Laberintos urbanos
Una ciudad vibra tanto por sus grandes edificaciones como por sus pequeños laberintos.
Después de escribir durante varios años sobre las ciudades, hemos detectado que cada una de éstas nos lleva a descubrir que lo subterráneo relata no solo las expresiones de sus habitantes, sino también su conformación urbano-arquitectónica. Son realidades que señalan diferentes significados, por ejemplo, los lugares laberínticos; una especie de convivencia entre significantes y significados, que incluso podrían convertirse en relatos gracias al potencial de hechos que allí se desarrollan, bajo entornos singulares.
Se trata de un mundo citadino de realidades cruzadas, capaz de basar su sentido no solo en la evolución de las urbes y su transformación histórica arquitectónica, sino además estudiar el trasfondo de la vida del ciudadano y de cuán paradójicas pueden ser las cualidades de sus laberintos urbanos.
Como referencia es importante mencionar a algunos que existen en otras latitudes, como Estambul, cuyos laberintos, por su trazado y variedad de conformación urbana, permiten penetrar a espacios atiborrados y descubrir lugares que sin dejar de ser bellos poseen un trasfondo que narran otras realidades. Empero, estas no niegan la singularidad de la ciudad contemporánea, la cual sorprende por sus hermosas construcciones que representan el presente y también al habitante contemporáneo, ya que no están exentas de sus propios valores.
Otro ejemplo es Venecia, a la que ya hicimos mención en otro artículo pero no sobre este tema. Se trata de una ciudad escenográfica y laberíntica por su conformación de callejuelas que se asemejan a un teatro al aire libre, con un exquisito entorno construido para el desarrollo de puestas en escena imaginarias. Praga es otra urbe capaz de mostrar lo divino de sus obras arquitectónicas heredadas del pasado y sus monumentos por de más significativos de cada época. Pese a ello, sus laberintos invitan a descubrir la vida urbana popular. Son rincones donde no solo puede escucharse música selecta, sino también donde todo puede suceder. Estas tres ciudades ejemplifican el atractivo de los espacios laberínticos; un mar de sensaciones que el visitante únicamente puede descubrir “extraviándose” en el tejido urbano.
La Paz es una ciudad que asimismo tiene mucho de laberíntica. Sin ir muy lejos, el barrio de Sopocachi acoge callejuelas escondidas, que se entrecruzan unas con otras y a la vez ocultan espacios semicerrados. Hoy quisimos abordar este tipo de lugares por las características que presentan, ya que bien pueden ser convertidos en puntos estratégicos y atractivos de la urbe paceña.
La reflexión apunta no solo al trazado de los laberintos urbanos, sino también a la reforma de los interiores de algunas obras arquitectónicas, las cuales hoy están siendo sabiamente aprovechadas por extranjeros que tuvieron la iniciativa de pensar que, por ejemplo, las viejas casonas pueden ser reformadas y emanar vida.
Con ello queda demostrado que una ciudad vibra tanto por sus grandes edificaciones como por sus pequeños laberintos, en los que el emprendimiento de algunas personas ha permitido la habilitación de áreas recreativas, artesanales, cafés, tiendas y otros. Se trata de una excusa para buscar crear cada día espacios de vida diferente y que sean capaces de llevar “al asombro”.
* Arquitecta.