Estado y revolución
La revolución bolchevique que se impuso sobre Rusia el 25 de octubre de 1917, y que cumplió 100 años semanas atrás, es uno de los capítulos históricos de mayor influencia en el mundo moderno. Supuso un modelo diferente inspirado en el comunismo en virtud de la existencia de una extendida miseria del campesinado del país. La fracasada guerra que Rusia sostenía en aquel entonces contra Alemania y el Imperio austrohúngaro igualmente influyó en el deterioro de una situación que además se agravaba con el descrédito de personajes influyentes, lo que fue configurando condiciones adversas para el sostenimiento del sistema.
Las propuestas revolucionarias que Lenin explanó basadas en la doctrina marxista sobre el Estado significaron a la postre el establecimiento de una estructura totalitaria opuesta al Estado democrático que había inspirado a distintas naciones. La consideración y definición del Estado principalmente como una “fuerza especial de represión” y el objetivo de concretar “la destrucción del Estado como tal” impulsaron el surgimiento de un nuevo aparato de poder con un fundamento distinto al tradicional.
El Estado como tal ya no sería lo importante, sino en la medida en que éste sea un instrumento del proletariado para acabar con la sociedad burguesa. En tal sentido, se reducía a ser un medio para que el proletariado ejerciera su poder y concretase su dominio. De la misma manera, el parlamentarismo no era admitido de la forma tradicional, sino que se modificó ante los nuevos intereses; y si bien las instituciones representativas podían continuar, a juicio de Lenin ellas estaban subordinadas a la nueva filosofía de poder y, además, la Comuna debía reemplazarla y los parlamentarios tenían que trabajar al servicio del proletariado.
El fin supremo de la dictadura del proletariado se debía imponer, y la fuerza del Estado sería utilizada para concretar tal propósito. A la vuelta de los años, el sistema comunista fracasó y el aparato estatal tuvo que ceder ante el equilibrio democrático y social. Los pueblos sometidos por la Unión Soviética (URSS) reivindicaron sus derechos e independencia; y el propio pueblo ruso comenzó a exigir sus libertades conculcadas por un sistema centralista, de partido único y de negación a la individualidad del ser humano.