Participar, cuidar, respetar
El derecho a votar, primero, y el derecho a elegir, después, son resultado de un largo recorrido de luchas.
El largo proceso electoral llega hoy a su hito más importante con la disputa por el “premio mayor”. Son los novenos comicios presidenciales desde la difícil transición a la democracia, que tuvo en octubre de 1982 su momento de victoria —desde abajo y por la izquierda— con el gobierno de Hernán Siles Zuazo: “el hambre no espera, todos a San Francisco”. Desde entonces, las y los bolivianos hemos asumido que las urnas son la fuente de legitimidad de gobernantes y representantes; 37 años es de celebrar.
Con esa tradición en clave de claroscuro, más de 7 millones de votantes habilitados estamos convocados para elegir al binomio presidencial y definir la composición de la Asamblea Legislativa Plurinacional para un nuevo período constitucional. Se dice fácil. Pero el derecho a votar, primero, y el derecho a elegir, después, son resultado de un largo recorrido de luchas. Hoy toca ejercer esos derechos. Me gustaría alentar y anhelar para ello una jornada electoral con algunos mínimos democráticos.
El primero es que sea una jornada ampliamente participativa (superior al 80%), como ya es práctica usual en nuestro país. Y que esa participación ciudadana, otro derecho conquistado, sea libre e informada: sin presiones, sin chantajes, lejos de consignas, sin coacción. Cierto que el voto informado continúa siendo un ideal (lo comprobamos una vez más), pero es un ideal irrenunciable: que se vote por visiones de país, plataformas programáticas, liderazgos, en fin, que se vote por principios.
Un segundo mínimo deseable es que la jornada electoral sea pacífica, sin violencia. Que nadie impida a la ciudadanía expresar libremente sus preferencias electorales. Y que con tal espíritu todos cuidemos la votación en cada mesa electoral, en todos los recintos. Si desconfía del bolígrafo oficial, lleve el suyo. Si cree que los muertos votan, no descanse hasta identificarlos. Si supone que se alteran resultados en el acta, tómele una foto. Hagamos que hoy, una vez más, sea un ejercicio de civismo.
Y el tercer mínimo, que en realidad es un principio fundamental e ineludible en democracia, es que la voluntad ciudadana expresada en las urnas sea respetada por todos, en especial por los actores políticos. Si la premisa es una jornada participativa en la que se cuida el voto de manera transparente, todos deben aceptar sin condiciones el resultado de la votación, sea cual sea. Así garantizaremos que el día después prime la convivencia democrática por encima de tentaciones rupturistas.
* es politólogo.