Viajar a la Amazonía boliviana
Urge una inspección nacional de obras, trabajo que debería realizar el Ministerio de Obras Públicas.
Concateno dos momentos recientes de mi viaje a la Amazonía de nuestro país para reflexionar. La primera ocurrió en septiembre de 2018. Después de atravesar por tierra desde Trinidad hasta Cachuela Esperanza, otrora emporio de la goma de los hermanos Suárez a fines del siglo XIX, surgen varias preguntas que no pierden vigencia: ¿por qué la Amazonía norte no cuenta con buenas carreteras? ¿Por qué uno está obligado a “comer tierra” durante tantas horas de viaje? ¿Acaso estas regiones no tienen derecho de gozar de una buena carretera asfaltada? Las autoridades de Cachuela Esperanza nos dijeron que la carretera que une a esa población con el resto fue construida por la Casa Suárez.
Si así están las carreteras, ni qué decir de sus aeropuertos. Fue un verdadero avatar volver desde Guayaramerín a La Paz. Las dos empresas aéreas que operan con aviones pequeños en aquella región tienen su propia dinámica de atender al pasajero. Por ejemplo, uno debe hacer su chequeo en las oficinas de la empresa y recién dirigirse al aeropuerto, porque en la terminal aérea no hay internet. Una vez en el aeropuerto, que en realidad es un galpón, uno puede divisar el techo totalmente deteriorado por el viento. ¿Qué ha pasado con esa terminal área construida en la gestión del gobernador del Beni Carmelo Lenz?
Resulta inconcebible que una población fronteriza con tan urgente necesidad de conectarse con el resto del país vía aérea haya sido estafada con la construcción de un aeropuerto que ha cedido al primer viento amazónico, al extremo de quedar casi inutilizado. Nos contaron que el dueño de la compañía constructora está encarcelado en Trinidad. ¿Y qué hay de Lenz y de su equipo? Como en las películas, luego de que llegara el avión tuvimos que hacer una fila en medio de un sol abrazador ¿Hasta cuándo servirá el galpón de aeropuerto? ¿Se construirá otro aeródromo? ¿Cuándo?
Hace pocos días me tocó estar en la terminal área de Riberalta, la cual hace años que se construye sin que se concluyan las obras. ¿Por qué tanta tardanza? Al lado del edificio aeropuerto en construcción se improvisó una especie de casucha que sirve de aeropuerto. En estas condiciones, luego de que el avión aterriza, los trabajadores arrastran las maletas a la intemperie en un carrito. Después de retirar su equipaje, los pasajeros deben atravesar un estrecho pasadizo para salir, e ingeniárselas para llegar a la calle. Incluso se deben sortear unas gradas atravesadas por un cable de energía eléctrica a medio cuerpo.
Para quienes tienen que abordar un avión, “el aeropuerto” se convierte en un hervidero con calamina en el que uno tiene que esperar varias horas, en un espacio pequeño, sin baños y con pocos ventiladores que no dan abasto para tan larga espera. Sabiendo que la construcción del aeropuerto se iba a prolongar, ¿no debió preverse la improvisación de un galpón más grande y amplio que permita cobijarse del calor abrazador? Algunos ciudadanos nos comentaron que incluso trabajan de noche para culminar el nuevo aeropuerto. Después de tantos años de espera y espera no sé si creer tal afirmación.
Se dice que el flamante aeropuerto será entregado el 3 de febrero, para el aniversario de la fundación de Riberalta. Ojalá sea así, y que no se presenten eventualidades como en la terminal área de Guayaramerín. En cualquier caso, urge una inspección nacional de obras, trabajo que debería realizar el Ministerio de Obras Públicas. Así como también es responsabilidad de las gobernaciones y alcaldías brindar las comodidades mínimas a los ciudadanos que viajan para conocer nuestra Amazonía, mágica y exuberante. Ch’umi marka Riberalta sutinixa wali jiwakiwa, ukhamaraki jan yaqatakiwa sarnaqasi.
* Aymara boliviano, doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos y docente de la UMSA.