por Karnap y Bunge. Las ciencias formales trabajan con entes ideales, o si se prefiere, conceptuales, que encuentran leyes con base en la aplicación de la lógica a cierta estructura de axiomas. A su vez, las ciencias fácticas lo hacen partiendo de un fenómeno real.
No comparto la idea de que se deba separar el proceso de construcción de leyes para los denominados fenómenos naturales y aquellos que corresponden a los resultados del comportamiento humano, en tanto que ambos deben transitar por el mismo camino de plantear una hipótesis como explicación teórica, la búsqueda de una unidad de medida y la realización de un experimento para testear la hipótesis.