Por qué marchamos el 8M
Estas son solo algunas de las injusticias por las que las mujeres tomaron las calles el 8M.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no es una fecha para celebrar “la creación más bella de Dios”. No aceptamos abrazos ni flores, sino, salimos a las calles levantando la voz para vivir en igualdad. En La Paz, diversas expresiones del feminismo lanzaron una convocatoria a un paro de mujeres y así poder encontrarnos en la plaza San Francisco, y desde allí marchar contra el sistema patriarcal sostenido en nuestro país por miles de hombres y mujeres.
Algunas amigas y amigos me preguntaron ¿por qué paran? ¿Por qué marchan? ¿No reconocen los avances? ¿No les bastan tantas leyes a su favor? Pues sí, todavía marchamos para visibilizar una agenda de justicia pendiente…
1) Las mujeres trabajadoras en Bolivia somos las más explotadas entre los explotados. El 88% de las trabajadoras asalariadas se encuentran en condiciones de precariedad y desprotección social, sin derecho a sindicalización, ni a vacaciones, indemnización, seguro de salud o pensiones.
2) La violencia feminicida cobra en nuestro país la vida de una mujer cada tres días. En los últimos cinco años en Bolivia han muerto 455 personas solo por el hecho de ser mujeres. Enfrentamos un sistema de justicia mercantilizada que induce a la violencia por la alta impunidad y el Estado, a través de sus gobiernos municipales, invierte tan solo el 0,43% de sus recursos en atención y prevención de violencia.
3) La penalización del aborto es otra forma de violencia asesina. El actual Código Penal criminaliza el elemental derecho de todas las mujeres a decidir sobre nuestros cuerpos. El aborto inseguro sigue siendo uno de los principales problemas de salud pública, ya que aproximadamente 480 mujeres mueren cada año por esta causa. Este problema se agrava aún más frente al embarazo infantil forzado, resultado inocultable de la violencia sexual.
4) Las mujeres también marchamos en contra de los megaproyectos con consecuencias sobre la naturaleza y la vida de las personas. Alzamos la voz en defensa del TIPNIS, Tariquia, Rositas, Madidi, Pilón Lajas, El Bala, el Chepete y de todos los parques y territorios hoy en peligro de ser devastados.
5) Repudiamos la aprobación de la Sentencia 0076/2017 del Tribunal Constitucional Plurinacional, que atropella los derechos de la población transexual y transgénero.
6) La marcha también denuncia la cadena de violencia en contra de las trabajadoras sexuales, víctimas constantes del abuso policial, la criminalización, la persecución, los insultos, los golpes y las violaciones.
7) También alzamos la voz porque cada día desaparecen niñas y mujeres víctimas de las redes de trata y tráfico de personas con fines de explotación sexual y laboral sin que el Estado detenga este crimen.
8) También se denuncia la violencia que implica la migración. En condiciones de pobreza, vulnerabilidad y estigmatización, las mujeres sufren sobreexplotación laboral y violencia sexual.
9) La marcha hace suya la demanda de las personas con discapacidad. Si ser una persona con discapacidad en un país como Bolivia es penoso, ser mujer en esas condiciones implica vivir doble discriminación.
Estas son solo algunas de las injusticias por las que las mujeres tomaron las calles el 8M. Fue una marcha diversa, que nos recuerda que el feminismo es, ante todo, humanista, antirracista, antipatriarcal, anticapitalista, anticolonial y antifascista. A pesar de las diferencias, estos postulados son los que nos mantienen unidas. Y por estos postulados marchamos todas.