¿Por qué tanta rabia?
Esta recuperación del espacio y el tiempo para nuestros pueblos es histórica
La democracia es un instrumento de la burguesía creado en Francia en 1789, para legitimar el orden burgués. La democracia no nació para pobres y ricos, nació discriminando y excluyendo a todas las mujeres y hombres pobres. Dentro de este orden burgués y republicano nació Bolivia, en 1825, excluyendo desde la democracia a las mujeres, a los indios e indias.
El gobierno del pueblo fue un camino de muchas luchas. En la Revolución de 1952, con la participación de pueblos originarios y el pueblo trabajador, se intentó cambiar este orden injusto y se arrancó de las burguesías nacionales el voto para las mujeres y para los indios e indias. Esas intenciones de posibles cambios duraron poco.
Cuando de nuevo el pueblo acumuló fuerzas, vinieron los golpes de Estado, con militares y civiles criminales que ahogaron los deseos de participación del pueblo en las decisiones políticas. En esta disputa, reconquistamos la democracia de manos de los militares para descubrir que ésta era una pelota con la que jugaban los burgueses neoliberales, vende patrias, a quienes derrotamos en octubre de 2003.
¿Qué es lo que hoy está en juego? ¿Qué es lo que no le perdonan al pueblo, al Evo, al MAS y al proceso de cambio? ¿Por qué tanto odio y rabia? Porque el pueblo usó la democracia para legitimar el camino del gobierno del pueblo. La democracia era su pelota, aquella construida, ideada, corregida y aumentada para dominarnos, embaucarnos y someternos. No nos perdonan, al pueblo, a los indios e indias, a las y los empobrecidos, que en su cancha, con su pelota, con árbitro vendido y sin el apoyo de las grandes ligas internacionales (Embajada de EEUU) hemos abierto un espacio y un tiempo para pensarnos y descubrir que somos capaces de autogobernarnos. No estoy diciendo que no haya errores, pero esta recuperación del espacio y el tiempo para nuestros pueblos es histórica y se tiene que profundizar en favor de cambios revolucionarios.
Se ganó en las urnas, a la derecha y al odio, tres veces, y esta última vez, aunque con desgaste, se les volvió a ganar con una diferencia del 10% de los votos (47% del MAS frente al 36% de CC). No nos perdonan que los indios e indias, no letrados, hayan hecho en el Gobierno las tareas que las y los burgueses, estudiados en Harvard, nunca hicieron. No lo hicieron porque son unos mediocres y colonizados. No nos perdonan que estemos orgullosas de nuestros ancestros y ancestras, orgullosas de nuestras culturas originarias. No nos perdonan que les tratamos de igual a igual, porque somos diferentes, pero iguales. No nos quieren sentados a su lado, ni en la iglesia, ni en el cine, ni en el parque, ni el teleférico. Ya no se trata de explicarles. No es que no entienden, saben muy bien que perdieron, es su capricho y la angustia de no poder recuperar rancios privilegios.
Somos hijas e hijos de este territorio, la Pachamama es nuestra madre, y seguiremos soñando y construyendo un mundo en el que quepan otros mundos, como dicen las zapatistas o como decimos las feministas comunitarias de Abya Yala, tejiendo la Comunidad de comunidades.