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Sunday 13 Oct 2024 | Actualizado a 16:45 PM

El fracaso de la medicina occidental

La diferencia entre los modelos de salud se ha evidenciado mucho más en esta coyuntura.

/ 2 de mayo de 2020 / 07:24

La pandemia desatada por el coronavirus COVID-19 ha puesto en crisis el modelo capitalista de salud pública y el manejo hegemónico de la medicina occidental en el mundo. Está claro el fracaso de este modelo, porque sencillamente los científicos occidentales no han encontrado una cura contra el coronavirus y la Organización Mundial de la Salud (OMS) no tiene muy claro cómo actuar frente a un virus de alta velocidad.

Las decisiones de los diferentes gobiernos están marcadas por la hegemonía de uno de los dos paradigmas que tradicionalmente han organizado el campo de la salud en el mundo. Por un lado está la visión de la salud pública occidental conectada con los intereses del capitalismo, cuya plataforma conceptual solo considera factores externos; ideología política que no puede explicar por qué muy pocas personas acceden a la salud. Del otro lado está la visión de la salud a partir de la experiencia histórica, social, cultural y civilizatoria de los diferentes pueblos ancestrales, que apuestan sobre todo por la prevención y luchan por la liberación de los pueblos y el derecho a la salud propia y universal.

Esta es la salud indígena, popular, que incluye a la medicina tradicional china y otras formas no occidentales que hoy han quedado marginadas. Es lamentable que en nuestro país la medicina tradicional o ancestral haya quedado relegada a presentaciones de pequeños shows, que solo sirven para ambientar la casa. La medicina de los kallawaya ha quedado silenciada frente a los doctorcitos occidentalizados. Es preciso afirmar que la medicina ancestral nuevamente está siendo arrinconada, porque supuestamente existe una medicina científica occidental. ¿Pero qué hacen los “científicos” para detener al COVID-19? Absolutamente nada, incluso los que dicen ser científicos hoy están profesando frases como “Dios nos libre o nos ampare de la pandemia”.

La diferencia entre los modelos de salud se ha evidenciado mucho más en esta coyuntura. El modelo hegemónico, que sirve de enlace entre el capitalismo y el sistema de prácticas dominantes en salud, aparece como el único salvador y defensor de la vida. Mediante una racionalidad centrada en la enfermedad (hoy el COVID-19), organiza los sistemas de atención a partir de ejes demarcados por la gran industria farmacéutica y de producción tecno-médica; mediando en el papel que cumple para la legitimación del orden mundial capitalista salvaje, que apuesta a la diferencia de las clases sociales, al racismo y a la acumulación de la riqueza. Hoy, a pesar de la emergencia humanitaria mundial, se sigue especulando con ciertos productos como los barbijos, los respiradores automáticos y los insumos para las pruebas de laboratorio para detectar el COVID-19.

El bloque de países capitalistas y occidentales ha decidido dejar correr la pandemia en resguardo de la prosecución de la economía capitalista, bajo el argumento de la historia natural de la enfermedad y un cierto “maltusianismo” ante la población jubilada y los adultos mayores. El gran ejemplo es Estados Unidos o Brasil, donde no les importa el número de muertos.

La batalla contra el COVID-19 ya es una lección histórica, que ha puesto en evidencia los intereses dominantes del sistema de salud capitalista. Para quienes apostamos por un cambio profundo societal, urge un cambio civilizatorio que luche por la salvaguarda la humanidad y el planeta con sistemas de salud propios y desde la ética de la vida, pues el capitalismo jamás apostará por la vida humana y la salud de la Madre Tierra. Jichhurunakanxa wali llakisiyapxistu COVID-19 uka usuxa. Suma manq’añasawa jan uka usu katuñataki. Ch’ullqhichañasawa janchisa ¿janicha ukhamaxa?

Esteban Ticona Alejo, aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.

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El Rey de España y una disculpa colonial

¿Será posible que los Estados coadyuven a planteamientos similares como el de la disculpa colonial?

Esteban Ticona Alejo

/ 13 de octubre de 2024 / 06:01

¿Qué significado tiene hoy una disculpa pública de parte del Estado español sobre el genocidio cometido contra los pueblos ancestrales del gran Abya Yala en la colonización? Posiblemente ésa fue la gran pregunta días antes de la asunción de la flamante presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Hay que recordar que, en marzo del año 2019, el expresidente de México, Andrés Manuel López Obrador, envió una carta al rey de España, Felipe VI, en la que exige que el Estado español pida una disculpa por los crímenes cometidos durante la colonización.

Consulte: Las ciudades que prohíben y declaran indeseables

López Obrador le recuerda en la carta al Rey (entre otras referencias precisas para el caso de México) que la colonización fue “tremendamente violenta, dolorosa y transgresora”, “se impuso la fe y se construyeron templos católicos sobre las antiguas pirámides y con los materiales de éstas”, “se realizó un sostenido saqueo de las riquezas naturales” de los pueblos ancestrales, “se implantó un orden social basado en la segregación de castas y razas” y “se impuso la lengua castellana” sobre los idiomas de los pueblos del gran Abya Yala, entre muchas otras expresiones certeras. Pero el expresidente AMLO “no pide un resarcimiento en pecuniario”. Solicita que el Estado español “admita su responsabilidad histórica por esas ofensas y ofrezca las disculpas o resarcimientos políticos que convengan”. ¿Sera posible curar las heridas más profundas del colonialismo? Si fuera así ¿cómo sería?, ¿cuál es el rol de los colonizadores y colonizados? Mientras el colonialismo aún se reproduzca, parece muy difícil hacer este intento de acercamiento como lo planteó AMLO para México. Otro hecho que nos llama la atención es la pasividad de otros Estados del Abya Yala. ¿Será posible que los Estados coadyuven a planteamientos similares como el de la disculpa colonial?

Ante la ausencia de la respuesta formal del rey de España, Felipe VI, que se hace esperar más de cinco años, no fue invitado a la toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum, el pasado 1 de octubre. A raíz de esta fricción diplomática, se generaron una serie observaciones en las redes sociales. Por ejemplo ¿qué significa pedir disculpas, cuando se está atravesado por el colonialismo genocida?, ¿para qué sirve la disculpa cuando se ha exterminado sistemáticamente a varios pueblos ancestrales? Inclusive se preguntaban, ¿en vez de pedir disculpas no es mejor reclamar alguna forma de reparación histórica a la larga colonización española? ¿Cómo funciona las disculpas en el mundo diplomático? Sabiendo que el mundillo diplomático se mueve bajo el eje farsante, ¿cómo pensar en una disculpa sincera?

Distintos movimientos anticoloniales comparten la postura de AMLO, porque coloca en el debate internacional que el colonialismo como pensamiento y acción está más vigente que nunca y en especial para los pueblos ancestrales y los afros. Pero también se observa ¿por qué no se ha pedido la reparación histórica colonial?, que indudablemente supondría formas de recompensa desde lo económico, lo sociopolítico hasta lo cultural y espiritual. Sin embargo, las formas de compensación no repararán las políticas genocidas y esclavistas del colonialismo europeo ejecutados.

Hasta el momento no hay una respuesta por parte del Rey de España al mensaje citado de AMLO. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, consideró que aún no hay “respuesta formal” mediante una carta, a raíz de que, en algunos medios de comunicación internacional, se especula de una posible respuesta del Rey, donde se ratificaría su terquedad colonial de no disculparse. Uka tumayku jaqinakaxa, q’ara jaqinakaxa janisa juchanipkaspa ukhamaruxaya tukupxchixa.

(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo

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Las ciudades que prohíben y declaran indeseables

La confrontación política actual precisa un profundo análisis

Esteban Ticona Alejo

/ 29 de septiembre de 2024 / 08:32

Hay que recordar que las ciudades latinoamericanas fueron fundadas sobre otras ciudades más antiguas. Ejemplos hay muchos como Tenochtitlán en México, Cusco en Perú y nuestro Chuquyapu Marka. Para los colonizadores de Abya Yala o América Latina y el Caribe fue un continente cuasi vacío, casi sin población y sin cultura; la escasa población y su nivel de civilización significaba totalmente desdeñable. La ciudad se convirtió en un reducto europeo en medio de la nada. Así se organizó el sistema político y administrativo colonial, los usos burocráticos, el estilo arquitectónico, las formas de vida religiosa, las ceremonias civiles, como si fuera una ciudad europea extendida, ignorante de su contorno, indiferente al mundo subordinado de los indios, los mestizos conscientes, los negros al que se superponían.

Consulte: Ch’inqhu social…

A pesar del proceso del colonialismo triunfalista, el peligro de un levantamiento de los indios, invadiendo las ciudades, se mantuvo latente en muchas ciudades y obligó a sus pobladores a mantenerse en pie de guerra. Por eso crearon la ciudad-fuerte, la ciudad-fortín, que les garantizaba la unión del grupo colonizador, la continuidad de sus costumbres y ese ejercicio de la vida “noble” que se había grabado en su memoria de emigrados. Así se construyó la sociedad barroca colonial, escindida en privilegiados y no privilegiados. La idea de ciudad-fortín también fue aplicada en su cabalidad a la ciudad de La Paz, ¿acaso no se convirtió en fortín frente al levantamiento de Túpac Katari-Bartolina Sisa en 1781 y movilizaciones indias y populares contemporáneas? Esa idea de ciudad-fuerte fue el justificativo para que los indios no ingresen a la plaza Murillo.

A fines del siglo XIX, en la relación de los políticos indios con los no indios, emergió nuevamente la idea de que la indiada no debía ingresar a la ciudad de La Paz. Algunos datos podrían ilustrar esta relación tensa y conflictiva. José Manuel Pando, uno de los líderes de la élite del norte en la guerra federal de 1899, buscó apoyo del movimiento aymara-quechua, de los apoderados generales y uno de los representantes fue Pablo Zárate Willka. En esta correlación hubo varios momentos de tirantez. Pando, militar, político y hacendado, pensaba en la obediencia ciega de Zárate Willka y el movimiento indígena. Pero el movimiento organizado, armado y sobre todo con conciencia política como pueblo, comenzó a desobedecer las instrucciones de Pando. En esta circunstancia, Pando, ya casi en su desesperación, lanzó dos acciones contra los indios: suponer que se estaban produciendo la guerra de razas y que no arriben a la ciudad de La Paz, por ser belicosos y peligrosos.

La Bolivia q’ara o mestiza/criolla, desde el año 2000, continúa “acechada por los indios”. En la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada, en 2003, se generó la idea de que “van a invadir los indios” la ciudad, particularmente a la zona Sur. En 2019, en el golpe de Estado de Jeanine Áñez, Luis Fernando Camacho, Samuel Doria Medina, Carlos Mesa y sus seguidores instalaron en la palestra la imagen de que en “cualquier momento los indios/as invadirían la ciudad”.

La marcha de pasados días, encabezada por el expresidente Evo Morales, tuvo repercusiones similares a las citadas. Independientemente de la forma de hacer política de Evo y sus seguidores, sus tareas continúan generando señalamientos, como “indios y campesinos belicosos, destructores y hasta cuasi delincuentes”. Es muy lamentable que algunos/as autoridades de la ciudad de El Alto hayan reproducido esa mentalidad colonial de defensa de la ciudad frente a “los indios de otras regiones”. La ciudad de El Alto está conformada abrumadoramente por inmigrantes indios y campesinos de muchas regiones del país.

La confrontación política actual precisa un profundo análisis, con preguntas como ¿cuáles son las continuidades coloniales que no permiten una relación intercultural política franca entre los políticos indios y no indios? Las categorías sociológicas de q’ara/misti versus indio/campesino siguen siendo claves para comprender la compleja realidad boliviana. Jichhurunakanxa wali ch’axwawiruwa wasintamp sartasktanxa. Wakisispawa jiskt’asiña, ¿kunatsa ukham sarnaqtana?

(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo

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Ch’inqhu social…

El chileno nacionalista pero occidentalizado, piensa que Bolivia es la cenicienta en todas las actividades

Esteban Ticona Alejo

/ 15 de septiembre de 2024 / 11:07

Pocas veces se juntan tantos problemas sociales que tienden a generalizarse en una complicación mayor. Las pugnas políticas internas entre arcistas y evistas se hacen insostenibles cada día que pasa. Desde el lenguaje amenazante y bélico hasta algunas acciones, como la toma de la sede de la COB, son algunos ejemplos de esta rivalidad.

Las quemas digitadas por empresarios oportunistas en los bosques de la Amazonía, el oriente y el Chaco nos colocan en una lucha impotente. Lo peor, pensamos combatir el fuego con agua y bomberos, muchos de ellos voluntarios. Pero tan pronto apagan el fuego, las manos criminales vuelven a incendiar.

Lea: San Antonio y el antifútbol profesional

Las consabidas campañas de solidaridad también están ahí, presentes desde algunos años. Pero a futuro ¿cómo combatimos el fuego y a los pirómanos anti-bosques y adoradores de la muerte? Es extraño que las principales autoridades de los municipios afectados no estén luchando contra las quemas ni contra los pirómanos.

Hasta ahora no hay pronunciamientos desde los espacios académicos. Por ejemplo, la UMSA solo se afanó en implementar las clases virtuales. ¿Qué dicen las carreras “científicas”? Por ejemplo, de química, de física. Hace años que se maneja la información de que alguna composición química tiene la capacidad de combatir el fuego. ¿Es cierto esta investigación, por qué no aplicarla? ¿Será que nuestros químicos/as, físicos/as no saben o no se han actualizado sobre esta forma de combate contra el fuego? Se tiene que apostar por soluciones estructurales. No podemos seguir cada año batallando con agüita y bomberos, porque, tan pronto se sofoca el fuego, los depredadores de la naturaleza nuevamente vuelven a incendiar.

En medio de la humareda en el país, hay un hecho que ha generado mucho optimismo y opinión: el triunfo de la selección boliviana frente a la chilena por 2 goles a 1 en la ciudad de Santiago. Este triunfo inusual se ha convertido en una especie de bálsamo social y hasta político en medio de la agitada vida societal. A pesar de que el fútbol y su organización es una actividad de la empresa privada, los diferentes estratos sociales del país lo han internalizado como suyo. Esta representación privada, convertida en pública, es la constructora de las identidades nacionales contemporáneas. En el caso boliviano, el triunfo nacional en territorio chileno le ha dado una tónica de mezcla histórica debido a la pérdida del acceso al mar a manos de Chile en 1879.

Las élites chilenas, muy adscritas al mundo europeo, sobre todo con lo alemán y equivalentes, pensaban que se podía ganar fácilmente el partido. El chileno nacionalista, pero occidentalizado, piensa que Bolivia es la cenicienta en todas las actividades. Está claro que existe un fuerte menosprecio y hasta actitudes racistas por parte de los jugadores de Chile. Pero fue grata la sorpresa del triunfo del equipo boliviano, cuasi juvenil, que no se doblegó, a pesar de la actitud del jugador chileno Eduardo Vargas, que, sin pensar en la ética del futbol, convirtió el empate cuando el arquero Carlos Lampe sufrió la ruptura del tendón de Aquiles. A Vargas no le importó nada, incluso que muera Lampe, para conseguir un gol. Los traumas de la guerra del Pacifico se expresan también en contiendas del fútbol. Esto explica por qué el nacionalismo chileno, o mejor dicho el nazifascismo instaurado por Pinochet, aún pervive y hoy se reproduce en las redes sociales.

Por la derrota de Chile frente a Bolivia, el actual director técnico de su selección, Ricardo Gareca (argentino), y exseleccionador del Perú, es tildado de infiltrado peruano en Chile. Aquí vemos cómo la mentalidad chilena de la guerra de 1879 no se ha perdido del todo y aún se reproduce en las nuevas generaciones, incluida la generación futbolera. Janikiwa suma thakhiru sarantxtanti. Ma uruxa wali ch’axwasa, qhipuruxa sumakaraki.

(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo

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San Antonio y el antifútbol profesional

Esteban Ticona Alejo

/ 1 de septiembre de 2024 / 01:25

Hace poco tiempo presenciamos el ascenso de un equipo de fútbol, llamado San Antonio de Bulo Bulo, de la región del Chapare de Cochabamba, a la liga boliviana. En el torneo apertura de la liga profesional de 2024, se adjudicó el primer puesto, que es el pase para competir en la Copa Libertadores de América del año 2025.

Distintos medios de comunicación poseen sus opinadores, por no decir, a sus teóricos que hacen análisis de manera muy comercial al fútbol. Generalmente, no son críticos y menos punzantes, porque es el sustento de su vida. Pero el aficionado al fútbol, sobre todo de los sectores populares y las comunidades rurales, no tienen auspiciadores y tienen una opinión directa sobre el equipo de Bulo Bulo. Por ejemplo, se debate en las redes sociales ¿de quiénes son? y, sobre todo, ¿cómo juegan al “fútbol profesional”?

La gran pregunta es ¿cómo lograron ese paso de ganar el torneo apertura? y ¿cómo está San Antonio en el torneo clausura después de ser el equipo “sensación”? Sobre la primera pregunta, muchos aficionados y fanáticos populares, explican que fue por una chiripada o casualidades favorables y fortuitas que ayudaron en el resultado. Pero también la actuación con las reglas del fútbol de barrio no profesional. Es decir, sin respetar las normas claras, propinando golpes bajos, insultos y hasta amenazas a sus contrincantes. Toda esta estrategia nos llevó a hacernos creer que es el “equipo sensación” y con muy buenos jugadores.

Otro aficionado, pero con gran energía de investigación, vio todos los partidos de San Antonio y explica en las redes sociales que fue constante en las presentaciones, el “juego sucio”, expresado en golpes abiertos y disimulados, pero contundentes. Amenazas incluso al árbitro. Pero también las simulaciones absurdas, enumera hasta más de 40 caídas muy bien teatralizadas de los jugadores de San Antonio en un partido. Otra gran pregunta es ¿qué palabras se utilizan para el insulto, a sus colegas jugadores, a los árbitros y al aficionado? Por televisión vemos imágenes de gestos hasta obscenos y deducimos que son palabrotas soeces. ¿La FBF permitirá oír públicamente lo que se dicen realmente los jugadores y el árbitro en la cancha?

El fanático analista de las redes sociales anota algunos nombres de “futbolistas cachascanistas”, especializados en dar tundas contundentes al adversario. El ícono es Edwin Rivera, que tiene el tabique quebrado y se dice que es el “lijadorcito” (de lijar, pulir) oficial del equipo, además del “hacheador” (de hacha). Es decir, el matador, con gran espíritu delincuencial, de aniquilador dentro y fuera de la cancha. ¡Vaya jugador profesional! Creo que es uno de los jugadores con más expulsiones. Oí decir a otros aficionados que es un verdadero q’alluta (persona del hampa y con muchas cicatrices en el cuerpo). A esta fila, se sumó otro similar a Rivera, Ivan Huayhuata.

Nuestro analista extraordinario no se queda con los “profesionales de la cancha”, sino también con los que organizan el equipo. Por ejemplo, el director técnico de San Antonio Bulo Bulo, Thiago Leitao. Un personaje brasileño, a quien le gusta insultar y diseñar el antifútbol, a base de pura piña y amenazas. Además, es el inculcador del espíritu triunfalista, dejando de lado la modestia y el respeto. Con algún lenguaje poco claro dice ser un buen táctico-entrenador.

Hay que recordar que San Antonio, a duras penas se conformó, incluso contratando a jugadores que se auto promocionaban vía redes sociales. Fue el caso del argentino-italiano Felipe Pasadore. A propósito, a este “goleadorcito” y al arquero Junior Vera, se le subieron los humos hasta la luna. El primero, quiso cobrar más porque ya era jugador de la liga profesional y, el segundo, ya se sentía el arquero de la selección boliviana. Pasadore pensaba que otro equipo lo contraría de inmediato y hasta ahora no pasó nada y, el segundo, por sus errores garrafales cometidos hoy es el arquero suplente. Vaya los consejos de Leitao a estos “jugadores profesionales”. ¿Cómo será la presentación de San Antonio en la Copa Libertadores 2025? Intuyo que no será interesante. Mejor dicho, será un desastre y vergonzoso. Ojalá me equivoque en mi intuición. Uka San Antonio muruq’u takirinakaxa, wali suma anatirikaspas ukhamaruxay tukupxchixa. Ch’akhuñampi, takiñampi, q’allut jaqinakjamaw uka mat’aqirinakaxa ¿janicha?

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.

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Evaluando la Feria del Libro de La Paz

Esteban Ticona Alejo

/ 18 de agosto de 2024 / 00:53

La 28ª de la Feria Internacional del Libro de La Paz, efectuada entre el 31 de julio y el 11 de agosto/24, merece varias evaluaciones y desde varios aspectos. Nos interesa enfatizar, la infraestructura. Reitero, el campo ferial no es el adecuado para exposición y venta de libros. Espacio pequeño, que obliga a subir y bajar, además de su ubicación no céntrica de la ciudad. Me atrevo a decir que la construcción no garantiza la gran presencia de personas. Felizmente, hasta ahora, no hubo accidentes, pero podría haber a futuro. La gran pregunta para las autoridades nacionales y departamentales ¿No es posible tener otro espacio, en pleno centro de la ciudad, un lugar plano y de gran extensión, que brinde una comodidad mínima para los expositores y los visitantes? Además, que no se cobre un solo centavo por la visita.

En tanto frío se construyó una carpa con ventanas abiertas. ¿A quién se le ocurrió apostar por la intemperie y con el clima de la ciudad? Otro aspecto es la habilitación de los salones. La gran mayoría fueron pequeños cubículos, para albergar a 20 personas, sin las condiciones mínimas para oír las presentaciones de libros y algunos conversatorios, inaudibles. Por ejemplo, por la presencia de estudiantes bulliciosos. Por el tema y los autores ameritaba más de 60 minutos por presentación. Fue llamativo las señas de los administradores de estos cubículos, pidiendo que se acabe, porque tenían que ingresar otros/as. La solución era muy simple, tener más espacios y entre eventos haya un espacio de 30 minutos. El nombre de los salones nos llamó la atención. ¿Bajo qué criterios se realizó la elección de los nombres? El periodista Ricardo Bajo, desde su columna, sugiere que haya una consulta a la ciudadanía sobre este tema. Llamo la atención que ninguno de los nombres sean indígenas, cuando hay muchas.

Por ejemplo, Eduardo Nina Quispe de la década de 1920 y 30 del siglo XX. Pero también contemporáneos, como Roberto Choque, German Choque, Juan de Dios Yapita, Juana Vásquez, Eustaquia Terceros, Félix Layme, entre otros. ¿Premeditación o ignorancia de los organizadores?

Por el excesivo costo de cobrar por metro cuadrado, por parte de la Cámara del Libro, algunos autores se agruparon en espacios pequeños para compartir los gastos con sus colegas, quedando sin lugar ni para sentarse. ¿La Cámara seguirá apostando por lucrar dinero y por metro cuadrado? Aunque hubo algunos estantes muy cómodos, de fundaciones como “Pazos Kanki”, propiedad del millonario Samuel Doria Medina, que expusieron sus publicaciones a precios para adinerados. La política de la Cámara continúa en la línea de contar con algunos autores independientes, pero “raleados”, que los ubicaron en el contorno de la feria.

Mantengo la posición que no debería cobrarse a los asistentes, pero aún se insiste en ese peculio. Este año hubo algunas flexibilizaciones como de no cobrar a mayores de 65 años, como también descuentos a estudiantes de la UMSA y docentes. ¿Y a las otras universidades e interesados?

No sé si la Cámara capacitó a su personal, incluido los guardias, para afrontar situaciones como de posible temblor y ¿cómo evacuar a los asistentes? ¿Contra robos y sobre actos de racismo y discriminación? Deduzco que no.

Termino esta evaluación, denunciando otro episodio de racismo y discriminación sufrido por el Taller de Historia Oral Andina- THOA. Institución indígena con 40 años de experiencia en investigación y publicación sobre los pueblos ancestrales. Por segundo año, soportamos otro acto de fanatismo, esta vez por parte de una señora, acompañada de sus nietos, arremetieron para perpetrar tan vilmente. Se hizo una carta a la Cámara para identificar mediante cámaras de seguridad, a la auto-declarada racista y sea sancionada según nuestra Ley 045 contra toda forma de racismo y discriminación. Hasta el momento no recibimos ninguna respuesta por parte de la Cámara. Jichha maraxa, wasitampiwa qhatu pankanaka utjawayi. Ma tuqitxa wali kusawa, maysa tuqitxa janikirakiwa. Uka p’iqinchirinakxa qullqi chuymaniwa, ukakxay munaskchixa. Jiwasanakaxan utt’ayasiñasawa jaqha suma qhatu pankanakatakixa ¿janicha?

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.

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