Traducción intercultural
La traducción intercultural es una propuesta de Boaventura de Sousa Santos, basada en la llamada hermenéutica diatópica planteada por el catalán Raimon Panikkar. Boaventura concibe a la traducción intercultural como parte del proyecto “Epistemologías del Sur”.
Para comprender la traducción intercultural es necesario prestar atención a la llamada “sociología de las ausencias”, una práctica de saber que trata de transformar objetos imposibles en objetos posibles, es decir recuperar los saberes que existen, que hay, pero que se encuentran invisibilizados en la instancia jerárquica de la ciencia. Junto a la “sociología de las ausencias” se encuentra la “sociología de las emergencias”, la cual presenta un proyecto de ampliación de saberes, que supere el estado estático del pensamiento occidental. Todo esto nos debería llevar a la llamada “ecología de los saberes”, un estado en el que la complementariedad de los conocimientos nos lleve a aceptar que existe más de una forma de conocimiento y de ignorancia.
La “ecología de los saberes” comienza con la asunción de que todas las prácticas de relaciones entre los seres humanos, así como entre los seres humanos y la naturaleza, implican más de una forma de conocimiento y, por ello, de ignorancia. Los saberes de una cultura, así sea la occidental que se precia de saberes científicos, son solo una parte de los saberes del mundo.
La traducción intercultural es un procedimiento que permite la realización de la “ecología de los saberes”. La traducción permite observar la complementariedad de las prácticas y en consecuencia de los saberes. La traducción intercultural se refiere a la posibilidad de crear conocimiento recíproco entre las experiencias del mundo. Se trata de una traducción de saberes, es decir ir más allá de un trabajo de interpretación entre dos o más culturas, para comprender en sí la manera en la que la cultura mira, observa y lleva a cabo esa práctica de saberes.
Boaventura señala que debemos partir de la afirmación que dice que las culturas son incompletas, es decir toda cultura es solo una versión, una faz de las posibilidades humanas y, por tanto, toda cultura puede enriquecerse en el diálogo y en la confrontación con otras culturas. Esta sería la intención de una traducción intercultural, en la que no se traduce únicamente la práctica sino que también se trata de traducir la subjetividad de lleva a cabo la práctica, el marco categorial con el que comprende la práctica, la forma de humanidad que se encuentra detrás de los saberes y prácticas.
La traducción intercultural permite enriquecer los conocimientos, los saberes, y ante todo iniciar un diálogo, una confrontación que posibilita mirar los límites de nuestra cultura y apreciar los saberes y las prácticas de otras culturas.