Durante la Semana de la Agricultura y la Alimentación, “Desafíos futuros para América Latina y el Caribe”, promovida por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en Buenos Aires, la región debatió sobre la actual crisis que afronta el sistema agrícola mundial, cuando se espera que la agricultura contribuya a la disminución del hambre y la pobreza, proporcionando alimentos nutritivos para una población que llegará a los 9.000 millones en 2050. Y que lo haga, además, proporcionando servicios ambientales.

En ese contexto, las industrias agrícolas (agronegocios) trabajan para reinventarse y ahora impulsan la “economía verde” como un modelo económico alternativo para lograr un desarrollo sostenible y rentable. Pero este nuevo modelo, en el fondo, no resuelve los problemas actuales.

La mayoría admite que existe una creciente necesidad de transformar los sistemas agroalimentarios. Pero las innovaciones propuestas son drásticamente sorprendentes. Ya se habla de la cuarta “revolución verde” promovida por actores corporativos que buscan resolver la crisis alimentaria desarrollando nuevas tecnologías. Estas innovaciones se combinarían con la cuarta revolución industrial, donde la “respuesta” se centra en una fusión de tecnologías para controlar propiedades físicas, digitales y biológicas.

Actualmente, el Foro Económico Mundial apoya la implementación de nuevos sistemas agrícolas en 21 países a través de su iniciativa Nueva Visión para la Agricultura, basados en 12 tecnologías de transformación; en las que por ejemplo con biotecnología se obtienen plantas y animales. Mientras que la llamada agricultura de precisión optimiza el uso de agua e insumos. Se propone que en los nuevos sistemas alimentarios globales la producción esté encargada a robots inteligentes, se haga uso de blockchain para las inversiones (pools agrarios digitales), y a través de internet se negocien alimentos “sintéticos” o “naturales” para una nutrición personalizada acorde a cada bolsillo.

Tal cuál sucedió con la tercera revolución verde, este esfuerzo está diseñado por y para los “gigantes agrícolas”. Estas innovaciones tecnológicas reforzarán la concentración del poder político y económico en manos de grandes grupos corporativos que no conocen fronteras. De hecho, estas enormes compañías ya tienen patentes sobre las “12 tecnologías transformadoras”.

Ahora imaginemos que microdrones polinizan los cultivos en lugar de abejas vivas. Las máquinas automatizadas reemplazan el trabajo de los agricultores en la preparación del suelo, la siembra, el deshierbe, la fertilidad, el control de plagas y la cosecha de cultivos trabajando 24 horas dirigidos por servicios geoespaciales. Estas innovaciones de alta tecnología se alejan radicalmente de la mayoría de las prácticas agrícolas que hasta ahora conocemos. Nos están moviendo hacia un sistema alimentario sin la participación de personas.

¿Pero hay otra opción para el futuro? La agricultura de conservación y la agroecología implican el uso de principios naturales para el diseño y manejo de agroecosistemas sostenibles. Recientes investigaciones y trabajos de campo se centran en cómo aportar a la democratización de los sistemas alimentarios basados en territorios y personas, con respeto a la Madre Tierra.

En contraste con una visión tecnológica, las innovaciones agroecológicas promueven sistemas circulares que involucran el reciclaje, la reutilización y la combinación de recursos para reducir la dependencia de insumos externos; incluso descubriendo y aprovechando nuevos alimentos del entorno silvestre y el bosque.

Los sistemas de cultivo se basan en interacciones beneficiosas entre plantas, animales, el territorio y las personas. Los árboles y arbustos se pueden preservar entre o alrededor de los cultivos, se puede tener dos o más cultivos en asociación, especies muy próximas unas de otras, con altos rendimientos agrícolas y bajo uso de insumos. A escalas más amplias, la agricultura de conservación y la agroecología implican sistemas circulares que combinan la producción de alimentos y energía, con la gestión del suelo, el agua y los residuos, apuntando a la sostenibilidad.

La celebración del Día Nacional de Consumo de Alimentos Ecológicos (el 21 de noviembre), impulsada por la Comisión de Economía Plural del Senado de Bolivia, es una muestra de que representantes de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado pueden contribuir a debatir sobre el futuro de la agricultura y definir quién controla la gobernanza local sobre los sistemas agroalimentarios.

Considerando estas opciones innovadoras para la alimentación y la agricultura, es vital que todos puedan ejercer su derecho a opinar sobre el futuro respecto al suministro de alimentos ¿En qué mundo deseamos vivir?

* es consultor de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Bolivia.