Sal, yodo y plomo
La información de diversos estudios que atañen a la salud pública no está siendo aprovechada.
Cada cierto tiempo, las autoridades de salud elaboran estudios respecto a la cantidad de yodo presente en las bolsas de sal que se comercializan en el país. Y por lo general, los resultados suelen alertar que solo una porción cumple con el porcentaje recomendado de este importante mineral, sin que se tomen medidas efectivas para revertir esta situación, que puede afectar la salud de las personas.
Por caso, en julio de 2015 el Servicio Departamental de Salud de La Paz difundió una investigación alertando que de las 32 marcas de sal presentes en el departamento solo la mitad cumplía con el porcentaje establecido por la normativa del país, entre 40 y 80 microgramos de yodo por cada kilogramo de sal, para contrarrestar casos de bocio. Una perturbación en la glándula tiroides que repercute en el desarrollo de las personas, provocando cretinismo, retraso mental e incluso mortalidad perinatal. El resto tenía un porcentaje menor, y había una que incluso registraba una cantidad mayor, exceso que también puede resultar dañino para la salud.
Tres años después de publicado este estudio, días atrás el Gobierno Municipal de La Paz publicó una nueva investigación cuyos resultados son casi idénticos. Según esta nueva pesquisa, solo 11 de las 32 marcas presentes en el municipio cumplen con los porcentajes de yodo antes mencionados, mientras que el resto se sitúa por debajo. Tal como ocurrió en 2015, las marcas que aprobaron esta nueva evaluación fueron Amadito, Blanquita, Delisal, Lobos, Perla Andina, Universal y Universo; a las que se suman Exxal, Emsyfa Amadito, Hipermaxi, Mundial y Salident.
Estos datos ponen en evidencia que la información proporcionada por diversos estudios que atañen a la salud pública no está siendo aprovechada por las autoridades como correspondería, ya que el propósito último de estos estudios debería ser la adopción de medidas para subsanar las deficiencias encontradas, como el bajo porcentaje de yodo en algunas marcas de cloruro de sodio.
Mención aparte merecen las investigaciones que advierten que la sal que se comercializa en el país incluye elevadas cantidades de plomo. Por ejemplo, una investigación elaborada en 2014 por el Instituto Tecnológico de Alimentos estimó entre 7 y 11 miligramos de plomo por kilogramo de sal en 23 muestras, 550% más de lo estipulado por la normativa (2 miligramos). Datos que no han suscitado el seguimiento que merecen, tanto más importante por cuanto la OMS ha incluido al plomo entre los 10 productos químicos más peligrosos para la salud pública.
Y es que según explican los especialistas, el cuerpo no elimina esta sustancia, sino que tiende a acumularse en el organismo, sobre todo en los huesos, en los que se adhiere al punto que sustituye al calcio; lo que a la postre se puede traducir en daños en los riñones, hígado, sistema reproductor, cardiovascular, inmunitario, nervioso y gastrointestinal; siendo el más generalizado de sus efectos el menor desarrollo cognitivo e intelectual de los niños afectados.