Voces

Thursday 25 Apr 2024 | Actualizado a 21:37 PM

Bolsonaro y RRSS

/ 11 de septiembre de 2021 / 02:14

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha prohibido temporalmente que las compañías de redes sociales eliminen cierto contenido, como sus afirmaciones de que la única manera en que perderá las elecciones del próximo año es si la votación es amañada (uno de los pasos más significativos de parte de un líder electo de manera democrática por controlar lo que se puede decir en internet).

Las nuevas reglas para las redes sociales, emitidas esta semana y ya en vigor, parecen marcar la primera vez que un gobierno nacional ha evitado que compañías de internet eliminen contenidos que violan sus reglas, según expertos en leyes de internet y directivos en compañías tecnológicas. Además, surgen en un momento precario para Brasil.

Bolsonaro ha usado las redes sociales como un megáfono para construir su movimiento político y llegar a la presidencia. Ahora, con las encuestas que muestran que perdería las elecciones presidenciales si se realizaran hoy mismo, está utilizando sitios como Facebook, Twitter y YouTube para intentar socavar la legitimidad del voto, con lo que sigue las estrategias de su aliado cercano, el expresidente estadounidense Donald Trump.

Con la nueva política, las compañías tecnológicas pueden eliminar publicaciones solo si éstas tienen que ver con ciertos temas especificados en la medida, tales como desnudez, drogas y violencia, así como si alientan a cometer crímenes o violan los derechos de autor. Para borrar otro tipo de publicación, deben obtener una orden judicial. Eso sugiere que, en Brasil, las compañías podrían con facilidad eliminar una fotografía de desnudos, pero no mentiras sobre el coronavirus.

La pandemia ha sido un tema que ha padecido de mucha desinformación bajo el gobierno de Bolsonaro. Facebook, Twitter y YouTube han retirado videos del mandatario en los que fomentaba el uso de fármacos no aprobados como remedios contra el coronavirus.

Los gigantes de las redes sociales denunciaron las nuevas reglas y dijeron que éstas permitirían que se propagara información dañina. Facebook y YouTube afirmaron que todavía no han modificado cómo manejan el contenido en Brasil. Twitter declinó decirlo.

En un tuit, el gobierno de Bolsonaro dijo que la política “prohíbe la remoción de contenido que podría resultar en cualquier tipo de ‘censura de orden político, ideológico, científico, artístico o religioso’”.

Además de limitar qué tipos de publicaciones las compañías pueden eliminar, las reglas también pueden requerir a las compañías tecnológicas que justifiquen el retiro de cualquier publicación o cuenta, incluso aquella que involucre las excepciones protegidas. El Gobierno puede forzar a las compañías a restaurar la publicación o la cuenta si decide que la eliminación no tuvo fundamento.

Tales medidas expiran en 120 días si el Congreso de Brasil no las hace permanentes. Algunos de los integrantes del Congreso ya se han opuesto de manera pública a la medida y cinco partidos políticos y un senador brasileño han presentado demandas penales ante el Supremo Tribunal Federal de la nación para bloquearla.

No obstante, el martes en un mitin Bolsonaro dijo a sus simpatizantes que ignoraría los fallos de un magistrado del Supremo Tribunal que ha ayudado a conducir investigaciones en el gobierno de Bolsonaro, lo cual ha alarmado a los observadores de todo el mundo por la posibilidad de que el Presidente esté haciendo peligrar la democracia de Brasil.

Bolsonaro ha dado otros pasos para hacer que la desinformación en línea sea más difícil de combatir. Por ejemplo, este mes vetó parte de una ley de seguridad nacional que hubiera establecido sanciones penales para las personas halladas culpables de orquestar campañas masivas de desinformación.

Jack Nicas es columnista de The New York Times.

Comparte y opina:

Javier Milei aplica la motosierra en Argentina y ordena recortes

Macri fracasó al tratar de vender las medidas de austeridad como algo indoloro. El gobierno de Milei ‘no está endulzando nada’

/ 17 de diciembre de 2023 / 07:00

OPINIÓN

El nuevo presidente ha criticado al gobierno de su país durante años. En su primera semana al frente, ha comenzado a reducirlo. Javier Milei ganó la presidencia de Argentina el mes pasado utilizando una motosierra en sus mítines de campaña para simbolizar los recortes que tenía planeados para el gobierno de la nación.

El martes, dos días después de asumir el cargo, el autoproclamado “anarcocapitalista” dio a conocer profundos recortes en el gasto y una fuerte devaluación de la moneda argentina, sumando al golpeado país de 46 millones de habitantes en una etapa de austeridad que, según dijo, traería aún más penurias económicas.

El gobierno de Milei anunció que detendrá nuevos proyectos de infraestructura; despedirá a empleados públicos recién contratados; reducirá subsidios en energía y transporte para los habitantes; disminuirá los pagos a las 23 provincias argentinas; y reducirá a la mitad el número de ministerios federales, de 18 a nueve.

También dijo que devaluaría oficialmente el peso argentino: 1 dólar ahora costará 800 pesos, en lugar de 350, acercando la tasa de cambio gubernamental mucho más al valor de mercado del peso. Es probable que esto genere aún mayores incrementos en los precios en Argentina, que ya sufre una inflación del 140%.

Milei y muchos economistas han dicho que estas reformas severas son necesarias después de años de gasto público excesivo, pero que llevarían a una mayor dificultad en una nación sumida en una de sus peores crisis económicas, con una moneda colapsada y crecientes tasas de pobreza y hambre.

El paquete de medidas “va a aumentar la inflación, va a hacer caer los ingresos, va a hacer caer la actividad y el empleo y va a aumentar la pobreza”, dijo Martín Rapetti, economista de la Universidad de Buenos Aires.

“La pregunta es: ¿cuál es la tolerancia de la sociedad frente a este ajuste?”, agregó. “La gente lo va a pagar”.

Milei, de 53 años, se hizo conocido entre los argentinos como un economista conservador y comentarista televisivo, que criticaba a los gobiernos e impulsaba un tipo de libertarianismo al que él llamaba anarcocapitalismo y que básicamente dice que la sociedad sería mejor si no hubiera Estado.

Así que muchos argentinos se sorprendieron cuando Milei, cuya campaña presidencial se consideró poco más que un espectáculo, ganó las elecciones por mayoría abrumadora.

Su estilo combativo e inclinación hacia las teorías de conspiración le han valido comparaciones con Donald Trump, las cuales ha recibido con beneplácito. Por ejemplo, ha calificado el cambio climático como una trama socialista y ha minimizado las atrocidades de la sangrienta dictadura militar argentina de las décadas de 1970 y 1980. Pero muchos votantes pasaron por alto estas políticas de extrema derecha y optaron por Milei por su promesa de un alejamiento marcado de las fallidas políticas económicas del pasado.

Centró su campaña en promesas de eliminar el banco central de Argentina y reemplazar el peso por el dólar estadounidense. Sin embargo, desde que ganó las elecciones, ha señalado que tal cambio tendría que esperar hasta que pudiera estabilizar la economía. Eso, según él mismo advierte, tendrá que hacerse con grandes recortes.

“Sabemos que en el corto plazo la situación empeorará, pero luego veremos los frutos de nuestro esfuerzo”, dijo en su discurso inaugural el domingo, ante cánticos de “Motosierra” de sus seguidores. “Este es el último mal trago para comenzar la reconstrucción de Argentina”, concluyó.

El martes, le pidió a su nuevo ministro de Economía, Luis Caputo, que ofreciera los detalles difíciles en un discurso grabado de 18 minutos. “Vamos a estar durante unos meses peores que antes, particularmente en términos de inflación”, dijo.

Caputo, quien fue banquero de Wall Street, argumentó que las medidas drásticas eran necesarias porque Milei había recibido “la peor herencia de nuestra historia” y agregó que en Argentina “siempre hemos sido adictos al déficit”.

Durante décadas, el país ha sido un símbolo de disfunción económica, con episodios de inflación severa, incumplimientos de deudas, corridas bancarias, fluctuaciones monetarias y la posterior inestabilidad política que a menudo ocurría.

Estos problemas acumulativos han sido causados en gran medida por una severa mala gestión económica por parte de gobiernos tanto de izquierda como de derecha. La última crisis económica tiene sus orígenes en las políticas de la expresidenta de izquierda Cristina Fernández de Kirchner, que financió grandes programas sociales y subsidios económicos en parte dilapidando reservas y simplemente imprimiendo más pesos.

También puede leer: ONU advierte sobre aumento en el uso de aires acondicionados

Los argentinos eligieron a un presidente conservador, Mauricio Macri, en 2015 para intentar revertir ese gasto público, pero su intento de cambios profundos fracasó ante las masivas protestas de sindicatos y personas pobres, que dependen de la asistencia del Estado. En cambio, el mayor legado del mandato de Macri fue contraer el préstamo más grande de la historia del Fondo Monetario Internacional, que a la postre asciende a $us 44.000 millones, cantidad que Argentina ahora tiene dificultades para pagar.

El FMI tomó las medidas de Milei el martes, diciendo que su aplicación “contribuirá a estabilizar la economía y a sentar las bases de un crecimiento más sostenible y liderado por el sector privado”.

Alejandro Werner, un exfuncionario del FMI que ayudó a negociar el préstamo de Argentina, comentó que Macri fracasó al tratar de vender las medidas de austeridad como algo indoloro. El gobierno de Milei “no está endulzando nada”, dijo Werner, quien ha escrito un libro sobre las luchas económicas de Argentina.

Afirmó que las reformas tienen sentido económico, pero enfrentan importantes desafíos políticos. Milei probablemente esté induciendo una recesión, dijo Werner, lo que probablemente pondrá a la opinión pública y a los políticos en su contra.

En un intento por amortiguar el golpe para algunos, el gobierno de Milei dijo que, para las familias más pobres del país, los pagos de apoyo se duplicarían a $us 50 mensuales y los subsidios de alimentos aumentarían en un 50%, hasta un máximo de $us 85 al mes.

Jack Nicas Jefe de la oficina en Brasil del New York Times

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Últimas Noticias
Resultado parcial