Cuando hablamos del desarrollo agropecuario del país, olvidamos referirnos a la pequeña agricultura familiar, que es la que verdaderamente alimenta a la población boliviana, ya que las más de 800.000 unidades que la componen producen la mayoría de los alimentos de la canasta familiar. Sin embargo, preocupa los bajísimos rendimientos que caracterizan a este sector. ¿Dónde está la innovación y la tecnología para apuntalar a los pequeños productores?

En esta materia, cabe recordar el papel que debería cumplir el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF). Este organismo fue creado mediante el Decreto Supremo 29611 de 25 de junio de 2008 con el propósito, entre otros objetivos, de i) incrementar y mejorar de forma integral y sustentable los factores y condiciones de producción, insumos, y procesos productivos; ii) mejorar la producción, la productividad y la calidad de los productos agropecuarios y forestales, a través de actividades de investigación científica y participativa, innovación, asistencia técnica, generación y producción de semilla de calidad, y difusión de conocimientos, saberes y tecnología, priorizando la seguridad y la soberanía alimentaria; iii) fortalecer y proyectar la producción nacional a través del mejoramiento, uso y manejo cualitativo y cuantitativo de los recursos genéticos agrícolas, pecuarios, acuícolas y forestales; y iv) fortificar a los actores y sus relaciones en el marco del desarrollo rural agropecuario y forestal.

Sin embargo, ninguno de estos objetivos se ha materializado. De hecho, el desempeño del INIAF en lo referente a la generación de ciencia, innovación y tecnología agropecuaria ha sido más que deficiente. Cualquier actor del sector coincidirá con esta afirmación si se le consulta. Algunos datos sobre el rendimiento de dos de los productos de mayor consumo en el mundo permiten ilustrar con mayor precisión este punto.  

Días atrás, se dio a conocer un nuevo récord mundial en rendimiento de maíz de 38,7 toneladas por hectárea (t/h), alcanzado por el agricultor estadounidense David Hula en Virginia. Por otro lado, en la provincia china de Shandong, la empresa Xisen Potato Industry Group Co. Ltd. obtuvo 141,4 t/h de papa. Entretanto, el rendimiento promedio de maíz en el país es de solamente 2,57 t/h; y el de papa, 6,98 t/h. ¿Dónde está la “mano” del INIAF para mejorar el rendimiento de los cultivos?

En nuestro modesto entender, urge una reformulación integral del INIAF, comenzando por una reestructuración institucional que contemple un cambio total del personal ejecutivo y técnico jerárquico. De lo contrario, si sigue funcionando como hasta ahora, no se podrán lograr avances significativos en el desarrollo del sector agropecuario y forestal del país. En tiempos de nanotecnología, de bioingeniería, de genética molecular, hidroponía, luces LED, etc., no podemos seguir con ensayos de bajo riego, cultivos de trigo en el altiplano (como el INIAF ha impulsado), o con procesos de mejoramiento genético tradicionales.

La verdadera Bolivia agropecuaria es la Bolivia de la pequeña agricultura familiar, donde se practica lo natural, con tradición y respeto hacia la naturaleza. Solo falta el aporte de la tecnología, la ciencia y la innovación para que sea una actividad rentable y saludable con la Madre Tierra.

* Es ingeniero agrónomo, exdecano de la Facultad de Agronomía de la UMSA e investigador en cultivos andinos.