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Alemania: El retorno de la centroizquierda

/ 29 de septiembre de 2021 / 02:33

Los resultados de las elecciones federales en Alemania fueron una verdadera sorpresa. El ganador, el Partido Socialdemócrata (SPD), se consideraba semimuerto y sin posibilidades de éxito por su estancamiento en el 15% en todas las encuestas hasta solo dos meses antes de las elecciones. Logró una reanimación fulminante y terminó en primer lugar con el 25,7%. En cambio, la conservadora Unión Cristianodemócrata (CDU), partido que estuvo con Angela Merkel a la cabeza del gobierno durante 16 años, obtuvo apenas el 24,1%, el peor resultado de su historia.

Además del SPD, el otro ganador es el partido ecologista Los Verdes, que logró el mayor crecimiento respecto a las anteriores elecciones y terminó en tercer lugar con el 14,8%, un aumento de 5,9 puntos. No obstante, prevalece la decepción en sus filas, pues las encuestas durante mucho tiempo indicaban que podía competir por el primer lugar, del cual terminó muy lejos.

El partido liberal FDP mejoró levemente (11,5%), mientras que la ultraderecha de la Alternativa para Alemania (AfD) cayó al 10,3%. Es una buena noticia que ese partido, que tiene entre sus filas a neonazis, no haya podido aumentar su votación. Sin embargo, en algunas regiones de Alemania oriental se ha ratificado como el partido más votado y ya tiene un lugar fijo en el sistema de partidos.

El partido socialista Die Linke (La Izquierda) sufrió una fuerte caída. Terminó con el 4,9%, por debajo del umbral del 5% y tendrá representación parlamentaria solo por haber ganado varios mandatos directos (parecidos a los uninominales en Bolivia). Está visto como fragmentado y muy poco eficaz y perdió muchos votos que migraron al SPD y Los Verdes.

El factor más importante en estas elecciones fue el retiro de Angela Merkel como candidata. Después de 16 años como canciller continúa siendo la política más popular en Alemania. Por lo tanto, muchos votantes emitieron su voto basado en su percepción de la idoneidad de sus posibles sucesores. El gran desacierto de la CDU fue la selección de Armin Laschet, un candidato altamente impopular y con muchas torpezas en su campaña electoral. Según encuestas, solo el 27% del electorado considera que da la talla para ser jefe de gobierno.

En cambio, Olaf Scholz, el candidato del SPD, es percibido como competente y preparado para ser jefe de gobierno: el 66% del electorado opina que sí da la talla para ese puesto. Algo que en otros países sería una grave deficiencia para políticos ha contribuido a su imagen favorable en Alemania: su falta de carisma y su carácter tecnocrático, junto a su forma de ser racional y poco emocional, lo hacen aparecer a la población alemana como un político confiable con buenas habilidades de gestión.

Una buena cantidad de votantes, principalmente centristas sin vínculo partidario, votaba por la CDU no por su propuesta programática, sino simplemente porque les gustaba Merkel (sobre todo mujeres y personas mayores). Con Merkel fuera de la política y el candidato de su partido percibido como inadecuado, optaron por el candidato visto como el más apto: votos en primer lugar por el candidato Olaf Scholz y en segundo lugar por el partido SPD.

Con los resultados se ratifica la notable estabilidad política de Alemania. Se fortaleció el centro político (específicamente la centroizquierda) y quedaron debilitados los partidos más de izquierda (Die Linke) y de ultraderecha (AfD). A diferencia de otros países occidentales (Francia, Italia, UK, USA), no prosperan los populismos.

Ni el SPD ni la CDU quieren continuar su coalición de gobierno actual (numéricamente sería posible) y, debido al mal resultado de La Izquierda, no tiene mayoría una coalición de izquierda de ese partido con el SPD y Verdes. Así, se está perfilando una coalición tripartita entre Verdes y el FDP liderada por el SPD o por la CDU. Los Verdes prefieren coaligar con el SPD e intentarán negociar la mayor cantidad de políticas para combatir la crisis climática. El FDP prefiere a la CDU e intentará imponer la disciplina fiscal y políticas que favorezcan a las empresas. Por tanto, se esperan negociaciones largas, de varios meses, con “pragmatismo y calma” (como anticipó Scholz), hasta que Alemania tenga un nuevo gobierno.

Jan Souverein es director de la Fundación Friedrich Ebert (FES) en Bolivia.

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Efectos de la invasión rusa de Ucrania

/ 15 de marzo de 2022 / 03:24

Siempre es bueno considerar diferentes perspectivas e intercambiar distintos puntos de vista y posiciones. Pero también es necesario decir las cosas como son cuando los hechos son lo suficientemente claros. En este sentido, la invasión rusa de Ucrania es un crimen de agresión. Rusia invade un país democrático, bombardea su infraestructura y acepta miles de muertes y millones de refugiados para cambiar su gobierno democráticamente elegido por uno alineado con el agresor o, por lo menos, implementar por la fuerza una política de no alineación con la OTAN.

La guerra ha tenido repercusiones muy profundas y duraderas en la política y las sociedades europeas. Más allá de la tragedia que significa en términos de atentar contra los derechos humanos fundamentales de las personas afectadas, implica una ruptura en la forma en la que muchos países, como Alemania, ven el mundo y ha sacudido los fundamentos de la sociedad alemana contemporánea. Varias certezas (o ilusiones) que los alemanes habíamos tenido sobre el mundo dejaron de tener vigencia, cosa que en pocos días engendró cambios trascendentales. La principal certeza era que una guerra en Europa era impensable. Aun después de la guerra ruso-georgiana de 2008 y la anexión de Crimea en 2014, se asumía en Alemania que una guerra de gran escala nunca más se daría en Europa y que el país no tenía enemigos reales.

Por esa razón y por la belicosidad de generaciones anteriores, la sociedad alemana, que hoy día se considera ampliamente pacifista, y las élites políticas, asignaban poca importancia a las fuerzas armadas y había muy poco interés en invertir en ellas. En 2018, solo el 15% de la población estaba en favor de aumentar los gastos militares. Unos días después de la invasión y la pérdida de esta falsa seguridad sobre la imposibilidad de una guerra en Europa, el gobierno alemán decidió aumentar los gastos militares en 100.000 millones de euros, y el 65% está de acuerdo con ello. Antes de la guerra, Alemania tenía la posición de no enviar armas a zonas de conflicto como Ucrania y solo el 20% de la población estaba a favor de hacerlo. Eso también cambió drásticamente: poco después de la invasión, el gobierno alemán decidió enviar armas a Ucrania y el 61% lo apoya.

Así, Alemania tuvo que darse cuenta —de golpe— de que el mundo no es como se lo imaginaba o esperaba. Este cambio ha sido especialmente notable en el Partido Socialdemócrata (SPD), que durante mucho tiempo tuvo una posición más indulgente con Rusia y apostaba al “cambio a través del comercio” y por lo tanto se había opuesto a más sanciones. La invasión dejó claro que ese concepto no dio fruto. De la misma forma, el Partido Verde, que nació del movimiento pacifista y antiguerra, está apoyando el aumento de los gastos militares (una posición a la que hasta hace poco se opuso ferozmente).

Igualmente, se ha fortalecido la cohesión interna en la OTAN. Hace no mucho tiempo, en 2019, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, diagnosticó su “muerte cerebral”. La invasión a Ucrania le ha vuelto a dar una razón de ser e incluso ha avivado las discusiones sobre la adhesión de países históricamente neutrales como Finlandia y Suecia. De la misma forma, el apoyo para la OTAN está en un récord histórico en Alemania, con el 83% de la población recalcando la importancia de la OTAN para mantener la paz en Europa.

Las perspectivas y la duración de la guerra son totalmente inciertas. Tampoco se sabe el futuro destino de Ucrania, si podrá llegarse a una solución negociada, si el país estará ocupado en su totalidad, o si los rusos lo dividirán en una parte oriental alineada con Rusia y otra independiente. Pero lo que sí está claro es que habrá repercusiones económicas fuertes en muchas partes del mundo.

De la misma manera, es razonable asumir que durante mucho tiempo Rusia preservará su condición de paria, en gran parte debido a la total pérdida de confianza y credibilidad de Putin entre los líderes occidentales. Como consecuencia de este aislamiento internacional, Rusia se volverá cada vez más dependiente de China, la única potencia mundial con la que seguirá comerciando. China sabrá aprovechar políticamente para su beneficio esta dependencia, así como la configuración de la nueva Cortina de Hierro entre Occidente y Rusia, con lo cual es más probable que a mediano-largo plazo Rusia se vuelva una segunda fuerza, subordinada a China, que una fuerza mundial autónoma de primer nivel.

Jan Souverein es director de la FES Bolivia.

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Democracias según Al-Azar

La apuesta es por un libro-fiesta que provoque sonrisas, pero también que incomode e indigne

/ 3 de febrero de 2021 / 12:19

Acaba de publicarse una sabrosa compilación de dibujos políticos del reconocido artista plástico boliviano Alejandro Salazar. Se trata de un compendio especial, pues recoge el trabajo más selecto de Al-azar en torno al tema de las democracias en Bolivia. Los dibujos fueron elaborados en el periodo 2012-2020 y se difundieron en las secciones “Documentos desclasificados” y “Galería de anormalidades” de La Razón. Hoy se reúnen, (re)afilados, en un solo volumen.

El libro está organizado con criterio de repaso cronológico: nueve años de creación. De esa forma, cada dibujo se sitúa en el contexto político de su elaboración. Claro que casi todos ellos, como provocación inclemente, conservan su actualidad y pueden verse/disfrutarse más allá de la coyuntura.

¿Por qué se publica este libro de Al-azar? Sobran los motivos. Primero, porque cada viñeta política es como una aguda columna de opinión que alienta con ironía la conversación pública. Segundo, debido a que, por su naturaleza, esta otra mirada no puede sino ser radicalmente crítica de situaciones y fenómenos sociopolíticos. Tercero, pues nos permite observar desde la imagen, sin atenuantes, campos “serios” como la política, el gobierno, la democracia. Por último, como reconocimiento y homenaje al autor, uno de los más destacados y mordaces caricaturistas-pintores del país.

Salazar compara sus dibujos con cáscaras de plátano: se tiran al piso de manera sutil como acto de venganza de la gente contra el abuso del poder, que casi siempre queda impune. En su caso, las caricaturas políticas son además valiosas herramientas de interpelación: de los gobernantes, de la fuerza pública, de la administración de (in)justicia, de la desigualdad, del racismo, en fin, de la naturaleza humana. Ese dibujar compulsivo lleva más de 25 años en democracia, con un solo paréntesis en su difusión (la censura y el asedio de los que fue objeto el autor en noviembre de 2019).

El libro se publica por iniciativa de la Fundación Friedrich Ebert (FES Bolivia), que animó al artista a realizar una selección de su trabajo en torno a la política y las democracias. Se suma así, como feliz andamio, a otras compilaciones como El proceso de cambio según Al-azar (Hivos, 2013) y Mundo Al Azar (La Razón y Conejo Editora, 2014).

Queda pues en circulación esta suerte de bomba de relojería llamada Democracias Al Azar. El deseo es que las viñetas políticas del artista aticen el debate público y multipliquen miradas sobre el ejercicio de las democracias (en plural). La apuesta es por un libro-fiesta que provoque sonrisas, pero también que incomode e indigne. La convicción es que la actividad corrosiva de Al-azar, simple a la vez que profunda, nos convoque a barrer toda solemnidad. La invitación, en fin, es a disfrutar sin filtros ni ceremonias este azaroso mundo de caricatura.

(*) La publicación está disponible en: https://www.fes.de/lnk/democraciasalazar

(*) José Luis Exeni es director y Coordinador de proyectos de la FES, respectivamente.

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