¿Conflicto sin salida?
La continuación de la pulseta en las calles terminará con la derrota de todos y con el retorno de la incertidumbre.
Después del 20 de octubre, el proceso político ingresó en una coyuntura crítica marcada por la polarización discursiva, una disputa por el control territorial y el despliegue de diversos recursos de poder por parte del oficialismo y diversos sectores de oposición. Han transcurrido tres semanas, la conflictividad va en aumento y la escalada de violencia parece incontenible, puesto que la pugna no se circunscribe al campo político y se va diseminando en la sociedad. Es difícil, en esas condiciones, que se produzca una solución política mediante un acuerdo entre los actores estratégicos. Sin embargo, aparte de esas condiciones, un factor decisivo para que el conflicto se mantenga en esta suerte de empate catastrófico (ninguno de los bandos puede imponerse) es la composición del campo opositor.
El oficialismo tiene un vértice decisorio y una estrategia que combina la acción directa en las calles y su apuesta a la auditoría electoral a cargo de una comisión de la OEA para que se dirima la controversia respecto a la validez de los resultados de los comicios. En cambio, la oposición no es una coalición compacta, es un campo fragmentado que está conformado por actores políticos y sociales con posturas diversas y variados objetivos.
Este es un rasgo común del campo opositor desde que el MAS se hizo cargo del Gobierno hace 13 años, pero en esta fase del proceso político adquirió mayor complejidad. A la oposición partidista se sumaron los comités cívicos y otras entidades. Tres días después de las elecciones se conformó una instancia colectiva denominada Coordinadora de Defensa de la Democracia que hacía augurar un accionar compacto y predecible. Entre las organizaciones políticas se consignaba la presencia de Comunidad Ciudadana y Demócratas, pero también Unidad Nacional y Sol.bo. A su vez, la oposición extra partidista estuvo representada por un par de comités cívicos (Santa Cruz y Potosí) y el Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade).
Fue una decisión importante y pudo guiar la ruta unitaria de la oposición. Empero, esta instancia tuvo una existencia efímera porque solamente emitió dos comunicados. El 23 de octubre exigió la realización de la segunda vuelta y el 26 rechazó el cómputo final denunciando fraude. Posteriormente, los diversos actores jugaron sus propias cartas y adoptaron distintas posiciones en una suerte de competencia por el liderazgo de la oposición, sobre todo entre el candidato de Comunidad Ciudadana y el presidente del Comité Pro Santa Cruz.
Y en esta pugna fueron modificando sus objetivos. Carlos Mesa transitó del reclamo por la segunda vuelta al pedido de nuevas elecciones, manteniendo una posición ambigua respecto a la auditoría de la OEA. En el caso del ala comiteísta de la oposición, las posturas transitaron del apoyo a la segunda vuelta hacia la convocatoria de nuevas elecciones y luego, a la renuncia de Evo Morales. En algunos casos rechazando la participación del Mandatario como candidato y, en otros, excluyendo a Morales y a Mesa. Entremedio, el presidente del comité cívico cruceño adquirió notable protagonismo, desmarcándose de las posiciones de
Carlos Mesa o cuestionándolas. Es decir, se produjo una bifurcación entre los actores políticos y los dirigentes cívicos, ahondando la ausencia de una estrategia común en las filas opositoras; algo que impide la necesaria negociación con el oficialismo.
En estas circunstancias, no existe otra vía para encarar una solución al conflicto que no sea la convergencia de la oposición en torno a Carlos Mesa y su aceptación de la auditoría de la OEA, habida cuenta de que Evo Morales ha reiterado la postura del MAS para respetar ese dictamen en caso de que se reviertan las cifras de su victoria y se realice una segunda vuelta. No se vislumbra otra solución político-institucional, puesto que la continuación de la pulseta en las calles terminará con la derrota de todos y con el retorno de la incertidumbre como moneda corriente. El regreso al pasado.
* Sociólogo. www.pieb.combo/blogs/mayorga/mayorga