Alianzas fallidas
Los partidos de oposición tienen escasas opciones para impulsar alianzas electorales.
Pese a las demandas y discursos de unidad, la oposición concurrirá fragmentada a los comicios de octubre. Como resultado de las primarias, ocho fuerzas políticas, nada menos, competirán contra el binomio oficialista —y entre ellas— por el voto ciudadano. Hay una persistente dificultad de convergencia. Una vez más. El antecedente es Unidad Demócrata en las pasadas elecciones.
Superado el hito de las polémicas primarias, los partidos de oposición tienen escasas opciones, y poco tiempo, para impulsar alianzas electorales. Como van las cosas, parece improbable que algunas candidaturas habilitadas desistan para ser absorbidas por otra “que tenga más apoyo”. Lo sabremos pronto. Todos confían en que, en la larga campaña que sigue, podrán ganar adhesiones a fin de disputar, si no la presidencia, al menos importantes escaños en la futura Asamblea Legislativa Plurinacional.
Como ocurrió en 2014, la quimera de la “candidatura única” de oposición se desvaneció pronto. También duró poco la reiterada fórmula del “frente amplio”. Como se sabe, en el actual escenario electoral solo prosperaron dos intentos de unidad: uno irrelevante, el otro fallido. Hablamos de Comunidad Ciudadana, que combinó una sigla prestada (hoy en entredicho) con una agrupación local. Y de Bolivia Dice No, que naufragó antes de zarpar jubilando en el acto a uno de sus socios.
El antecedente de esta persistente barrera para construir alianzas opositoras —y mantenerlas— es Unidad Demócrata. Construida en torno a la candidatura de un empresario (ya derrotado en los comicios de 2005 y 2009), el acuerdo electoral entre dos partidos políticos y una agrupación ciudadana duró hasta el día siguiente de la votación (en la que también perdió). No pudo prolongarse como coalición legislativa. Y se fue disgregando en el camino, incluidas denuncias de extorsión “por dinero y pegas”.
¿Qué puede esperarse en este campo para las elecciones de octubre? Si asumimos la exigua posibilidad de alianzas entre partidos políticos, la tónica de las candidaturas opositoras, como se vio desde el principio, será el reclutamiento de agrupaciones en las regiones y la ya agotada adhesión de “plataformas ciudadanas”. No parece que implique cambios sustantivos en el escenario electoral. En todo caso, persisten voces político-mediáticas que apuestan por el apoyo “al mejor ubicado en las encuestas”.
Como se vio en las primarias, los partidos políticos —especialmente de la oposición— tienen disminuida militancia en activo y, en particular, limitada presencia territorial. Para fortalecerse, deben cubrir ese déficit con alianzas locales y sectoriales. No basta anidar en la envoltura de las redes sociales digitales ni tampoco hacer tours de medio día en las ciudades capitales. Claro que, por su temporalidad, serán alianzas basadas más en cuotas e intereses que en programas de gobierno. Ya se verá.