El factor ‘sustitución’
La ausencia de uno o ambos candidatos del binomio presidencial implicaría la no participación de su partido
Bajas electorales: primero fue Jaime Paz Zamora, candidato presidencial del PDC. Alegó “una muralla” para designar candidaturas. Luego, con gran bulla mediática, renunció Edwin Rodríguez, candidato a vicepresidente por Bolivia Dice No. Arguyó decisión corporativa del Comité Cívico Potosinista. Les siguió Faustino Challapa, número dos del binomio del Frente para la Victoria. No alegó nada. Por último, se bajó Leopoldo Chui, candidato a vice de PanBol. Dijeron que no se inscribió “por borracho”.
¿Qué hacer con estos cuatro candidatos que, por diferentes motivos, están fuera de la competencia electoral pese a que fueron habilitados en las primarias del 27 de enero? La Ley de Organizaciones Políticas, como se sabe, incluye solo dos causales para “revertir el carácter vinculante” de las primarias: muerte o enfermedad gravísima sobreviniente. No es el caso de ninguno de los cuatro que se dieron de baja. ¿Cómo se preserva, entonces, el cumplimiento obligatorio del resultado de las primarias?
Según el espíritu y la letra de la LOP, al no existir la causal renuncia para desacatar la condición vinculante de las primarias, la ausencia de uno o ambos candidatos del binomio presidencial implicaría la no participación de su partido político o alianza. Así, hoy mismo, de las nueve fuerzas políticas en carrera para los comicios de octubre solo quedarían cinco. Claro que se estarían vulnerando los derechos políticos constitucionales a ser elegible y, como organización política, a postular candidaturas.
Hace dos años, en la construcción deliberativa del proyecto de LOP impulsada por el TSE, y las sucesivas versiones elaboradas por el equipo técnico, las primarias fueron concebidas como un mecanismo de democracia interna en las organizaciones políticas. El principio era que las candidaturas sean elegidas por la militancia, y no por tradición caudillista, herencia o decisión cupular. En ningún momento se pensó qué pasaría si… un partido o alianza se quedaba sin candidatos. Es un vacío normativo.
Asumido el malogrado estreno de unas primarias que, sin competencia, legitimaron candidaturas únicas, ¿cómo se gestiona hoy el hecho político-electoral de cuatro binomios incompletos? Por principio la ley especial (en este caso la LOP) se aplica con preferencia a la norma general (Ley del Régimen Electoral). Pero ambas están sujetas a la primacía de la Constitución Política del Estado, que garantiza el derecho a (no) ser candidato. Parece que el atajo viable, si acaso, vendrá por el factor “sustitución”.
FadoCracia aritmética
Lo que más se aprecia de las encuestas de intención de voto es que nos brindan sucesivas fotografías, algunas muy parciales, otras un poco desenfocadas, acerca de la situación y tendencias de las preferencias electorales. Pero lo que más se disfruta es la tan divertida como solemne danza de lecturas e interpretación de datos. Es como si la fotografía fuese la vida misma.
La más reciente encuesta de CiesMori, bien empaquetada para gusto del respetable público, dio su postal de arranque: 37, 26, 9, residuales, indecibles e indecisos. El debate fue inmediato. Y sustantivo: ¿37 es igual a 40? No es algo menor: define si habrá o no segunda vuelta. Otra lectura sostenía la curiosa “ecuación” (sic) de que 2/3 es más que 1/3. Muy profundo.
Pero sin duda la interpretación más fina se hizo con audacia aritmética: el 21F, 51,4% dijo NO; hoy la encuesta asegura que 35% nunca votaría por Evo; ergo, “somos el 86,4%, somos mayoría”. Es brillante. Si sumamos el 21% –sin duda antimasista– del blanco/nulo, secreto, no sabe/no responde, habremos logrado el 107,4% de votos. Ganaremos los comicios. Y seremos legión.
* Es politólogo