Drama de la basura
Sucre es una de las ciudades que más problemas registra por el deficiente manejo de la basura.
A medida que las ciudades crecen y se densifican, los problemas propios de la gestión del espacio urbano se van multiplicando y profundizando, especialmente en lo referido a los servicios básicos. El recojo y disposición de la basura es uno de ellos, y en Bolivia suele agravarse por la falta de rellenos sanitarios donde procesar los residuos sólidos de manera sana y segura.
Sucre es una de las ciudades que está padeciendo este tipo de problemas, pues pese a ser conocida como una de las urbes más limpias de Bolivia, no logra resolver la disposición final de los desechos sólidos. Actualmente está en marcha un plan para solucionar el drama de la basura, que entre otras complicaciones amenaza la salud de quienes viven cerca de los botaderos, grandes fuentes de contaminación.
La capital del país tiene, según estimaciones de su Gobierno Municipal, 210 botaderos clandestinos ubicados en diferentes sectores de la mancha urbana; 70 de ellos fueron cerrados, pero no basta. Para el presidente de la Federación de Juntas Vecinales de Sucre, la basura es un problema “estructural” en la ciudad y el Gobierno Municipal no hace lo suficiente.
A su vez, el Director de Medio Ambiente de la municipalidad afirma que el tema es asumido con “responsabilidad”, y anuncia que con ayuda del Banco para el Desarrollo de América Latina CAF se ha contratado a una consultora que trabaja sobre “el mejoramiento de la gestión integral de residuos sólidos en el municipio de Sucre”. El resultado debería ser un informe que señale dónde debe emplazarse el futuro relleno sanitario y las características que tendrá, pues debería servir para industrializar la basura.
Hasta donde se sabe, Sucre produce entre 240 y 250 toneladas diarias de desechos sólidos. De toda esa cantidad, más del 60% es basura orgánica, casi 10% son plásticos y 2,5%, vidrio. Se espera no solo contar con un relleno sanitario moderno y capaz de generar ingresos para el Gobierno Municipal, sino, sobre todo, que la población aprenda a separar su basura, siquiera en orgánica y no orgánica; la primera sirve para producir abono, cosa que ya se hizo en un plan piloto.
Asimismo, los residuos plásticos se entregaron a una fábrica de tubos, y los papeles y cartones serán canjeados por papel higiénico, que se hará llegar a las escuelas de la ciudad. El plan incluye, además, la instalación de “puntos verdes” donde la gente puede depositar su basura y al menos 700 contenedores con el mismo fin.
El presupuesto municipal de la ciudad capital parece exiguo para el tamaño de la tarea, incluso considerando que cada vecino debe aportar cada mes una suma para el recojo de la basura, pero es evidente que ya no debe seguir postergándose la solución para este problema. A los otros niveles gubernativos del Estado les corresponde brindar la ayuda necesaria.