Retrospectiva estética
Vivimos en una época en la que lo estético ocupa el último lugar entre las prioridades de la urbe paceña.
Hoy por hoy, en la vida de algunas ciudades, la estética pareciera ocupar un lugar similar al que tenía la astronomía en la época de Galileo. Esto porque no damos valor a ciertos sitios que heredamos y que la naturaleza nos regaló, por ejemplo, el Valle de las Ánimas, que hace pocos días fue parcialmente demolido sin piedad alguna.
Las Ánimas es un conjunto de cerros de bellas formas que semejan una especie de estructura espacial de una remarcada armonía. Al entrecruzarse, las figuras y promontorios de tierra de apariencia extraña se muestran como elementos esculpidos, y de seguir la remoción de tierras, lamentablemente, quedarán solo en nuestra memoria. Asimismo, ese conjunto de cerros, que se conformaron durante siglos, transmite sensaciones extrañas y hasta místicas, apoyadas en su singular nombre (Las Ánimas).
Independientemente de ello, ese llamativo conjunto natural, que inspiró a poetas y pintores, invitó hasta a los jóvenes a realizar conciertos de rock en sus espacios centrales. Esos eventos multitudinarios aprovecharon esa atractiva escenografía natural para alcanzar una acústica adecuada, la cual logró extraer los sonidos más vibrantes de ese género. Hasta ahora, esta demolición ha tenido una vaga repercusión y no hubo ninguna explicación sobre su autorización. Debemos recordar que ya en artículos de años pasados propusimos que aquellos cerros sean declarados monumento de La Paz, a fin de evitar su destrucción.
Según las versiones de algunas autoridades, el Valle de las Ánimas pertenece al municipio de Palca. Ese tipo de divisiones debieran anularse, ya que no es aceptable que el municipio de La Paz esté loteado por distintos municipios, pues para los habitantes paceños y no paceños la sede de gobierno es “una sola”, y esta realidad debiera ser discutida entre toda la ciudadanía. Con pesar habrá que decir que vivimos en una época en la que lo estético ocupa el último lugar entre las prioridades de esta urbe, donde predomina el interés por invadir lugares y talar árboles para instalar nuevos asentamientos o urbanizaciones, estas últimas, destinadas especialmente al lucro.
No podemos dejar de mencionar un segundo caso sobre el cual escribimos hace unos ocho años y denominamos “La Paz requiere de lugares amables”. En aquella oportunidad nos referimos a la necesidad de aprovechar el pasaje Núñez del Prado, lugar que hoy nos propone una interesante apertura espacial, gracias a la ubicación del teleférico Celeste, para realizar una intervención urbana con el fin de mantener algunos puestos de venta bien diseñados y dimensionados para las caseras.
También existe la necesidad de proyectar en aquel pasaje un lugar de descanso para los ciudadanos, incluidos los siempre olvidados ancianos, instalando para tal efecto asientos, alrededor de jardines remarcados quizá por esculturas de Marina Núñez del Prado. Con ello se lograría impulsar un bello y estético lugar en el centro de La Paz, que lo agradecerían todos.
Escribir o debatir sobre la estética en nuestros días es ingresar a un tema marginal; sin embargo, es preciso recordar que la estética de las ciudades es uno de los aspectos más rigurosos y fecundos que forman parte del diálogo que requiere el pensar y el planificar las urbes del presente.
* Arquitecta.