Futuro gasífero
El sector de hidrocarburos va a seguir siendo crucial para la economía nacional durante los próximos años
El ciclo económico expansivo que empezó a inicios de este siglo estuvo acompañado por el auge del sector hidrocarburífero. Las exportaciones de gas son hoy cruciales para equilibrar las cuentas externas y fiscales del país. Guste o no, este es un dato que seguirá siendo determinante para el futuro nacional por al menos un decenio más.
En las últimas semanas, los medios han difundido varias noticias relacionadas con la certificación de las reservas gasíferas, sobre conflictos vinculados con la puesta en marcha de proyectos en ese sector y la visita de representantes de transnacionales para confirmar inversiones en el desarrollo de nuevos campos.
Estas preocupaciones son comprensibles considerando la importancia que tiene el sector en la economía. El gas es nuestro primer rubro de exportaciones, así como una de las fuentes más importantes de recursos fiscales. Por tanto, de su futuro dependen variables críticas como el saldo de la balanza corriente, que impacta en la estabilidad cambiaria, o el nivel del déficit fiscal.
El “colchón financiero”, que ha permitido resistir la reciente etapa de “vacas flacas”, fue construido con base en los excedentes de esta industria. Sin el boom gasífero, la modernización de las infraestructuras y las políticas de redistribución social no hubieran sido posibles. Hay que reconocer también que esta es una actividad que tiene impactos relevantes en el medio ambiente, que alienta una cultura rentista para nada saludable, y que por tanto no debería transformarse en nuestra única fuente de ingresos. Todos estos son aspectos que se deben considerar.
Más allá de sus beneficios y costos, debe quedar claro que el sector de hidrocarburos seguirá siendo crucial para el futuro de la economía por al menos un decenio más. No podemos engañarnos en este punto. Es, por tanto, imprescindible que se siga impulsando una estrategia agresiva para aumentar las reservas de gas en el corto y mediano plazo, y desarrollar mayor valor agregado en toda la industria, para lo cual se precisan grandes cantidades de inversión nacional y extranjera. Por otra parte, estas iniciativas solo podrán ser implementadas eficazmente si se cuenta con un marco normativo moderno, una estatal YPFB fortalecida y prácticas razonables de gestión de sus impactos ambientales y sociales.
Resulta igualmente deseable pensar en un horizonte económico no extractivo y de mayor diversificación productiva. Hay que trabajar en ello, pero es evidente que esto no será posible sin diseñar al mismo tiempo una transición, que podría durar varios decenios, en la que el sector hidrocarburífero seguirá siendo estratégico para sostener los gastos del país. Estamos lejos del fin de la era del gas, incluso si se quiere superarla, realidad que tanto el oficialismo como la oposición deberían tener muy en cuenta.