Un capitalista espacial
El planeta Tierra le quedó chico a quien ya impera con su base financiera como la persona más rica del mundo ($us 200.000 millones en su haber). Entonces, juzgó llegado el momento de explorar y explotar el espacio sideral y bajo esa aspiración Jeff Bezos (57) se lanzó el 20 de julio al cielo ignoto para contemplar la redondez terrestre desde su propia nave, aventura pionera de su empresa Blue Origen que organiza turismo espacial al módico precio de $us 250.000 por una vista privilegiada que dura menos de cinco minutos.
Jeff nació en 1964 en Alburquerque, Nuevo México, registrado Jeffrey Preston Jorgensen, fruto del amor de colegiales adolescentes cuyo padre lo abandonó al nomás nacer. Fue el cubanoamericano Miguel Bezos quien asumió la paternidad y lo crió esmeradamente como hijo suyo. Jeff desde la tierna infancia, reveló prematuramente su talento reconocido de niño superdotado. Prontamente, después de graduarse con un bachillerato en informática, creó su propia empresa, escalando peldaños cada vez más altos. En 1994, funda Amazon, nombre por analogía con aquel río caudaloso de enorme horizonte que, como esa multinacional, desde su concepción, no solo llega a ser la campeona indiscutible de las ventas a domicilio, sino que adquiere otros rubros como el prestigioso Washington Post o la hollywoodiana MGM. La dramática irrupción de la pandemia del COVID-19 que significó la quiebra de muchos negocios, se convirtió para Amazon en dorada oportunidad para crecer aún más, pues sus ventas en 2020 subieron a $us 386.000 millones, doblando sus beneficios a $us 21.000 millones. Y, mientras el desempleo cundía por doquier, Amazon contrató en ese año a 500.000 nuevos empleados, o sea 1.369 por día. Esas cifras que producen vértigo me indujeron a comparar mutatis mutandis con algunos datos de Bolivia, donde el capitalismo es vilipendiado como el siniestro sistema de explotación, ofreciendo en cambio recetas abstractas y confusas.
Mientras Amazon crea por sí misma 1.369 empleos por día, en el Estado plurinacional se cerraron 3.032 empresas en 2020, lo que significó la baja de ocho fuentes de empleo cada 24 horas, causando la desocupación consiguiente. Cotejar los 1.298.000 de sus asalariados con toda la fuerza de trabajo de Bolivia, resulta deprimente. Mas aún si se confronta sus $us 21.300.000.000 de beneficios en 2020 con el magro PIB boliviano en igual periodo. Todo ese parangón es útil para constatar la dimensión del país y apreciar el rendimiento del capitalismo contemporáneo, así sea en la versión china o vietnamita de capitalismo de Estado versus el sonoro fracaso del remedo de socialismo impuesto a algunos países latinoamericanos. La proyectada tasa impositiva a las multinacionales de 15% anual sobre sus beneficios, podría de alguna forma compensar la asimetría social que causa la concentración de la riqueza en pocas manos.
Sin embargo, Jeff Bezos es el mejor ejemplo para evaluar la igualdad de oportunidades que se abren para las personas de talento superior en el marco del sistema capitalista frente al modelo socialista, o a las autocracias que acuden a la represión y la corrupción para mantenerse en el poder, cerrando el paso al talento y a la creatividad.
Personalmente, mi asociación con Amazon no pudo ser más feliz. Su sección libros, publica y difunde ampliamente desde hace cinco años, cinco obras mías, en inglés, español y francés, tanto en formato digital como impresas en papel. Ese pequeño detalle, dentro de la modalidad de venta a distancia, es parte de la respuesta al desafío de “crear una librería en línea con millones de títulos, algo inconcebible en el mundo físico”. Todas esas innovaciones de Amazon son el futuro que ya llegó.
Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.