La plaza Murillo, el lugar de las memorias
La plaza Murillo es un espacio público histórico que nos invita a retroceder en el tiempo, pues se encuentra apoyado en un imaginario que rememora el lugar en el que se concentraban las actividades más importantes de la ciudad del ayer; vale decir que fue una especie de urdimbre compleja de hechos que construyeron un rico significado.
Un lugar privilegiado antes y ahora por la concentración ciudadana que acoge y cuyo valor pareciera exigir ser analizado en su proyección territorial como centro histórico.
Independientemente de aquello, si bien esta plaza nos presenta un panorama de imágenes sencillas, éstas son de un profundo sentido patrio, ya que el colectivo humano ha legado una vasta memoria tanto social como política. Ambos casos denotan que este espacio no deja de ser efervescente por su heterogeneidad y sobreposición de hechos.
Asimismo, la plaza Murillo ofrece hoy un doble lenguaje: el primero nos relata al espacio híbrido en el que durante los días de la semana todo puede suceder, desde la llegada de una nube de cámaras y periodistas en busca de noticias, hasta servir únicamente de tránsito peatonal. En cambio, los domingos ese espacio configura otra imagen. Una serie de vivencias tienen lugar allí porque asisten los niños, aunque no faltan los sonidos emanados por las bandas militares. Un abanico de hechos que hacen feliz no solo a los visitantes, sino a los extranjeros que asisten por la curiosidad que produce el conocer el centro político de un país.
Pero el segundo lenguaje es fruto de otra realidad que dista de lo apacible, pues este lugar está ligado a una memoria histórica que indudablemente es parte del patrimonio del país, ya que allí sucedieron una infinidad de hechos poco amables y hasta crueles, como el asesinato de personajes de la historia.
Así pues, por el sentido de las vivencias que conlleva, la Plaza Mayor del ayer, representa el lugar de la memoria histórica no solo de La Paz, sino de todo el país.
Allí se suman una infinidad de marcas que no se olvidan, sino que hoy se comprenden bajo otra mirada. Una reflexión que lleva a entender que ese territorio, si bien fue el punto de estructuración de la ciudad de La Paz, hoy ha sumado a su contexto monumentales edificaciones como la Casa Grande del Pueblo y el nuevo Palacio Legislativo. Obras arquitectónicas que por su ubicación, debieran invitar a pensar en un relacionamiento e interconexión con aquella plaza simbólica.
Desde todo punto de vista el centro de La Paz tiene un valor importante por su vitalidad, pues allí lo urbano representa lo fluctuante, aleatorio, fortuito, pero a fin de cuentas es un escenario rico en vivencias y donde se produce una constante metamorfosis. Un contexto que logra que ese sector urbano y su punto central, la plaza Murillo, adquieran un significado particular.
Bajo esas consideraciones, es necesario reafirmar que ese espacio es un centro histórico y que hoy su territorio de conjunto urbano está fragmentado. Una realidad que debiera llevar a reflexionar sobre la responsabilidad frente a su transformación como conjunto urbano.
En el entendido de que nada es permanente en una ciudad, el entorno de la plaza Murillo hoy ha cambiado a partir de edificaciones con yuxtaposiciones y complementariedades que son objeto de cuestionamientos, las cuales, sin embargo, debieran conducir a un estudio para la ampliación e integración con el área de su contexto.
Patricia Vargas es arquitecta.