Polarización en Brasil
La aguda polarización hace que el desenlace de esta contienda electoral en Brasil sea incierto.
En su recta final, la elección presidencial en Brasil parece transitar hacia la confrontación entre la izquierda del PT y la extrema derecha. La aguda polarización que están despertando los representantes de ambas fuerzas hace que el desenlace de esta contienda sea incierto. No se debe descartar ningún escenario, incluso los más inquietantes.
Brasil es la principal potencia demográfica, económica y política de Sudamérica. Su gobernabilidad y estabilidad son cruciales no solo para sus propios ciudadanos, sino también para el resto de los habitantes del continente. Por ello, toda la región está atenta al proceso electoral que definirá al próximo presidente de esa gran nación.
Las inquietudes sobre el devenir de la política brasileña son además significativas en esta coyuntura, debido al notable debilitamiento de la capacidad de acción política desde la salida de Dilma Rousseff del poder en agosto de 2016. El gobierno transitorio de Temer no ha podido consolidarse; la clase política ha perdido gran parte de su credibilidad por su relacionamiento con hechos de corrupción; y la situación socioeconómica ha continuado estancada. La popularidad del expresidente Lula da Silva y la aparición de Jair Bolsonaro como el favorito para ganar la primera ronda de las elecciones, el 7 de octubre, reflejan una preocupante falta de renovación política, así como el notable malestar que afecta a este ámbito.
La inhabilitación de la candidatura de Lula no ha traído certidumbres. Al contrario, ha acelerado la aparición de escenarios que eran improbables hasta hace poco. A solo dos semanas de la primera vuelta, se está consolidando una situación en la que Bolsonaro, candidato que se identifica con posiciones de extrema derecha, y Fernando Haddad, sustituto de Lula en el PT, se perfilan como los favoritos para pasar a la segunda vuelta, prevista para el 28 de octubre.
Los representantes de posiciones más centristas como Ciro Gomes, Marina Silva o Gerardo Alckmin, aparecen notablemente retrasados y con escasas opciones para clasificarse a la ronda final. Por otra parte, los perfiles ideológicos tan antagónicos de Haddad y Bolsonaro están alentando una fuerte polarización que podría complicar no solo el desenlace del proceso electoral, sino también la gobernabilidad del presidente electo.
Las proyecciones para la segunda vuelta en Brasil son de vértigo. Los candidatos favoritos están prácticamente empatados en las encuestas, y cualquiera podría resultar vencedor. Tanto el posible triunfo de Haddad, que sería percibido como una revancha de la izquierda frente al establishment brasileño, como la inédita victoria de un personaje extremista, defensor de la “mano dura” de las dictaduras militares y abiertamente homofóbico y misógino, plantearían diferentes pero grandes desafíos institucionales para la potencia del sur y muchas dudas entre sus vecinos.