Marx
Muy poco puede producir un individuo aislado; con suerte apenas podría llegar a sobrevivir de esta manera. Desde que nace, el niño precisa de otros seres humanos. Del mismo modo, es muy poco lo que un patrón puede obtener de ganancia si contrata a un obrero aislado. El truco del capitalismo se encuentra en la posibilidad de la cooperación y en la ilusión de la individualidad. Cuando los seres humanos cooperan, el esfuerzo de cada uno se potencia, y logran mucho más de lo que podrían lograr cada uno por separado. Diez personas juntas, trabajando de manera coordinada y cooperando, producen mucho más que 10 personas separadas, trabajando cada una por su cuenta.
La fuerza de la cooperación constituye la posibilidad de la producción. La impresionante fuerza histórica del capitalismo consistió en extender la cooperación social hasta límites insospechados. Tomemos el ejemplo de una fábrica: la cooperación excede en mucho las relaciones al interior de una fábrica. Los obreros trabajan con máquinas que fueron creadas y hechas por otros seres humanos; los obreros comen alimentos preparados por otros; se iluminan gracias al trabajo colectivo de otros; utilizan servicios como el agua, la luz, el gas, los medios de transporte; asisten a un seguro médico; consumen medicamentos, entretenimiento, etc. que no serían posibles sin el trabajo coordinado de muchos seres humanos. Un mundo de cooperación se extiende en nuestra sociedad. En síntesis, el producto de esas fábricas no sería posible sin la cooperación social extendida.
La contradicción del capitalismo radica en que habiendo extendido la cooperación social y colectiva a niveles insospechados, logra convertir esa potencia en un bien privado: el capital. Logra convertir al ser humano en víctima de su producción: un individuo que se concibe aislado. Y es el propio capital el que ejerce una dominación sobre la potencia que la produjo, de esta manera se sustituye el deseo de cooperación por el individualismo y el egoísmo posesivo.
Todo el secreto del capitalismo se encuentra en mantener la cooperación objetiva, e imponer a la vez una serialización de la subjetividad social.
Hace 170 años, un joven llamado Karl Marx concluía su llamamiento al comunismo con la frase: “Proletarios del mundo uníos”, y empezaba una compleja reflexión sobre el capital. Fue el primer pensador en analizar las contradicciones del capitalismo.
El 5 de mayo se recordaron los 200 años del nacimiento de Marx, y en unas semanas más la Vicepresidencia publicará algunos textos inéditos del filósofo alemán, entre ellos los Manuscritos 1861-1863 en los que se empieza a explorar el origen del capital. Que sea esta publicación una buena excusa para empezar o continuar la lectura de una de las mentes más brillantes del siglo XIX: Karl Marx.